Por Edu Casado
La noche de Halloween fue una verdadera noche de terror en Nueva Orleans. El culpable no fue ningún ser sobrenatural, aunque algunos empiezan a dudar de que no lo sea. Me refiero a Wardell Stephen Curry II, más conocido como Stephen Curry. El base de Golden State se quedó a un solo punto de su récord de anotación y logró 53 puntos en la victoria de los actuales campeones de la NBA por 120 a 134 ante los Pelicans.
La absoluta exhibición anotadora de Curry (17 de 27 en tiros de campo, 11 de 11 en tiros libres, 28 puntos sólo en el tercer cuarto) se vio adornada con otro clínic de dirección de juego y pase (dio 9 asistencias).
Lo peor para los chicos liderados por Anthony Davis es que el martes pasado, en el mismo choque (pero jugado en California), Curry anotó 40 puntos. Es decir, que en dos partidos, el bueno de Steph le ha cascado 93 puntos a los Pelicans. Lo que les decía: una pesadilla de Halloween para Nueva Orleans.
En el primer post de este blog, un servidor explicaba quiénes eran sus favoritos para el anillo y para el MVP. A las pruebas me remito.
Disfruten:
Ciertas cosas suceden de vez en cuando y no sé cuál es el motivo o la motivación que las provoca.
Recuerdo que un día fui a la cancha de baloncesto de mi Universidad y sentí algo súper guapo, como si estuviera flotando. No era costumbre en mí el jugar a baloncesto, pero ese día me decidí a tirar unos cuantos tiros. Y esos cuantos se convirtieron en un continuo encestar, uno tras otro, sin fallar, más de cincuenta. Tirara de donde tirara, incluso de media cancha, lanzaba y entraban. Tiros con parábola extraordinariamente elevada entraban. Giraba sin mirar, m eelevaba, lanzaba y adentro. La gente estaba mosqueada… Incluso yo sabía que aquello estaba fuera de lo normal, pero seguía sin razonarlo demasiado. Simplemente disfrutaba. En uno de ellos, al elevarme, mi mano giró un poco y vi como el balón salía despedido con una trayectoria que no era la que pensaba iba a tomar mi lanzamiento. El balón llegó al tablero, pensé que aquel tiro hresultaría una pifia, el único fallo hasta entonces, pero tras rebotar en él entró en también canasta. En ese momento me di cuenta de que no era mi voluntad la que jugaba aquel día. No quiero decir que fuesen fuerzas esotéricas de esas, sino que puede que el cerebro posea capacidades aún por descubrir. Y no ha sido la única ocasión en que he hecho cosas… raras, que escapan a los parámetros que tenemos por normales.
01 noviembre 2015 | 1:52 pm