Estados Unidos vota

Los estadounidenses eligen este martes una nueva Cámara de Representantes y 36 gobernadores, y renuevan un tercio del Senado. El Partido Demócrata parte con ventaja. Al Partido Republicano, que controla las dos cámaras legislativas, le puede pasar factura el desgaste propio del ejercicio del poder y muy especialmente el creciente rechazo a la presencia de su Ejército en Irak. Los dos partidos están empleando dinero a espuertas para acabar de convencer a los electores, que suelen participar menos en estos comicios que en las presidenciales. Y como parece que la llave de los resultados está en manos de las minorías, sobretodo latinos y negros, los demócratas ya se frotan las manos porque se ven ganadores. Sea como sea, los nuevos legisladores tendrán ante si retos económicos de diverso calibre. Uno de ellos, hacer frente al aumento de la pobreza en el país: las diferencias entre ricos y pobres no dejan de crecer y la perversión del sistema no hace más que perpetuar esta situación.

Como el establecimiento de un mercado de créditos específicos para las familias con menos recursos, llamados «de segunda clase», con intereses que doblan, triplican o quintuplican el interés medio que se aplica a familias acomodadas. Además funciona con un sistema de «notas de crédito» que adjudica a cada cual un indice de solvencia. A peor nota, interés más alto. Lo he visto en un magnífico reportaje en la televisión catalana que pone los pelos de punta. ¡Se llegan a aplicar intereses del 460% por préstamos cuyo único aval es la paga del mes! O del 22% en la compra de un coche por el simple hecho de que el comprador es inmigrante y no tiene una nota de crédito demasiado buena. Los pobres se hipotecan para pagar esos créditos, pero los intereses son tan altos que acaban perdiendo sus casas. Un dato: en Filadelfia cada mes 1.000 familias se quedan en la calle. Las empresas que conceden este tipo de créditos a niveles estratosféricos ganan unos 516.000 millones de dólares al año. Una obscenidad si tenemos en cuenta que esos beneficios se construyen sobre los dramas de muchas familias. Algunas de estas compañías financieras, que llegan al extremo de engañar a ancianos incautos para colocarles el préstamo que los dejará de patitas en la calle, ya están siendo investigadas judicialmente por sus prácticas irregulares. Aunque el hecho de que contribuyan con grandes sumas de dinero a las campañas electorales de presidentes como Bush o gobernadores como Schwarznegger hace que sea más difícil llevarlas ante la justicia.

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