Rafa Nadal es un fenómeno. El número 1 del tenis mundial es un joven muy activo e inquieto. Tiene golpes impredecibles. Igual lidera un movimiento contra el calendario ATP, como opina contra el sistema antidopaje, que se rebela contra el presidente de la Real Federación Española de Tenis (RFET). Mejor dicho el ya ex presidente.

De todos es conocida la agria polémica que sostuvo Rafa Nadal con Pedro Muñoz. Muñoz ya es historia, pero Rafa lo tiene bien presente, tanto que hasta lo homenajea y regala su libro-memoria. Resulta que en Benidorm, donde se disputó la eliminatoria contra Serbia de Copa Davis, se presentó a los jugadores el nuevo presidente del tenis español, José Luis Escañuela, un abogado sevillano de 44 años.

Fue un acto sencillo e íntimo. El nuevo presidente, el capitán y los jugadores, reunidos en el vestuario. Un apretón de manos y unas palabras. Nadal se lanzó “Presi, presi, queremos hacerle un regalo”. Y el bueno de Rafa se le acerca con un tocho de papel: El cuatrienio de Pedro Muñoz, donde se resumen sus cuatro años de gestión al frente del tenis español.

Se supone que Escañuela recogió el presente con diplomacia. Mientras, los jugadores se reían. Alguno a carcajada limpia. Acabaron tirados por el suelo de la risa al rememorar el atrevimiento de Rafa. Así lo escuché la madrugada del lunes contado por David Ferrer en El Larguero.

Pedro Muñoz replicó hace unos días con ironía al número uno mundial, que aseguró que espera que el cambio de dirigente traiga serenidad al tenis español. «Posiblemente tenga hasta razón”. Con buen humor mallorquín, seguro.