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Psicólogos y médicos para los refugiados

Segundo post de diario en Atenas

La doctora Elena Mayorga, en el fondo, prepara la sala de consulta para atender a los pacientes / N.S.I.

La doctora Elena Mayorga, en el fondo, prepara la sala de consulta para atender a los pacientes / N.S.I.

Situaciones de guerra y violencia, la dura travesía desde Siria hasta Grecia, las malas condiciones de los campos o pobreza son algunas vivencias con las que han tenido que lidiar muchos de los refugiados sirios que viven en las Squads de Atenas, centros ocupados. Muchos de ellos vienen marcados psicológica y físicamente, además que desarrollan otras enfermedades por el camino. Por eso, es esencial que los visite un psicólogo o un médico.

Cristina Agulló es una psicóloga voluntaria que junto a otras compañeras de profesión visitó este verano posibles pacientes en las seis Squads que existen en la capital helena (dos hoteles, dos escuelas, un hospital y una finca). El primer objetivo que se marcaron este grupo de psicólogas era ver “el panorama” que había entre los refugiados, detectar cuáles podían padecer alguna enfermedad mental y luego analizar que tratamiento requerían para ver si los podían atender ellas mismas o era necesario derivarlos a otro lado.

Agulló relató a este blog que la mayoría de los pacientes que vieron tenían lo que se conoce como estrés postraumática, que surge cuando una persona ha vivido una situación traumática, como puede ser un conflicto, es decir, la Guerra de Siria. Se han encontrado casos de todo, desde personas que tiene trastornos de sueño, a otras con signos de depresión y ansiedad o incluso un caso más grave de convulsiones conversivas. En un primer momento, cuenta Agulló, se pensó que esta persona padecía de ataques de epilepsia, porque  convulsionaba, pero después de realizarle varios estudios determinaron que todo procedía de su mente y era una reacción al pasado traumático que le había tocado vivir.

Organizaciones como Médicos Sin Fronteras tienen sede en Atenas, pero no visitan las squads, por lo que cuando detectan un caso grave, el grupo de psicólogas acompaña al paciente a los especialistas de esta organización o a un hospital para que reciban el tratamiento que requieren.

Es un a trabajo, complicado, explica Agulló porqué se tiene que realizar “con ética emocional” para evitar causarles un daño mayor haciéndoles recordar cosas que son innecesarias y que tampoco aportan nada al diagnóstico final. “No es necesario indagar, escarbar en su vida o ser morboso”,  puntualiza la psicóloga.

Unas enfermeras realizan un análisis de orina en la escuela Quinta / N.S.I.

Unas enfermeras realizan un análisis de orina en la escuela Quinta / N.S.I.

Pero más allá de los refugiados, aseguró Agulló, observaron que algunos voluntarios también necesitaban atención psicológica. “A veces de escuchar situaciones traumáticas, podemos desarrollar síntomas del estrés postraumático”, alertó la psicóloga. Además, las condiciones en las Squads son duras y los voluntarios, algunos de ellos muy jóvenes, también conviven con ello. Es por eso, que las psicólogas organizaron talleres de gestión de las emociones para los voluntarios.

Además de psicólogos, en las Squads también se podían encontrar médicos voluntarios. Elena Mayorga, médico general en Málaga, estuvo durante unos veinte días en las dos escuelas ocupadas la Segunda o Jasmín y la Quinta. Entre otros pacientes, vistió a una mujer embarazada de mellizos, a la cual se le detectó una infección de orina o una chica con una grave infección en la garganta, donde tenía pus. En estos dos casos, por ejemplo, ella misma les puedo recetar el tratamiento que requerían, pero tuvo casos más graves como una niña con un tumor en su brazo que se tenía que extirpar, por lo que aconsejó a su madre que la llevara a un hospital.

En este sentido, la labor de estos médicos voluntarios es primordial para hacer una primera evaluación y cuando se detecta una persona que tiene un problema grave poderla derivar al hospital o a Médicos Sin Fronteras con un diagnóstico previo. “No puedes hacer mucho de organización, solo atender a los casos que te viene. Vas a la demanda”, reconoce Mayorga.

Aunque dicho así parezca poco, a veces es mucho, e incluso es suficiente para salvar vidas. En la escuela Quinta, un día acudió a ver Mayorga una chica que se había hecho un análisis médico, pero no entendía bien los informes porque estaban escritos en inglés. La médico se dio cuenta que la joven tenía una válvula en el corazón que estaba prácticamente cerrada y requería una operación urgente. Una voluntaria la acompañó a un hospital. Ahora mismo, le están realizando las pruebas pertinentes y en un período máximo de un mes, la sanidad pública griega la operará del corazón.

Mayorga explica que muchos de los pacientes que trataron también padecían “enfermedades infecciosas” derivadas de la situación de hacinamiento en las que viven. En este sentido, cabe destacar que en cada una de las dos escuelas habitan alrededor de unas 400 personas. Además, las condiciones en las que sobreviven estas personas son duras. En la consulta de la Quinta atendió a un hombre que llevaba días sin comer. Pese que no se le encontró nada a simple vista, más que la debilidad y mareos por la falta de alimentos, al final lo trasladaron al hospital.

Una imagen de la consulta de la escuela Quinta /N.S.I

Una imagen de la consulta de la escuela Quinta /N.S.I

Uno de los problemas que se encuentran los médicos, dice Mayorga, es que faltan medicamentos para las personas que padecen enfermedades crónicas. Además, apunta que hay mucha desorganización. Buena medida de ello es porque los voluntarios vienen unos días, atienden los pacientes, pero no les da tiempo de establecer un sistema que se pueda transmitir del uno al otro, relata.

“Lo ideal es que hubiera una persona refugiada que se encargara de ello”, expone Mayorga. En esta línea, enfatiza que podría ser alguien que supiera donde están los medicamentos, el material que necesitan los médicos o que conociera un poco a los pacientes, si más no los que padecen enfermedades crónicas. Esta persona seria la encargada de poder transmitir esta información a los médicos que llegan como voluntarios. “Se trataría de ir más hacia una autogestión”, puntualizó Mayorga.

La médico, que anteriormente realizó voluntariados en Bolivia, Kenia o en los campos de saharauis, resaltó que en las squads de Atenas faltan profesionales del sector para poder atender adecuadamente a los refugiados enfermos. Mayorga afirmó que si estuviera jubilada, le hubiera gustado quedarse una buena temporada en Atenas para poder establecer un sistema, organizarlo, así como hacer un seguimiento de los pacientes.

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