M e cuenta una amiga de viaje en Barcelona que se encontró hace días en El Corte Inglés a Borja Thyssen y a Blanca Cuesta, una pareja en lista de bodas perpetua. Caminaban por la sección de menaje a la búsqueda de cachivaches para su gigantesca mansión. Si yo fuera rica, lo último que haría sería comprar batidoras en los grandes almacenes. De casta le viene al galgo… Tita es capaz de remover Roma con Santiago para buscar un grifo y, sin embargo, compra los vestidos por videoconferencia, para no tener que aguantar el peloteo que tanto le gustaba a Julia Roberts en Pretty Woman.
Una madre es una madre. Cuentan en el programa de Ana Rosa Quintana que Tita ha saldado la hipoteca de tres millones de euros que su hijo cargaba sobre sus anchas espaldas de culturista. Mi amiga dice que él está muy bien. Yo creo que nunca debió cambiar el kárate por las pesas.