Miedo, estremecimiento y congoja cuando veo a Rafa aquejado físicamente. Y no es para menos dado su historial de lesiones y problemas. Ayer cayó contra Murray en la final del torneo de Rotterdam (6-3, 4-6 y 6-0) en un último set en el que el mallorquín sufrió muchísimo por culpa de su rodilla derecha. La misma que le apeó del torneo de París-Bercy, de la final de la Davis, del Masters…la que le dejó fuera de juego el final de la temporada pasada. Nadal es humano. Con un gesto que le honra sentenció: “Murray simplemente jugó mejor».

Aparte de los méritos del propio Murray –la primera vez que el número 4 del mundo le vence en un torneo oficial ATP-, fue la rodilla derecha de Nadal, de la que el jugador español se resentía, la que le obligó a entregar el partido. En el inicio del segundo set descubrió su verdadero estado físico. Con 2-1 a favor, Nadal solicitó ayuda médica en la rodilla mostrando evidente signos de dolor.

Cualquier otro jugador se hubiera retirado más tarde. Pero Rafa no. También es un campeón de la deportividad. Y aguantó como pudo aunque “era incapaz de sostenerme sobre la pierna derecha, en el saque sobre todo», según declaró Nadal, que tampoco quiso prolongarse sobre este asunto al final del partido.

Parece que fue una sobrecarga. Nadal solicitó los servicios del fisioterapeuta del torneo y contactó con su médico para aliviarse del dolor. Explicó que regresó «muy cansado de Melbourne» donde se llevó el Abierto de Australia hace un par de semanas.

Nadal espera recuperarse para afrontar con máximas garantías el torneo de Dubai, que empieza a disputarse el 23 de febrero. Nadal tiene una semanita para reponer fuerzas en casa. Veremos. Ojalá sea sólo un susto, pero da pavor pensar en algo más cuando acabamos de arrancar la temporada.