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“Observa la verdad y no la traspases. No calumnies a ninguna gente grande o pequeña”, Ptahhotep

Archivo de julio, 2014

Las lecciones de Jordi Pujol

Soy de la generación de catalanes que nacimos y crecimos con el pujolismo. Durante años solo conocimos a Jordi Pujol como president, ya que ganaba unas elecciones detrás de otras, y nos inculcó sus eslóganes a modo de lección moral para la vida. Recuerdo, por ejemplo, aquel de «La feina ben feta no té fronteres» («El trabajo bien hecho no tiene fronteras»). Obviamente, entonces no sabíamos que, cuando Pujol y cía nos hablaban de fronteras, resulta que él tenía una fortuna no declarada más allá del punto fronterizo de La Farga de Moles.

Por aquel entonces, había otro personaje público que estaba tan (o más) presente en la escena pública catalana que Jordi Pujol, en este caso, en el plano deportivo. Me estoy refiriendo a Josep Lluís Núñez, presidente del FC Barcelona durante muchos años. Pujol y Núñez salían tanto en la televisión que, años después, comentándolo con amigos de mi misma quinta, coincidimos en que, de pequeños, los confundíamos a los dos. Es decir, cuando éramos niños, no sabíamos quién era el presidente de la Generalitat y quién era el del Barça y viceversa. De hecho, Núñez también daba lecciones, del tipo «Al soci del Barça no se’l pot enganyar» («Al socio del Barça no se le puede engañar»).

Años después, hemos visto a Núñez sentado en el banco de los acusados y condenado. El Tribunal Supremo le rebajó finalmente de seis años a dos años y dos meses de prisión la pena por el llamado caso Hacienda, una trama de corrupción mediante el soborno de empresarios a altos cargos de la Agencia Tributaria para eludir impuestos durante los años 90. Es decir, dos de nuestros referentes públicos de infancia y que, en sus apariciones nos aleccionaban, han acabado teniendo problemas con el fisco. A nuestros ojos, hoy son una gran mentira, un castillo de naipes que, con el tiempo, se ha venido abajo.

En el caso de Pujol, su confesión ha llegado en un momento clave no solo para su partido, Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), sino también para el devenir de Catalunya. Hay quien ha hecho una lectura fatalista con respecto al proceso soberanista, como si el hecho de que el expresident tuviera una fortura en Andorra pudiera influir negativamente. Lo cierto es que CiU ya estaba en un proceso de renovación antes de saberse que Pujol tenía un (mal) as escondido en la manga. Hace unos días, Josep Antoni Duran i Lleida dio paso a Ramon Espadaler (más pro-soberanista) en la secretaría general de la federación nacionalista; Oriol Pujol, acorralado por el caso ITV, se quitó de en medio también poco antes de que su padre lanzara la bomba informativa andorrana; y el nuevo número 2 de CDC, Josep Rull, es un ferviente defensor de hacer borrón y cuenta nueva con respecto al pujolismo. El mismo Artur Mas inició su carrera política a la sombra de Pujol y le costó quitársela de encima para que la gente no le viera siempre como el delfín del expresident. Por lo tanto, la confesión de Pujol, ahora, puede significar para él romper la última atadura que les unía.

Quizás es por eso que ya se habla de un plan B para cuando Mariano Rajoy le diga a Mas en su reunión en la Moncloa que no le va a autorizar la consulta. Hay quien dice que Mas irá más debilitado a esa reunión después de que Pujol haya confesado lo de los 4 millones de euros andorranos, pero, ¿ya nadie se acuerda de los casos Bárcenas y Gürtel?…En cualquier caso, lo más sorprendente del caso Pujol no solo es que tuviera todo ese dinero no declarado en el extranjero, sino la reacción que ha tenido su partido nada más saberse la noticia. ¿Quién iba a pensar 10 años atrás que altos dirigentes de CDC exigieran públicamente que Pujol comparezca ante la justicia y que deje sus cargos en el partido que fundó? Y así ha sido, también, porque no les queda más remedio.

Jordi Pujol

El expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, quien ha confesado tener una fortuna familiar no declarada en Andorra. RAFA GARRIDO / ACN

La sociedad está cambiando y las lecciones morales ya no se hacen con eslóganes, sino que los votantes y contribuyentes exigen hechos a los dirigentes públicos. El plan B de Mas contempla un gobierno de concentración con los partidos pro-consulta y convocar unas elecciones plebiscitarias sin siglas al final de la legislatura, en 2016, para ver si ganan o no los partidarios de la independencia. Este plan, por eso, tiene dificultades más que notorias, ya que solo ERC -socio de CiU en el Parlament- podría entrar, a priori, en el Govern. ICV-EUiA está demasiado lejos de los postulados de CiU y la CUP, igual. Y presentarse todos ellos en unas elecciones bajo las mismas siglas también se vislumbra difícil. Una cosa es ponerse de acuerdo en la fecha y la pregunta de la consulta y otra muy diferente concurrir juntos a unas elecciones. En ese caso, solo CiU-ERC (o CDC-ERC) podrían hacerlo. De hecho, un año antes se podría ver y vivir un experimento similar, puesto que CiU necesitaría, muy probablemente, de un apoyo estable para volver a gobernar en la ciudad de Barcelona. Solo ERC se lo podrá dar, porque los partidos de izquierda barceloneses no nacionalistas -sobre todo, a raíz de la irrupción de Guanyem Barcelona- no concurrirán a los comicios municipales pensando en unas hipotéticas plebiscitarias catalanas, sino en clave estrictamente local. El abismo que separa al alcalde Xavier Trias de la CUP, el PSC o ICV-EUiA es demasiado grande, con lo que ERC es su única salida. Es cierto que Trias ha pactado acuerdos puntuales con el PPC esta legislatura, pero en un contexto de gobierno de concentración en la Generalitat y sin ninguna sintonía con el Gobierno central del PP, Alberto Fernández Díaz tendría muy difícil justificar algún apoyo a CiU.

A todo esto, la clase pudiente catalana está perdiendo sus referentes. Ya hemos hablado de Pujol -en la esfera política- y de Núñez -en el plano empresarial y deportivo- pero no hay que olvidar, a nivel cultural, el tsunami que supuso para muchos el caso Palau de la Música. Lo de Félix Millet fue un misil que impactó directamente en la burguesía catalana. Y no olvidemos que CDC aún está lidiando también con este toro.

Por último, quizás sin saberlo, Jordi Pujol acaba de dar otra de sus lecciones cuando ha confesado tener una fortuna en Andorra. Y es que aquello de «quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra» se lo puede aplicar muchísima gente en este país vinculado a aquello de «Hacienda somos todos». Seguramente, sin la economía sumergida, España no hubiera resistido esta crisis económica. Y, si no, pensemos en la gran cantidad de españoles que intentan escatimar el IVA cuando pueden. Sea como sea, lo de Pujol traspasa la esfera puramente tributaria, porque no deja de ser una estafa moral a todos aquellos catalanes que, independientemente de si le votaron o no alguna vez, lo tuvieron de president durante muchísimos años.

Festival Bachcelona en CiU

Esta semana se celebran los últimos recitales del Festival Bachcelona en Barcelona, pero un reconocido aficionado a Bach es el que ha dado la nota: Ramon Espadaler, conseller de Interior del Govern de la Generalitat, quien acaba de convertirse en el número 2 de CiU tras la renuncia a la secretaría general por parte de Josep Antoni Duran Lleida. Espadaler, que tiene 20 años menos que su líder en UDC, tiene el cometido de trasladar la temperanza de las suites para violonchelo que tanto le atraen de Bach a las relaciones entre CDC y UDC, los dos socios de la federación nacionalista catalana.

Los últimos meses se había deteriorado la relación entre el jefe de filas de Convergència, el president Artur Mas, y de Unió, Duran Lleida, aunque este último haya negado que esto haya influido en su decisión. En el trasfondo está la consulta. CDC ya se ha mostrado abiertamente a favor no solo de un referéndum, sino de la independencia de Catalunya, mientras que en Unió aún no han decidido qué votarían si se llega a celebrar una consulta.

Las suites para violonchelo de Bach resurgieron en el panorama musical internacional gracias a Pau Casals, el mismo que hizo aquel discurso en la ONU en 1971 donde reafirmó sus orígenes catalanes y su compromiso a favor de la paz, recordando que «Catalunya tuvo el primer Parlamento democrático mucho antes que Inglaterra» y «las primeras naciones unidas». Hoy en día, las suites de Bach son muy codiciadas por los grandes solistas. Mstislav Rostropovich las interpretó durante la caída del Muro de Berlín y han sonado con fuerza en otros grandes acontecimientos internacionales. Espadaler, seguramente, no sabe el peso que sus admiradas suites de Bach tienen en el contexto histórico reciente, pero, en cualquier caso, le ha tocado lidiar en los próximos meses con otro momento que puede ser crucial en la historia de España.

Duran Lleida y Ramon Espadaler

Josep Antoni Duran Lleida y Ramon Espadaler, exnumero 2 y nuevo número 2 de CiU. ALEJANDRO GARCÍA / EFE

Mas asegura que Espadaler es de su «confianza», al igual que lo es de Duran Lleida. Pero, a priori, parece ser que en el seno de UDC está ganando también el pulso el sector más soberanista. El nuevo número 2 de CiU vive en Vic, cuyo alcalde es uno de los mayores promotores de la Asociación de Municipios por la Independencia. Espadaler, democristiano, ha recibido una educación dentro del ideario cristiano y catalanista.

De hecho, participó en la elaboración del Estatut de Autonomía de 2006, aquel que impulsó el president Pasqual Maragall, que aprobó el Parlament y que después recortaron el Congreso y el Constitucional, tras el recurso presentado por el PP. Es decir, participó activamente en aquella operación fallida de dotar de más autogobierno a Catalunya y que, con el tiempo, ha dado pie al actual auge del independentismo. El Govern no ha negado nunca que en aquella sentencia del Constitucional contra el Estatut aprobado por la Cambra catalana está el origen del actual conflicto.

Espadaler ya había sido conseller con Jordi Pujol entre los años 2001 y 2003, pero en aquella ocasión se encargó de Medio Ambiente. Ahora, con Mas, es conseller de Interior, una de las carteras más importantes del Govern de la Generalitat. Esto puede jugar a su favor o en contra en su carrera política, dependiendo de cómo vaya solucionando los problemas que periódicamente surgen, por ejemplo, en torno a las actuaciones de los Mossos d’Esquadra. Hasta la fecha, ha cambiado al director de la policía catalana, ha aceptado eliminar las pelotas de goma tras recomendarlo el Parlament y ha tenido que afrontar operaciones polémicas, como el desalojo de Can Vies.

Sea como sea, justo antes del paréntesis de agosto, CiU ha movido ficha para prepararse para el otoño más caliente que se recuerda en Catalunya desde hace décadas. Nada más llegar de las vacaciones, la Diada del 11 de septiembre será otra prueba de fuerza para los movimientos ciudadanos y políticos que defienden la consulta. Más o menos por esas fechas, con la ley de consultas catalana aprobada, Mas deberá firmar el decreto de convocatoria del referendo si quiere que se celebre el 9N. Entre medio está la esperada reunión entre presidentes, justo después de que se hagan públicas las balanzas fiscales. Rajoy jugará la carta de la mejora de la financiación, pero con el pacto fiscal ya no hay suficiente para los partidos a favor del derecho a decidir. Incluso Duran Lleida aceptó concurrir a las últimas elecciones catalanas con un programa de CiU en el que se mostraba favorable a la consulta.

Tampoco hay que olvidar que CiU no es el único partido que está haciendo movimientos internos antes de otoño. Es notorio el cambio de líder y de dirección en el PSC, con Miquel Iceta (que ya ha comido con Mas en el Palau de la Generalitat), así como otros partidos, como el propio PPC, que no hace mucho también hizo retoques en su cúpula. No solo CiU, sino todos los partidos catalanes están preparándose para una segunda mitad de año que se prevé tan intensa como esas suites de Bach. Ahora solo falta saber quién será el encargado de tocar el violonchelo.

¿Hay que informar de las primarias de los partidos?

Ya hace tiempo que me pregunto por qué los medios de comunicación deben (o no) informar de los procesos de primarias de los partidos políticos. La razón es que no dejan de ser votaciones entre socios y simpatizantes de clubes privados, que, si bien acaban teniendo trascendencia pública si consiguen algún tipo de representación en las instituciones, en este estadio inicial de las primarias, no repercuten en la ciudadanía.

¿Por qué los periódicos tienen que dedicar páginas enteras a explicar la precampaña y la campaña electoral de los candidatos a las primarias de un partido? ¿Por qué la prensa debe dedicar espacios en portada para hacerse eco del ganador/perdedor de estos comicios? Personalmente, me llama la atención la poca participación que acostumbran a tener estas elecciones internas de los partidos. Se supone que si alguien es militante es porque se siente identificado con el proyecto de su partido y, por lo tanto, sería lógico pensar que cerca del 100% (o, al menos, un 90%) del censo convocado a las urnas debería ejercer su derecho a voto. Pero, no, lo que las primarias acaban demostrando es que, ni siquiera los que están metidos en política participan activamente en ella, es decir, ni siquiera votan.

En Barcelona, se han producido varios procesos de primarias. En el PSC se hicieron de cara a elegir el candidato a las europeas (al final, acabó con un lío entre los candidatos) y para escoger al alcaldable socialista. Ganó Jaume Collboni, pero, durante las primarias, también hubo algún que otro follón. Más recientemente, ERC ha elegido también quien será su candidato a la alcaldía de la capital catalana, Alfred Bosch. Pongamos este último caso como ejemplo que se reproduce en otras primarias de los otros partidos: no votó ni el 50% de los 2.373 votantes convocados, entre militantes, simpatizantes y «amigos».

Pedro Sánchez, nuevo líder del PSOE

Pedro Sánchez, nuevo líder del PSOE tras ganar las primarias, rodeado de un enjambre de medios de comunicación. JUANJO MARTÍN/ EFE

¿Qué proporción sobre el total de la población de Barcelona representan esos 2.373 votantes en las primarias de Esquerra Republicana de Catalunya? Una absoluta minoría, pero, aún así, los medios de comunicación informan sobre las primarias. Lo mismo ha pasado con la elección del líder del PSC en Catalunya, Miquel Iceta: el censo de votantes era de solo 20.658 catalanes y, de estos, al final solo votaron el 47% (9.693). Es decir, ni siquiera la mitad de los militantes convocados a las urnas para elegir a su líder acudieron a votar. Dejando de lado a los que pudieran trabajar ese día, estar de vacaciones fuera de Catalunya o enfermos, ¿por qué alguien que paga un carné de un partido no va a votar en las primarias? ¿Qué legitimidad tienen los partidos para convocar a las urnas a la ciudadanía en general cuando llegan unas elecciones generales, autonómicas, municipales o europeas, si ni los propios partidos son capaces de movilizar a la mayoría de sus militantes en unas primarias?

En la elección del nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, pasó prácticamente lo mismo. Todos los medios hablando durante días de unas elecciones en las que estaban llamados a votar tan solo 198.120 españoles. Al final, la participación fue algo mejor que en otras primarias (65,85%), pero, ¿estos resultados de las primarias no deben hacer reflexionar a los políticos? Ni siquiera son capaces de movilizar a una amplia mayoría de sus militantes. Y eso que tienen el apoyo de los medios de comunicación.

Informar sobre las primarias de un partido es, en cierta manera, como informar sobre las elecciones al FC Barcelona, otro club privado que convoca a las urnas solo a sus socios, pero cuyo proceso electoral traspasa el ámbito privado y llega a la esfera pública. En este caso, me atrevería a decir que con mucha más repercusión, porque, no nos engañemos, en este país el fútbol es Fútbol.

Siguiendo con el símil futbolístico, los procesos de primarias, tal y como se están desarrollando, son como autogoles que se meten los partidos en propia puerta, porque dejan al descubierto sus carencias y su escasa capacidad de movilización, incluso, entre los suyos. Por ello, me pregunto si los medios de comunicación deben (o no) informar sobre este tipo de comicios privados de una forma tan amplia (o desproporcionada) si se tiene en cuenta la repercusión real que tienen sobre la mayoría de la ciudadanía, que no vota.

Políticos «a pecho descubierto»

Se me quedó clavada una expresión del exalcalde socialista de Sant Adrià de Besòs, Jesús María Canga, quien decidió dejar la alcaldía después de 17 años al frente de este pequeño municipio barcelonés: «Le he cogido miedo a la política; los políticos estamos a pecho descubierto, cada vez más desprotegidos. Ahora se puede malinterpretar una conversación por teléfono con un amigo, un empresario o un colaborador. Corresponde a una forma de política diferente y yo no cambiaré a estas alturas».

Canga era, efectivamente, un político de raza, de los que iban por la calle y se enfrentaba a los problemas de los vecinos cara a cara, ya fuera en el barrio de La Mina o donde fuera necesario. Es lo que se le pide a un alcalde, ya que los ayuntamientos son la Administración pública de referencia de los ciudadanos. Pero, como él mismo vino a decir, los tiempos han cambiado. Ahora, un alcalde ya no se ve como un alcalde, sino, ante todo, como un político, con toda la carga simbólica negativa que puede tener hoy en día, sobre todo, después de acumularse todos estos años de crisis económica y de casos de corrupción.

La figura protectora y paternalista del alcalde o alcaldesa, que eran vistos como la persona que debía ayudar a desarrollar los barrios, quien creaba parques y jardines y quien impulsaba el bienestar de los ciudadanos, ha sido sustituida por la del gobernante rodeado de asesores políticos, que muchas veces actúa más pensando en las próximas elecciones que en sus vecinos. Los partidos políticos dominan demasiado, en cierta forma, el día a día de las ciudades y hasta los pueblos. Y, con ellos, la presión de los lobbies económicos. Es así como los alcaldes acaban siendo vistos, muchas veces, como personas distantes, que van en coche oficial, que solo aparecen en público para cortar la cinta en alguna inauguración o que solo van a los mercados para saludar a los tenderos cuando están en plena campaña electoral. La dictadura de los aparatos de los partidos ha acabado por dominar el funcionamiento de los ayuntamientos y las decisiones se toman muchas veces más en clave estratégica que pensando realmente en la ciudadanía.

PLataforma Sabadell Lliure de Corrupció

Miembros de la Plataforma Sabadell Lliure de Corrupció denunciando presuntos sobresueldos de 44 alcaldes catalanes. MARIA BELMEZ / ACN

Pero, ¿qué ha pasado? Pues que la gente no es tan tonta como algunos podrían pensar. Y, hoy en día, son los propios vecinos los que se organizan y crean sus partidos vecinales para optar a tener representatividad en su ayuntamiento. Es decir, el vecino puede acabar convirtiéndose en ese alcalde de antaño que la política de despachos ha hecho desaparecer.

La reciente denuncia de los presuntos sobresueldos que habrían percibido 44 alcaldes vinculados a la Federación de Municipios de Catalunya (FMC) no ha hecho más que poner otra vez sobre la mesa el debate sobre si nuestros políticos están en política por vocación social o, simplemente, por dinero. Está claro que, para vivir, necesitas cobrar por el trabajo que haces, pero, ¿es necesario que un cargo público electo cobre? ¿Cuánto debe cobrar y por qué conceptos?

Coincidí en un viaje con un concejal de un ayuntamiento del área de Barcelona -era el jefe de la oposición y con posibilidades de convertirse en alcalde- y me explicó que él no cobraba por su actividad de regidor. Tenía su trabajo, que desarrollaba en una importante empresa catalana -ya, multinacional- y ejercía su actividad pública en el consistorio, simplemente, por vocación. No necesitaba cobrar por ello y no era porque fuera rico, sino porque entendía que no debía recibir ninguna remuneración.

Por otro lado, desde hace ya varios años se venía hablando de las dietas que cobran los políticos, simplemente, por asistir a una u otra reunión. Una asesora de una regidora y diputada me explicó una vez que, cada vez que se acercaba un pleno o una reunión de las diversas instituciones donde ejercía cargos, la secretaria se lo recordaba a la concejala para que no se olvidara de ir, ya que, por el simple hecho de asistir, ya cobraba la dieta. Esta actitud denotaba una forma de hacer política que, por suerte, la sociedad sanciona cada vez más. Incluso se puede decir que ha llegado a ser mal visto.

Otra corriente sobre este tema es la que defiende que un político con cargo debe estar bien pagado para que no tenga la tentación de cometer ningún acto de corrupción. Y, vinculado a esto, hay quien sostiene que los gobernantes deben ser profesionales del sector, igual que para ser médico debes tener el título de médico o para ser maestro debes formarte para ello. Pero, entonces, surge la duda de si todos tendríamos las mismas posibilidades de dedicarnos a ello o, simplemente, accederían a esta «profesión» las elites con más posibilidades económicas de formarse.

Es cierto, Canga tenía razón, los políticos están hoy «a pecho descubierto», pero, ¿no será porque ellos mismos han cimentado un sistema de partidos basado en el acoso y derribo del rival y no tanto pensando en el interés de los ciudadanos y en el debate real de sus problemas cotidianos? Y, más aún, no son solo los políticos los que están a «pecho descubierto», sino que todos lo estamos. Y ese es el gran logro que nos dejan todos los casos de corrupción y todos estos años de crisis: la sociedad es hoy más crítica, más solidaria y más consciente de sus valores.

 

 

 

Asalto de las izquierdas en Barcelona

El domingo, 22 de mayo de 2011, CiU consiguió un resultado histórico en las elecciones municipales de Barcelona: arrebató la alcaldía a los socialistas después de 32 años de dominio del PSC. Se había llegado incluso a la coincidencia de que los partidos de izquierda habían gobernado en la Generalitat y en el Ayuntamiento de la capital catalana al mismo tiempo, haciendo célebre la fórmula del tripartito (PSC, ICV-EUiA y ERC).

Hoy, se da una situación a la inversa: CiU gobierna tanto en Barcelona como en la Generalitat. El alcalde, Xavier Trias, y el presidente de la Generalitat, Artur Mas, se pueden saludar si salen a sus respectivos balcones, como dos vecinos que se dan los buenos días por la mañana. Pero, el panorama político barcelonés y catalán está muy convulso. Dejando de lado lo que pueda pasar en los próximos meses con la posible consulta soberanista del 9-N, la cuenta atrás para la celebración de los comicios locales de 2015 ya ha empezado y, con ello, el intento de asalto de las izquierdas para volver a recuperar la Plaça Sant Jaume.

Pero, hay muchas diferencias con respecto a 2011. La crisis no solo ha cambiado la vida de muchísimas personas, sino que el desprestigio de las instituciones públicas ha hecho que sean los movimientos ciudadanos de base los que supongan la mayor amenaza no solo para CiU, sino para los propios partidos de izquierda que han ostentado cargos de gobierno en el pasado, como ICV-EUiA, PSC o ERC.

En Barcelona, se ha ido formando un caldo de cultivo en los últimos años que ha dado pie a que líderes de plataformas ciudadanas hayan dado el paso para ponerse en la primera línea política. Es aquí donde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), los Yayoflautas o movimientos contra la subida de las tarifas del transporte han cuajado con más fuerza. Ya hace tiempo que se nota que hay barrios que han decidido romper con el sistema, como en Nou Barris, una de las zonas más castigadas por los desahucios. Los movimientos asamblearios están proliferando como setas, con la intención de reinventar la política y las instituciones «desde la base», desde «los ciudadanos». Aparecen grupos vecinales y, en el mismo barrio, otros grupos que piensan diferente a los otros y así sucesivamente. Lo vemos en el Paral·lel, donde hay un sector de vecinos que se oponen a las obras, tal como las está ejecutando el Ayuntamiento, y otro que sí que las quiere.

Ada Colau

Ada Colau, exportavoz de la PAH y, ahora, una de las caras más visibles de Guanyem Barcelona. ORIOL CAMPUZANO/ ACN

Pero, en cualquier caso, este mensaje de reinventar el funcionamiento de las instituciones será muy difícil de contrarrestar desde los partidos tradicionales. Y lo saben. Por eso, cuando la exportavoz de la PAH, Ada Colau, junto a otros ciudadanos deciden crear la plataforma Guanyem Barcelona, en seguida le salen novias y novios para intentar juntarlos bajo (o junto a) las siglas de los partidos de izquierda más convencionales, como ICV o ERC.

En cinco días, Guanyem Barcelona ha recogido 9.500 firmas de apoyo de las 30.000 que quiere conseguir hasta el 15 de septiembre. Y ha lanzado un vídeo en el que toca todos aquellos temas que cualquier partido de izquierdas de Barcelona debería abordar si quiere ganar algún voto en mayo de 2015, pero, con el añadido, que las caras visibles de la campaña son personas como las que podemos tener cualquiera de nosotros como vecinos: desde la vecina de la Barceloneta que se queja de que están «vendiendo» su barrio ante la presión turística e inmobiliaria al usuario del transporte público que no le extraña que alguien se cuele en el metro tras la última subida de las tarifas. El vídeo habla de la corrupción, de un «cambio profundo», «desde abajo». Y sus armas son «la calle» y «las redes sociales».

Los partidos de izquierda habituales, como ICV, PSC y ERC -los antiguos socios de tripartito- quieren «ganar» otra vez el gobierno de la ciudad, pero, ¿quién puede ni siquiera plantearse arrebatar a CiU lo que le ha costado 32 años ganar sin conseguir aliarse con plataformas como Guanyem Barcelona? Hay que añadir otro actor a este asalto de la Plaça Sant Jaume: las CUP. Ya están en el Parlament y tienen la mirada fijada en el Ayuntamiento. Y, ¿qué pasa con Podemos? Ya obtuvo buenos resultados en las últimas elecciones europeas.

En ERC están ahora inmersos en su proceso de primarias, del que se ha tenido que descolgar Jordi Portabella, el líder de Esquerra Republicana en Barcelona desde hace muchos años. En el PSC ya hicieron su proceso para elegir a su alcaldable. Por lo tanto, todos los partidos de izquierda están acelerando la elección de su alcaldable para plantearle a CiU -y al alcalde Trias- una batalla que va a durar muchos meses. De hecho, ya ha empezado. Ya estamos en pre-pre-pre campaña electoral. No hay que olvidar que Trias está en minoría y hace unos días fue reprobado por su gestión del conflicto de Can Vies. La oposición también le ha atacado por la privatización de los aparcamientos públicos y otros temas de calado para el electorado de izquierdas.

La mejor baza de CiU y del alcalde es la fragmentación de la izquierda. Si de aquí a mayo de 2015, los diferentes partidos y plataformas de izquierda no llegan a algún tipo de entendimiento o acuerdo, su división será su peor enemigo y el mayor aliado de CiU y del PPC.  Los populares siempre tienen voto oculto en las encuestas. Y luego está Ciutadans, a quien los sondeos le dan un gran crecimiento a nivel de unas posibles autonómicas anticipadas, pero que aún no han entrado en el Ayuntamiento y podrían hacerlo. Es decir, se avecina un interesante «cacao maravillao» en la Plaça Sant Jaume y, según como se vayan desarrollando los acontecimientos en los próximos meses, pueden conseguir algún regidor un amplísimo abanico de formaciones políticas y/o ciudadanas. Los más veteranos de la política municipal temen que la ciudad se vuelva, entonces, «ingobernable». Pero, ¿y si lo que la sociedad demanda ahora es que se gobierne de esta forma? Porque, al fin y al cabo, el veredicto de las urnas será el reflejo de lo que quieran los barceloneses.