Viajero, periodista y emprendedor adquirido. Apasionado de Internet y volcado en el viaje más intenso que jamás había pensado: minube.com

No es el destino: es la experiencia

Cuando uno se pasa media vida en colas de aeropuerto, haciendo y deshaciendo maletas, sellando pasaportes y pasando tediosos controles de seguridad, hay un par de preguntas que suelen ser bastante clásicas: «¿cuál es tú destino favorito? ¿A cuál no volverías?

Hace tiempo, siempre respondía con la máxima concreción posible. Buscaba en mi retina viajera aquellos lugares que más me habían marcado (para bien o para mal) y trataba de establecer un ranking, aunque fuera de cara a la galería, que me permitiera salir victorioso de tan habitual cuestionario.

Sin embargo, hace poco me di cuenta de que no era la respuesta que quería dar. Me di cuenta de que cuando uno viaja constantemente, lo que más le motiva es lo vivido en cada uno de los destinos. De nada sirve aterrizar en auténticos paraísos si lo único que se hace allí es acudir a una reunión. Nunca tendrás un buen recuerdo de un destino donde tuviste algún tipo de problema o imprevisto grave.

No es el destino: es la experiencia. Lo vivido. Lo emocional. Lo que te ha marcado. Para bien o para mal. No hay lugares idílicos (aunque los haya) sino que hay momentos irrepetibles. Inolvidables. Una vez más, para bien o para mal.

Hace unas semanas estuve en Sao Paulo. Era un viaje de negocios. Pero volver a Brasil para mí fue muy especial. Porque en Brasil viví la que, seguramente, ha sido la experiencia viajera que más ha marcado mi vida. Y era estar allí y acordarme de aquel momento. Tres años y medio antes, mientras me encontraba dando la vuelta al mundo, y sin quererlo, sin imaginarlo, sin prepararlo, me ví visitando la Favela de A Rosinha en Río de Janeiro. Sí, la misma que ahora es portada de los diarios porque está siendo desmantelada. La misma que ha aparecido tantas veces en los medios por haber sido el escenario de algún trágico encuentro entre policía y narcotraficantes.

Aquel día en el que pasé una tarde en la favela marcó mi vida. Un encuentro inesperado con un guía que consiguió «venderme la moto», una decisión espontánea, un «por qué no» y un momento mágico. Entré a la hora de comer, comí (mejor que en ningún otro lugar en Río) y salí de madrugada después de pasar unas horas que jamás olvidaré.

Recuerdo como si fuera ayer cuando escribí aquel post (seguramente, el más exitoso del blog que escribí durante aquel viaje) y cómo la gente me llamaba, cuanto menos, loco. Recuerdo como si fuera ayer cómo yo no paraba de hablar de la experiencia que había vivida. Y ahora me doy cuenta de que, sin haberlo pensado, seguramente aquella experiencia ha convertido a Río de Janeiro en uno de los lugares que más me ha impactado y ha quitado de la hipotética lista negra una favela como el lugar al que nunca volvería.

La sensación que me deja esta reflexión es clara: hay que buscar experiencias allá donde vayas. Cualquier destino en el mundo se puede disfrutar si encuentras algo que te marque. Incluso aquellos sitios que en una primera visita no te han aportado.

5 comentarios

  1. Dice ser antonio larrosa

    Yo solo viajo con el IMSERSO y gracias , si hay WIFI FI para poder poner

    Clica sobre mi nombre

    20 diciembre 2011 | 21:55

  2. Dice ser Carla

    El mio fué en Chiapas en la epoca del subcomandante Marcos, disfrutando de la fiesta en San Cristobal de las Casas, andando por la selva, visitando pequeños poblaciones y hasta abordados por zapatistas con los que 5 todo quedo resuelto con 5 dolares, fumar un cigarro juntos y un apretón de manos.

    Carla
    http://www.lasbolaschinas.com

    20 diciembre 2011 | 23:16

  3. Dice ser lector

    Smara en Sahara es impresionante lo destruida que está.

    21 diciembre 2011 | 00:28

  4. Dice ser Saúl

    Me quedo con Ayacucho en Perú. Siempre caía por Lima y Cuzco y por medio de una amiga fuimos en carretera y a veces por trocha a esa provincia que fue el bastión del temido Sendero Luminoso que azotó en los 80 y parte de los 90 el terrorismo en Perú. El viaje a pesar de duro fue maravilloso por los paisajes, su gente que había vivido apartada de la civilización te recibía de la mejor manera.
    Las huellas del terrorismo y de las matanzas parecía que no habían dejado huella en la alegría de sus gentes y en la ferviente fé católica que expresan en la Semana Santa.

    21 diciembre 2011 | 01:41

  5. Dice ser Juan Carlos

    Esos momentos son los que marcan, son una auténtica pasada, y casi siempre no tiene nada que ver con el lujo, la arquitectura o el tiempo. En mi caso fue Irán, 3 de la tarde de mediados de agosto, con un calor impresionante. Buscaba un restaurante recomendado por otros viajeros pero no tenía ni idea de como llegar. Con sólo la palabra «chai» un iraní me llevó de la mano hasta el lugar, que estaba a 20 minutos andando. Se desvió de su camino, acompañó a unos occidentales a los que no conocía, y sobre todo, demostró el calor de un pueblo al que muchas veces despreciamos por culpa de unos pocos.

    21 diciembre 2011 | 11:23

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