Ya desde por la mañana el día se respira diferente. No te despiertan los gallos sino los gritos de los cerdos y una cierta inquietud va tomando forma. Como cada ocho días es market day, el día de mercado.
Hoy Widikum se convierte en el centro de la vida a 50 kilómetros a la redonda. La gente recorre distancias de hasta diez horas a pie cargando a la espalda todo lo posible: aceite de palma, plátanos, gallinas, cabras… Hasta los cerdos se meten boca arriba en cestas. Las calles rebosan con gente que se agolpa sumida en la eterna lucha entre conseguir el mejor precio y hacer que el trayecto hasta allí merezca la pena. No hay día en que Widikum esté más vivo.
En el hospital, sin embargo, este día se vive con inquietud. La fila de la consulta ocupa toda la longitud del pasillo, las peticiones de ecografías se multiplican, el seguimiento de las embarazadas, los nuevos ingresos… Sin olvidar que hay que continuar visitando a los enfermos de la planta y el seguimiento de los pacientes . Todo ello para un solo médico, pero no es lo peor.
Muy interesante.
Gracias por el artículo, y ánimo.
02 enero 2016 | 10:40 pm