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Ya no echan series como las de antes

Ahora trabajo gran parte del verano, pero no siempre fue así. Hubo tiempo no muy lejano en el que yo era feliz cuando llegaba este calor asfixiante. El colegio había acabado, podía comer helados a todas horas (por aquel entonces, ni me gustaban los yogures) y, sobre todo, disfrutaba de la televisión.

No me importaba madrugar durante mis vacaciones, aunque no tenía por qué hacerlo. No me importaba porque las series de la tele eran tan entretenidas que bien lo merecían. Desde primera hora de la mañana hasta el mediodía, mis neuronas huían de todo conocimiento útil mientras pasaba el tiempo ante el televisor.

Esto ahora no sería posible, no porque trabaje (que también), sino porque la tele de ahora ya no es como la de antes. Ahora en la tele no se preocupan de la masa juvenil, los abandonan a su suerte. En el peor de los casos, acaban en blogs como éste.

Porque las series de antes enganchaban…

1) Salvados por la campana

Es la serie que más recuerda todo el mundo. Las aventuras de Zack Morris en el instituto (y luego en la universidad) engancharon a unas cuantas generaciones. Si no me falla la memoria, la serie la echaban en Antena 3 detrás de Punky Brewster. No os sabría decir si era buena o mala, porque mi recuerdo ya es algo vago. Juraría que era, cuanto menos, entretenida.

2) California Dreams

Esta serie fue obra de Peter Engel, el creador de Salvados por la campana, y la emitió Antena 3. Era también una serie para adolescentes y estaba protagonizada por un grupo de amiguetes que tenían un grupo de música. Algunos de ellos se fueron de la serie y fueron sustituidos por otros sin que se notara la diferencia. La recuerdo peor que Salvados por la campana. Antena 3 también emitía por aquel entonces Cosas de casa y El príncipe de Bel-Air, pero como era a la hora de comer y no por la mañana…

3) Una chica explosiva

Un par de amigos creaban a la chica perfecta con un ordenador. Por aquel entonces, tenía más esperanza en las computadoras de la que tengo hoy en día. Vanessa Angel era el bellezón de aquella serie que emitía TVE y en la que el hermano del chico listo (Chuck) me hacía partirme de risa. Creo recordar que originalmente fue una película.

4) Las gemelas de Swett Valley

Después de Una chica explosiva, en TVE echaban esta serie de unas hermanas gemelas que vivían con sus adinerados amigos en Sweet Valley. Una de ellas era lista, la otra más limitadita. Una de ellas maja, la otra más borde. Una de ellas pija, la otra más normal… pues ya sabéis, un clásico entre los clásicos. No era una maravilla, pero entretenía.

5) Los rompecorazones

Esta serie la vi menos. Sospecho que me coincidía con alguna otra. Aún así, vi las últimas temporadas y ahora, con el paso del tiempo, admito que era mala de solemnidad. Una serie australiana al más puro estilo Al salir de clase, en la que cuando querías darte cuenta habían cambiado a todo el reparto. Era mala, pero entonces, me parecía una maravilla.

Quien pudiera volver a ser un niño

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Quiero volver a tener diez años

Llevo ya tiempo pensándolo y comentándolo con mis compañeros de fatigas: quiero volver a tener diez años. No es que tenga nada en contra de mi edad (esa que todos conocéis) pero, sinceramente, era más feliz cuando tenía diez años.

Será cosa de la nostalgia, será que tendemos a añorar lo que no tenemos, pero ni la televisión me parece tan buena como entonces, ni los juegos me resultan tan divertidos, ni la comida me sabe tan buena.

Recuerdo que, con diez años, volvía del colegio a toda prisa en busca de un bocadillo de Nocilla o de aquella margarina de tres colores (¡que aún fabrican!) que ya no he vuelto a tomar.

Quedaba con los amigos para jugar al fútbol y podía correr todo lo que quisiera que no me cansaba. Lo más importante al acabar el partido era si habíamos ganado, lo único que me preocupaba era si «los del otro equipo habían hecho trampas».

Me encantaba estar sin paraguas en la calle los días de lluvia, disfrutaba la playa como si no fuera a volver jamás. Los días parecían tener más horas, o me daba la sensación de que las aprovechaba más. Mi abuela estaba empeñada en que llevara la camiseta por dentro del pantalón, mi madre se enfadaba porque siempre que venía de jugar traía la cara y las manos sucias.

Pasaba las horas muertas delante del ordenador, fichando a los mejores del mundo para el Real Madrid en el PcFutbol. El alemán Christian Ziege era uno de mis fijos. Aún recuerdo el día en que lo vendí por… ¡80.000 millones de pesetas! «Engañé a la máquina» me decía a mí mismo entonces.

En el Street Fighter siempre cogía a Guile y me sabía de carrerilla la programación televisiva del fin de semana.

Veía todas las series: Chicho Terremoto, Alf, El Príncipe de Bel-Air, Cosas de Casa, Yo y el mundo, Los Diminutos, David el Gnomo, Los Trotamúsicos, Una chica explosiva, Oliver y Benji (nadie la llamaba Campeones)… ¡si hasta en las vacaciones de verano veía Bola de dragón en catalán!

No me digáis que no. A medida que vas creciendo buscas cosas que sustituyan aquellos recuerdos, pero es casi imposible. La infancia es el mejor momento de nuestra vida…

PD: Pues eso… que me he vuelto a poner sentimental.

(FOTOS: Ambas son de AP PHOTO)

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¿Cómo acabó Waldo Geraldo Faldo?

Estamos acostumbrados a olvidar las series cuando acaban. A pensar que sus personajes, al contrario de lo que ocurre en ‘Toy Story’, desaparecen con el final feliz de sus series. Pero no es así.

Oliver Atton, Daniel el Travieso, Tico y Rigodón… todos tuvieron un después. Al igual que Waldo Geraldo Faldo (ojo, no hablo del actor, sino del personaje).

Waldo se marchó a Nueva York a una escuela de cocina, pero todo fue mal. Duró poco más de una semana aunque quiso perseguir su sueño (porque ya había pagado un mes de alquiler) y decidió quedarse en la Gran Manzana, donde vivía uno de sus múltiples primos.

Su vida, lejos de mejorar, empeoró. El pobre acabó trabajando en un McDonald’s, donde un verano se enamoró de una adolescente que quería estudiar Periodismo.

La chica jamás llegó a empezar la carrera, pero consiguió un puesto fijo en McDonald’s, mientras que Waldo Geraldo Faldo, que se negó a volver con Urkel y compañía, consiguió un ascenso.

Juntos tuvieron tres hijos y Waldo (Faldo) acabó pidiendo la baja por depresión cuando se enteró de que su mujer le había sido infiel con un proveedor.

PD: Esto no tiene nada, absolutamente nada, de real. Si queréis leer un buen blog sobre viejas glorias, os recomiendo el de mi compañero Eduardo Casado.

PD2: (30-12-08) Shawn Harrison, el actor que le daba vida, ha pasado casi desapercibido desde su aparición en Cosas de casa. Apariciones testimoniales en un par de series y seis capítulos en Girlfriends. Nada del otro mundo, vamos.