El dj y su mujer Irene Rosales no quieren que la pasión decaiga tras su larga y remunerada luna de miel así que han dejado a los niños en casa y se ha subido a un avión rumbo a París. Como suelen ser habitual, han querido retratar todos sus románticos momentos para que pasen a la posteridad en sus cuentas de Instagram. Luego se quejarán de que les sigue la prensa…
El matrimonio ha hecho un recorrido de lo mas turístico visitando los momumentos más emblemáticos de la ciudad del amor; lo que hace pensar que es la primera vez que viajan a la capital francesa. Abajo Kiko en la Torre Eiffel.
Pero lo más increíble, por extraño que pueda parecer, no es que Irene llegue a conclusiones como las que publica en algunas de sus fotos: «París en diciembre no es Sevilla», sino que Kiko se haya tatuado en tamaño XL y en el dorso de su mano el ojo de su hija Ana, no seré yo quién más lo lo critique, me da entre grima y miedo, porque ya lo han hecho sus propios followers que le han calificado de «cutre» a «hortera» pasando por «feo».
La nueva ‘creación’ se suma al penúltimo tatto con el que el hijo de Isabel Pantoja adornaba su antebrazo, hace tres semanas, y que si por algo destaca no es por ser precisamente discreto.
**Fotos: Instagram