Por los pelos

Por los pelos, que se dice. Si hubiera abandonado en ese kilómetro habría dejado en puertas una más del conteo, de la letanía. Si hubiera sido en Sevilla lo habría dejado a las puertas del Alamillo. En Barcelona, que corrieron ayer, habría supuesto dejarlo casi en las Ramblas. Madrid de antes, el cementerio del Este; en el de antes todavía, en la subida de Ferrocarril, cosa que parece que recuperamos este año de nuevo. Este año caerá más o menos hacia la redacción de motorpress y su Runner’s.

Pero no era plan de sulfurarse ayer. Salí con Agustín y el sr González hacia las vegas del Jarama. Lecciones de historia local, antología de las huertas, los sesenta, las nuevas construcciones, y le vimos las panzas a los aviones que surcan la vega del Jarama hacia el norte, hacia donde los franceses. Con las nuevas pistas, la M50, las radiales y el cristo que parió a la expansión urbana, nos plantamos en 16 km redondeados hacia el histórico polideportivo de Alcobendas. Chupitos de la camelbak, algún trozo de turrón que nos surtió Agustín, charla y más charla bajo el sol que ya asoma y amenaza y nos tizna. Me despedí de ellos cuando marcaba su reloj la 1h55 (tengo que comprarme uno, se me descoñó la correa del casio) y me fuí por las T4 y áreas de la ribereña barriada de Barajas. Zona surtida por la arqueología, la paleoantropología, y ahora centro de las actividades reverberantes de la región. En fin, ermitita, Avenida de Logroño, Gloria Fuertes (centro sociocultural de-) y al parque del ferial juancarlista. Ahí me encontré 10 minutillos con Locomotoro y anduve perdiendo el tiempo un poco mientras llegaban mis chicas corredoras. Si lo hubiera redondeado con 5km más, estaríamos hablando de la vez cuarentayuno. Pero salieron 37km. Ni uno más.

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