Lo mejor del tenis mundial

Archivo de febrero, 2009

¿Hay algo mejor que un Nadal-Federer?

Ganó Rafa. Y me alegro. Pero ganó el tenis, el deporte, el reconocimiento, la amistad, la nobleza. ¡Qué hermoso epílogo de la final del Open de Australia! Nadal y Federer, abrazados. El mallorquín consolando al suizo, roto por dentro, en un mar de lágrimas. Y las de Rafa a punto de brotar. Sentimientos a flor de piel.

Y una copa, jamás ganada por ningún español. El sexto Grand Slam para Nadal, tras cuatro Roland Garros y un Wimbledon. El primero sobre el cemento de Melbourne. Con el oro olímpico y el número 1 del mundo, más reforzado en el ranking, la supremacía del tenis es suya. El mejor de la Tierra.

Por eso lloraba Roger, porque se le escapa un sueño. Jugaba para ganar su 14º Grand Slam y en un territorio muy especial para él donde en 2004 se convirtió en el number one. El nuevo dueño de la nueva era de la raqueta se llama Rafa Nadal. Se acabó la transición. El rey es ahora Rafa. Federer sabe que, de momento, ha entregado la corona a su sucesor.

Lo ha hecho con honor, como un caballero, ante todo el mundo como testigo. Llorando. Con él, también lloré ante la pantalla, como muchos de vosotros. Cuánta emoción. Las lágrimas de Federer eran las mías, las nuestras. Las de cualquiera que viera la estampa. Todo un campeón, posiblemente el mejor de la historia, entregado a la evidencia.

«Siempre es especial jugar contra Federer”, declaró Rafa. Le abrazó y luego le dedicó lo mejor de su discurso. «Lo siento por hoy. Sé realmente lo que siente y lo duro que es, pero tú eres el mejor de la historia y seguro que igualarás los 14 (Grand Slam) de Sampras. Me encanta jugar contra ti y te deseo lo mejor para el resto de la temporada».

«La rivalidad de Rafa y Federer», reflexiona Carlos Moyà, ex número uno y finalista en Melbourne en 1997, «es impresionante. Se muestran casi infalibles y sus partidos quedarán para la historia: están condenados a enfrentarse», escribe J.J. Mateo en El País. Y es así. Nos han regalado bellísimos momentos de tenis, en todos los rincones del planeta y en todas las superficies, tierra, hierba y cemento. Con una deportividad y una humanidad exquisitas. Muchas gracias. Muchas veces.