El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha hecho pública su hoja de ruta, pero, en realidad, es más que eso: para recorrer el camino que ha trazado para que los catalanes puedan votar y decidir si quieren o no la independencia, ha tenido que activar ahora su particular GPS. Como en el sistema global de navegación, que permite determinar la posición de un objeto, una persona o un vehículo con alta precisión, hace falta triangular varios satétiles (que, en este caso, debemos entender que son los partidos soberanistas y los expertos y la sociedad civil a la que él ha aludido, como la Assemblea Nacional Catalana o Òmnium Cultural).
Sin el apoyo de este GPS es imposible que Mas pueda completar su ruta. De momento, Oriol Junqueras (ERC) y la ANC se han mostrado receptivos a una lista unitaria independentista. Ya parecería lógico pensar que incluso la CUP, después de que salvara la votación del 9-N y tras el abrazo del diputado David Fernández con Mas, pudiera añadirse a la candidatura si se llegara a un amplio acuerdo. Si una cosa demostró la votación del pasado 9 de noviembre es que el esquema clásico de partidos-votantes ya no sirve.
Mas no ha desvelado cuál es su calendario electoral, pero, si tenemos que atender a la demanda que hizo la ANC hace unas semanas, el avance electoral debería producirse «en tres meses». ERC también ha pedido reiteradamente que estos comicios se celebren cuanto antes mejor. Pero, cuidado, porque el GPS no es del todo preciso. ¿Qué conductor no se ha encontrado con aquello de que el GPS te dice «en la siguente, gire a la decrecha»… y, resulta que, en el siguiente cruce, hay obras y la carretera está cortada y no se puede pasar. Es por ello que el GPS de Mas solo puede ser un buen guía si verdaderamente consigue una candidatura única independentista fuerte, capaz de conseguir realmente una mayoría absoluta en unas elecciones catalanas.

El president Artur Mas saluda al líder de ERC, Oriol Junqueras. TONI ALBIR/ EFE
Entre los escollos que se puede encontrar la hoja de ruta de Mas y que el GPS podría no detectar a tiempo los hay de índole institucional: el Govern necesita aprobar los presupuestos, por ejemplo, para cumplir el compromiso de recuperar la 14ª paga de los funcionarios (prorrogar las cuentas de 2014 sería un mal comienzo para la causa soberanista) y, por otro lado, el Gobierno central controla, en realidad, las finanzas catalanas a través del FLA. Otra «obra» en la vía pública que podría no detectar a tiempo el GPS de Mas es la ofensiva judicial (iniciada por la querella de la Fiscalía, pero que podría incluir otras actuaciones). En tercer lugar, el GPS debe superar las diferencias de programa social (por ello, Mas se esfuerza ahora en resaltar este aspecto en sus intervenciones). El cuarto obstáculo en el camino será conseguir una mayoría procandidatura única tan amplia como la que había proconsulta (ICV-EUiA no se ha mostrado nunca como una coalición independentista y, ahora, están más preocupados por acercarse a Guanyem y Podemos que por una lista soberanista, aunque, por otro lado, Mas podría contar con los escindidos del PSC, como Maragall, Geli, Tura, Nadal…).
El quinto escollo que deberá detectar y superar el GPS de Mas es la confluencia de calendarios electorales. Por un lado, las elecciones municipales. Si el president convoca las plebiscitarias antes de mayo, ¿cómo influirá un posible acuerdo para la lista única independentista en las posteriores municipales? ¿Los partidos se volverán a presentar por separado? Si Mas implicó a los municipios en el 9-N, ¿no sería lógico ampliar esa candidatura unitaria a las elecciones municipales?… Y, por otro lado, están las generales. Con el PP en la cuerda floja por el ascenso en las encuestas de Podemos y con UPyD amenazándole por el otro lado, el GPS de Mas recibirá en las próximas semanas más presiones del Gobierno central y en todas las formas, porque parece claro que Rajoy no acaba de entrar al trapo de la reforma constitucional y el PSOE no tiene suficiente fuerza (tampoco, en Catalunya) como para liderar este proceso casi en solitario.
Por último, el GPS de Mas deberá solucionar a tiempo el lío interno de CiU. Ya se han dado algunos pasos los últimos meses, con Ramon Espadaler de secretario general de UDC, pero la sombra de Josep Antoni Duran i Lleida aún se hace notar. Espadaler, conseller del Govern, ya ha afirmado que Unió no está de acuerdo «al 100%» con la hoja de ruta de Mas y Duran ve «exagerado» tantas elecciones en tan poco tiempo y no es optimista respecto a que este GPS les guíe a buen puerto. La lista unitaria rompe las siglas de cualquiera (si es que Junqueras no sigue exigiendo una fórmula en la que los partidos soberanistas no renuncien a su nombre) y, por lo tanto, la estrategia de Mas está encaminada también a solucionar el problema de CiU de una vez por todas.
Es así como Mas necesita alinear y triangular todos estos satélites para que la jugada le salga bien y el GPS no le envíe a una calle sin salida, arrastrando con él a más de uno y a más de dos o tres. El 9-N fue la pieza que activó toda esta hoja de ruta, pero, ahora, ya no se trata de movilizar voluntarios, sino de poner de acuerdo a políticos y partidos. Y, eso, es lo más difícil, como ya quedó demostrado en el proceso de la consulta. El presidente de la Generalitat se guarda un as en la manga, otra vía que ha empezado a explotar, pero que aún tiene más recorrido: la internacionalización del ‘caso catalán’. Depende de cómo reaccione el aparato del Gobierno español en los próximos meses, Mas recurrirá a las más altas instancias internacionales. Y es que, a decir verdad, el GPS siempre acaba encontrando una ruta alternativa.