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“Observa la verdad y no la traspases. No calumnies a ninguna gente grande o pequeña”, Ptahhotep

Archivo de junio, 2014

La Roja de Felipe VI

El discurso de coronación de Felipe VI fue interpretado por muchos como un aire nuevo de cambio. Pero, haciendo un símil con la selección española de fútbol, antes de que la Roja viajara a Brasil también se habló de cierta renovación del equipo, con la entrada de jugadores como Koke. A la hora de la verdad, los de Del Bosque han caído eliminados a la primera y dando una imagen muy alejada de la que llevó al combinado español a ganar grandes títulos y a maravillar a los aficionados al fútbol. Hay quien ha cargado las tintas contra veteranos como Xavi o Casillas. Y los hay que ya reclaman un cambio real para dar paso a los jóvenes que pisan fuerte, como Deulofeu, Jesé y compañía. Sea como sea, lo que se vendió como un aparente cambio o inicio de cambio en la Roja ha acabado siendo una simple declaración de intenciones.

El rey Felipe VI y la reina Letizia

Los nuevos reyes de España, Felipe VI y Letizia, saludan tras la coronación del monarca. JORGE PARÍS

Me ha llamado la atención que, entre los objetos que Felipe VI se ha llevado a su nuevo despacho de rey, destaca una réplica en miniatura de la Copa del Mundo que ganó España en Suráfrica. Juan Carlos I justificó su abdicación por la necesidad de dar paso a una nueva generación y el nuevo monarca apeló en su entronización a mantener una «vida pública ejemplar». También aseguró que, en una España unida y diversa, «cabemos todos». Hizo una defensa del respeto a las lenguas y culturas del Estado e, incluso, acabó despidiéndose en varios idiomas, entre ellos, con un «moltes gràcies».

Pero, ¿es realmente Felipe VI una figura de cambio? El mismo día de su coronación, se prohibieron las banderas republicanas a lo largo de su recorrido en coche. En su discurso, como no podía ser de otra manera, no paró de defender la monarquía parlamentaria (es obvio que todo el mundo se aferra a su puesto de trabajo y, más, en época de crisis), pero se decidió no someter a referendo si era necesario o no mantener la figura del rey. También hizo una alabanza del plurilingüismo, pero que nadie se olvide que lo hizo en el Congreso, donde el reglamento tan solo permite decir en catalán «moltes gràcies» y poco más. Luego, entonces, hasta el momento, ¿cuáles son los cambios reales que ha impulsado Felipe-Del Bosque para la Roja?

Vicen del Bosque, en Brasil

Vicente del Bosque, dirigiendo un entrenamiento de la selección en Brasil. JUANJO MARTÍN/ EFE

Al rey Felipe VI «del cambio», se le busca para que encabece una nueva Transición española. En noviembre de 2012 ya se hablaba de ello a propósito de las elecciones catalanas. Se dice que él sólo puede arbitrar, pero, si debemos atender a todo lo que se ha destacado estos días del legado de Juan Carlos I, la figura del rey es en España algo más que un mero referee. Y aquí volvemos al símil futbolístico. Con el pulso de la consulta soberanista catalana sobre la mesa, lo que no tiene Felipe VI es tiempo. Igual que la selección española en el Mundial, si pierde un par de partidos, puede quedar fuera de juego y perder el favor de la afición.

Él es consciente (supongo) que la monarquía parlamentaria no se gana a base de repetirlo una y otra vez en un discurso, sino que hay que demostrar táctica, fair play y efectividad goleadora. Y, para ello, cuando hay síntomas de que el sistema necesita regenerarse, hay que introducir cambios de verdad. Si no, se acabó el Mundial.

Choque de trenes en el PSC

Pere Navarro deja de ser primer secretario del PSC tras menos de tres años en el cargo y tras cosechar los peores resultados electorales de los socialistas en unas elecciones autonómicas y europeas. Una de sus banderas ha sido defender la reforma federal de la Constitución como el único camino para «evitar el choque de trenes» entre Catalunya y el resto de España. Pero, la moraleja ha acabado siendo que ahora renuncia a liderar el proyecto socialista catalán en medio del auténtico choque de trenes interno que vive (y vivirá) su partido.

Navarro se va asegurando que quiere favorecer «cambios profundos», pero, mientras el llamado sector crítico reclama ya «una refundación» del PSC y su alineamiento a favor de la consulta catalana, el sector más pro-PSOE se decanta por mantener una posición centralista que, sin embargo, no parece que le haya dado resultados electorales. Por lo tanto, lo que se van a jugar los socialistas catalanes en el Consejo Nacional de este 14 de junio y en el posterior Congreso Extraordinario no es solo la elección de su nuevo líder, sino acabar de una vez por todas con ese choque de trenes. La incógnita es saber si los dos convoyes (críticos a favor de derecho a decidir vs el ala más próxima al PSOE) llegan, finalmente, a un consenso y siguen juntos con una estrategia común o bien se separan definitivamente y siguen cada uno su camino por vías (y partidos) diferentes. Para ello, tendrán que echar más carbón a alguna de las locomotoras y quitarle a la otra. En este sentido, hay que tener en cuenta varios frentes abiertos:

La pugna Girona-Barcelona. Buena parte del sector crítico del PSC está afincado en Girona, con los exconsellers de la Generalitat, Marina Geli y Joaquim Nadal, al frente. Una de las cosas que ha impulsado Navarro es el proceso de primarias para elegir a los candidatos a alcaldables o a las elecciones europeas. Pero, tanto en Girona como en Barcelona, ha dado algunos problemas. Además, es en el socialismo gerundense donde se da más apoyo al derecho a decidir. Y el PSC no puede aspirar a volver a sus niveles de representación en Catalunya sin contar con los votos de Girona. Casi lo mismo ha pasado en Lleida, donde finalmente el alcalde Àngel Ros no se ha enfrentado del todo al aparato barcelonés, pese a estar muy alineado con muchas de las tesis de los críticos.

Pere Navarro

Pere Navarro, anunciando que deja de ser el líder del PSC. RAFA GARRIDO/ ACN

Barcelona ciudad. Jaume Collboni, el alcaldable socialista que ganó las primarias en Barcelona, no puede presentarse a unas elecciones municipales en 2015 con el PSC dividido. Tras el castañazo en las europeas, donde los socialistas perdieron mucho terreno en los 10 distritos barceloneses a favor de ERC, Navarro tenía una presión añadida para seguir siendo el líder socialista.

El Área Metropolitana de Barcelona. El montillismo y el corbachismo aún tienen peso en el PSC, pero la fuerza que a Montilla y Corbacho les daban los votos del llamado «cinturón rojo metropolitano» barcelonés se ha ido diluyendo en los últimos comicios a favor de Esquerra, Iniciativa, Ciutadans o, incluso, Podemos. Tan solo Cornellà, L’Hospitalet o Santa Coloma de Gramenet se mantienen como feudos más consolidados del socialismo. Navarro ha hablado de que hay «muchas personas» que «quizás ahora no las conocemos» que se pueden postular para liderar el PSC. Si se quiere garantizar ese centralismo perdido, deberían salir de algún alcalde o alcaldesa que aún no ha sido derrotado, aunque ya se intentó esa operación con Navarro (exalcalde de Terrassa) y no ha salido bien. Si se quiere pensar en una línea mucho más pro-PSOE, Carme Chacón ahora está libre. Y si se prefiere evitar una escisión y dar más protagonismo a los críticos, Montserrat Tura (exconsellera y exalcaldesa) aún está a tiro. Otra opción sería rescatar a exlíderes de Barcelona ciudad, como el exalcalde Jordi Hereu o el exprimer secretario del PSC en Barcelona, Carles Martí, que ha acompañado a Navarro durante su rueda de prensa de renuncia al cargo.

Los Maragall. Sin duda, la imagen de Pasqual Maragall apoyando a su hermano, el exconseller Ernest Maragall, en las últimas elecciones europeas, en las que se alinearon con ERC, ha sido una de las grandes estocadas al socialismo, sobre todo, por todo lo que ha significado el exalcalde de Barcelona y expresidente de la Generalitat para consolidar, en su momento, el partido en la capital catalana. Pero, Maragall, después de aquella operación del «Estatut recortado» en Madrid, se ha ido alejando del aparato del partido, más dominado por Montilla y el socialismo metropolitano. Muchos de los críticos del PSC son maragallistas, puesto que formaron parte de su Gobierno tripartito. Y, para poner más leña al fuego, Oriol Amorós, candidato a las primarias de ERC para ser alcaldable en Barcelona, acaba de proclamar que su modelo de ciudad es el de Maragall.

El PSOE y el derecho a decidir. El proceso soberanista está provocando cambios profundos en todos los partidos catalanes. Y el PSC no ha estado al margen de ello. Navarro ha tenido que lidiar con los llamados «diputados díscolos» de los socialistas en el Parlament. Pero, con su dimisión, vuelve a poner en el aire la línea a seguir que trazarán ahora los socialistas. Si se imponen las tesis pro-PSOE, Tura y compañía ya han anunciado que crearán otro proyecto socialista catalán al margen. Si, en cambio, los críticos se imponen, el que quizás se separaría es el PSOE del PSC. Navarro fue elegido primer secretario, en su momento, derrotando ampliamente al exalcalde de Vilanova i la Geltrú, Joan Ignasi Elena, que es pro-consulta y del sector crítico. Pero, eso fue en diciembre de 2011 y, desde entonces, muchas cosas han pasado en la política catalana. Y lo malo para el PSC es que se le acaba el tiempo, ya que, tras el verano, aún se van a suceder más los acontecimientos con la incógnita de lo que pasará con el referéndum del 9N.

En las próximas semanas, los socialistas no solo elegirán a quién debe conducir la locomotora del tren del PSC, sino que deberán decidir si de ese tren se separan algunos vagones más y quién va en esos vagones. Y esto no será cuestión de un Cercanías, sino que todo el proceso están obligados a completarlo en AVE. El tiempo se acaba.

 

Can Vies, el ADN de Barcelona

Podríamos decir que los altercados nocturnos en Barcelona, tras el desalojo y derribo del edificio okupado de Can Vies, son una actividad no deseada, que solo se debe combatir policial y judicialmente. Pero lo cierto es que «no son un hecho puntual», sino «el reflejo de un malestar social», tal como advirtió el primer día el presidente de la federación de asociaciones de vecinos de la capital catalana, Lluís Rabell. Y esta situación no se da solo en Sants, sino en la Zona Franca, en Ciutat Meridiana, en Bon Pastor, en el Besòs… En todos aquellos barrios en los que el mazo de la crisis ha golpeado más fuerte.

Estos días, en que se han visto imágenes de contenedores quemados, muchos se han apresurado a escribir tuits preguntándose qué pasará con la Marca Barcelona ahora. Pues, nada, porque la quema de contenedores e incluso de coches no es nada nuevo (¿ya nadie se acuerda de aquél coche patrulla de la Guardia Urbana ardiendo en la Plaça Universitat? ¿Y de aquella Intifada del Besòs?). Otras muchas veces se han producido altercados igual o más fuertes que los de estos días y la ciudad ha seguido adelante. ¿Por qué? Porque la contestación social forma parte del ADN de Barcelona. Fijémonos, por ejemplo, en los movimientos de los Yayoflautas o la PAH, que surgieron con más fuerza en esta ciudad para, después, expandirse por toda España. O los propios okupas, que siempre han tenido una gran actividad aquí.

Disturbios por Can Vies

Quema de contenedores y un coche en el Raval tras la manifestación de Can Vies. TONI ALBIR/ EFE

Esta ciudad siempre ha sido un imán para los llamados «movimientos antisistema», porque es en esta ciudad -pujante, moderna, multicultural, acogedora y cosmopolita- donde se reflejan con más matices lo mejor y lo peor del progreso. Barcelona es muy diversa y, en esa diversidad, vemos cómo, al mismo tiempo que triunfa el Primavera Sound en el Fòrum, al otro lado de la ciudad se están quemando contenedores. En un lugar los jóvenes bailan y, en el otro, expresan su rabia. Eso es Barcelona. Ese es su ADN.

La imagen más real de lo que representa el conflicto de Can Vies es la de okupas y vecinos haciendo una cadena humana con los escombros del centro social y, luego, queriendo reconstruirlo ellos mismos. Lo que le están diciendo -no ya al Alcalde, sino a todo el mundo- es que ya viven al margen del sistema porque ese sistema, que nos ha llevado a la crisis, ya no les representa. Esta es la gran lección de Can Vies, que ha hecho que, una vez más, Barcelona haya sido el escaparate del mundo. En este sentido, la gran conclusión que debería quizás extraer no solo el alcalde, Xavier Trias, sino todos los alcaldes y gobernantes con poder de decisión sobre sus ciudadanos, es que el Sistema, tal como lo entendíamos hace 10 años, ya no existe. Hay que practicar otra forma de hacer política y de gobernar, porque la legitimidad ya no se gana solo en las urnas cada cuatro años, sino en el día a día.

Hay seis grandes elementos que habría que tener muy en cuenta a la hora de analizar las consecuencias a corto y largo plazo del conflicto de Can Vies:

1. El sentido de la propiedad. Esta crisis ha deslegitimado por completo a los bancos, que fueron rescatados con el dinero de todos después de, en algunos casos, haber engañado a la ciudadanía con productos como las preferentes. También ha dejado desnudos a los poderes públicos, ya que fueron los Gobiernos -elegidos democráticamente- los que no supieron evitar el desastre de la recesión y los que, posteriormente, han aplicado recortes y ajustes a la población. Hoy en día, ¿quién pone en duda que una familia desahuciada le dé una patada a la puerta de un piso vacío de un banco y se ponga a vivir allí? ¿Quién puede dudar de que un grupo de jóvenes puedan tener el derecho a gestionar un centro social en un edificio en desuso desde hace muchos años? La gestión de la propiedad e, incluso, de la propiedad compartida, como puede ser un edificio municipal, hoy en día se debe revisar. ¿Por qué, si no, el Ayuntamiento ha tenido que afrontar también, paralelamente a Can Vies, el conflicto de la gestión del nuevo Casal de barrio de Sant Andreu, reivindicado por l’Ateneu l’Harmonia? ¿Por qué el lema de la manifestación del sábado en el centro de Barcelona era «Construyamos alternativas, defendamos los barrios»? Porque es el momento de hacer micropolítica y gobernar haciendo cirugía vecinal, atendiendo las demandas de los vecinos, no ya por barrios, sino calle a calle. Dicho esto, con respecto a la propiedad, en el movimiento okupa siempre ha habido una contradicción: tú no puedes okupar un edificio para denunciar la especulación de la propiedad privada y, cuando viene la policía a echarte, querer quedarte en él, ya que estás actuando tú mismo como ese propietario al que criticas. Y no vale el argumento de que este edificio es de todos, porque siempre es de alguien más que de otro. Y la especulación tiene muchas caras, lleve o no corbata; además de que, en este caso, no todos los vecinos de Sants estaban de acuerdo con la actividad de Can Vies. ¿Qué importa más, el proyecto social o el lugar donde se pone en práctica? Si es lo segundo, ¿no se está especulando también con la propiedad? Si fuera lo primero, será que no hay otros edificios vacíos en Barcelona donde poder crear otro Can Vies…

Reconstrucción de Can Vies

Vecinos y okupas ayudan en la reconstrucción del centro social Can Vies. TONI ALBIR/ EFE

2. El poder de los lobbies. Barcelona es una ciudad de éxito. Desde los JJOO de 1992 no ha parado de subir como la espuma. Es la capital mundial del móvil, alberga festivales de música de gran éxito internacional, atrae grandes empresas industriales y de la nueva economía, es una smart city… Y es un polo de atracción de turismo. El puerto de Barcelona está entre los cinco más importantes del mundo y es líder en el Mediterráneo; el aeropuerto no para de crecer en pasaje y en rutas y todas las grandes cadenas hoteleras parecen querer abrir ahora sus hoteles más singulares en esta ciudad, donde la crisis inmobiliaria les ha brindado grandes oportunidades de negocio. El poder de los lobbies es muy alargado. Solo así se explica que el Ayuntamiento haya accedido a reformar la Diagona y el Passeig de Gràcia de la forma y en el momento en que se está haciendo. ¿Cómo es posible que esta ciudad tardara tanto en aplicar una tasa turística? Por los lobbies, ni más ni menos. Pero, el problema viene cuando uno no se da cuenta de que hay otros lobbies, que no actúan en los despachos, sino que queman contenedores y coches. Tú no puedes reformar una calle de lujo -y encima colocando mal las baldosas de Gaudí- y mantener una zona del Raval viviendo entre ratas y con un proyecto urbanístico pendiente de ejecución desde el año 2000. La gente no es tonta. Es así como Barcelona se ha convertido en una ciudad donde los hoteleros y demás ejercen de lobby, pero también los okupas (aunque ellos critiquen a los lobbies, también, lo son), Stop Pujades y demás movimientos ciudadanos. Cada uno a su manera y con sus armas.

3. El drama de los barrios. Había un concejal socialista que siempre decía esto: «Nou Barris también es Barcelona». Pues bien, esa lección se ha perdido, porque hay barrios de Barcelona que, a raíz de la crisis, parecen que se han descolgado definitivamente. En las últimas elecciones europeas, Podemos cosechó sus votos precisamente en estas zonas de la ciudad que se sienten más desamparadas. La desigualdad social es creciente. Hay una clase media que está desapareciendo y hay una emergente necesidad de ayuda social directa, con Caritas y Cruz Roja trabajando a destajo. El paro está haciendo estragos en Sant Andreu, Nou Barris, Sant Martí o en la Zona Franca, mientras que en Les Corts o Sarrià-Sant Gervasi se están recuperando niveles de ocupación. Volvemos al argumento del principio. Lo que Can Vies pone de manifiesto es el drama que se vive en algunos barrios. Hay una brecha social y se corre el peligro de que se agrande aún más.

4. La Marca Barcelona. Que nadie se engañe, los turistas seguirán viniendo en masa a la ciudad, aunque se hayan quemado contenedores. Otras veces ha pasado. De hecho, hay turistas que incluso se han pasado por Can Vies a hacer fotos de la excavadora quemada. La llamada Marca Barcelona no se va a resentir por eso, porque los turistas no vienen a Barcelona porque puedan comprar en tiendas de lujo o visitar la Sagrada Familia, sino que les atrae la ciudad en sí misma, su vocación y su forma de ser. Lo que sí es cierto es que la Marca Barcelona corre el riesgo de morir de éxito. ¿Por qué un complejo de ocio y juego que se quiere construir en Tarragona se debe llamar Barcelona World?

Primavera Sound

Ambientazo en el Primavera Sound, en el recinto del Fòrum. MARTA PÉREZ/ EFE

5. El superávit municipal. En un contexto en que los poderes públicos no tienen ni un céntimo para gastar de más -un ejemplo es la Generalitat de Catalunya- el Ayuntamiento de Barcelona tiene una posición privilegiada, ya que declaró un superávit acumulado de 23,5 millones de euros gracias a que cerró el ejercicio de 2013 con un superávit de 139 millones de euros. En este contexto, no es de extrañar que entidades que antes eran menos contestatarias, ahora se junten con otras más guerreras y prediquen el «no pagar» en los transportes públicos. ¿Quién le hubiera criticado al alcalde Trias que hubiera invertido algunos millones en suavizar la subida del precio de la T-10 este año? Nadie. Ya no vale para nada anunciar que en 2015 habrá una nueva financiación del transporte público y que se pondrá en marcha la T-Mobilitat… Todo eso son cuentos chinos para los vecinos de esos barrios más castigados por la crisis. Una cosa hay que tener clara, Can Vies es otra de las patatas calientes que le han caído a Xavier Trias como alcalde, porque el conflicto viene de muy lejos, es decir, cuando los socialistas gobernaban en la ciudad. Otra patata caliente -aún no resuelta y de difícil solución- es Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), titular del edificio de Can Vies. Es decir, de momento, TMB ya le ha metido al alcalde en dos líos: el del desalojo y derribo de Can Vies y el de la deuda de 500 millones de euros que arrastra la empresa de transportes y que le ha impedido, por ejemplo, frenar el tarifazo de los billetes de bus y metro, según explicó él mismo.

6. El Sistema. ¿Qué quiere decir hoy en día ser antisistema? ¿Es que hay sistema? O mejor dicho, ¿es el sistema que nos llevó a la crisis el que debe seguir imperando? El alcalde Trias ha disfrutado de tres años de mandato más o menos plácidos, aunque hay que tener en cuenta que gobierna la ciudad en minoría. Esto quiere decir que ha tenido que hacer equilibrios para sacar adelante, por ejemplo, los presupuestos. Le ha beneficiado que no ha tenido una oposición muy fuerte y organizada. Pero, el conflicto de Can Vies ha estallado justo cuando en el PSC ya han resuelto sus primarias y poco después de unas elecciones europeas que han visto la emergencia de ERC -en pleno debate sobre quién será su alcaldable- en la ciudad. Pero, lo más importante es que, si ahora es difícil gobernar la ciudad en minoría, ¿qué pasará de aquí a un año cuando previsiblemente entren en el Ayuntamiento partidos que ahora aún no están representados? ¿Estarán ahí la CUP, Ciutadans y otras marcas nuevas? Can Vies no es un marrón para Trias, sino para todos los gobernantes. Can Vies es el símbolo de que el Sistema ha cambiado y que, para una parte de la población, es tan «antisistema» el que quema contenedores como el que quiere especular en los barrios, como cuando Millet y Montull impulsaron el hotel de lujo del Palau de la Música y los vecinos les pararon los pies.

¡Qué gran oportunidad es gobernar Barcelona, una ciudad que te brinda, como en ningún otro sitio, la ocasión de regenerar el sistema! Can Vies forma parte del ADN de Barcelona, igual que el Primavera Sound, las maravillosas obras de Gaudí o los Yayoflautas, porque esta ciudad es así de plural, diversa y contestataria. Lo es ahora y lo ha sido siempre. Si Can Vies ha demostrado algo es que todo político que quiera ejercer planes de futuro -urbanísticos, sociales…- debe, primero, hacer gestos de presente. Simplemente, porque ya nadie cree la palabra de un político.