“A la altura del betún” titula su crónica el corresponsal de “La Vanguardia” en Madrid. Se refiere al prestigio de Barcelona, a como se percibe la capital catalana en Madrid. Para Juliana, que así se llama el corresponsal, ejercer de catalán en Madrid requiere «la paciencia de Job», porque “poner a caldo” lo catalán está bien pagado en Madrid, al menos en los comentarios de tertulias y foros semejantes.
No le falta razón a Juliana, Barcelona y Cataluña de vanguardia en muchos aspectos se ha quedado en algo menos, distinta y distante. Pero quizá Juliana sobreestima la preocupación del llamado Madrid por Cataluña o Barcelona. La cuestión catalana se ha convertido en argumento político instrumental en la confrontación de los dos grandes partidos, PP contra el PSOE, Rajoy contra Zapatero, pero no por antipatía a Cataluña sino por necesidades d ee se guión de antogonismo primario y perpetuo.
La magia barcelonesa que marcó su punto máximo tras los Juegos Olímpicos de 1992 se ha debilitado con el paso de los años. De ciudad excelente, Barcelona deviene en una ciudad más, incluso demasiado conflictiva y mediamente acogedora. La progresión de Valencia, Bilbao, Coruña, no digamos Madrid o cualquiera de las viejas capitales de la meseta… ha sido extraordinaria, mientras que en Cataluña se percibe ensimismamiento y asombro y desdén ante lo que ocurre alrededor.
Cataluña ha perdido liderazgo en el conjunto de España, percibe que Madrid se va, se aleja, y no lo comprenden. Ni siquiera Juliana, que es un fino observador y que fue capaz de entender la compleja Italia cuando ejerció brillantemente de corresponsal en Roma. Trata de entender Madrid sin reparar en que no existe, que carece de identidad y que en eso reside su misterio, en múltiples identidades blandas, que son líquidas e incluso gaseosas,
Existe un sector grosero que pone a caldo lo catalán (y lo francés, y lo norteamericano…) pero son muchos más los que aplauden en el Bernabeu al Barça cuando hace buen fútbol. Eso que llaman Madrid mira menos a Cataluña de lo que los catalanes imaginan. El dato relevante es que el llamado Madrid grande (que se extiende por el Henares, el Tajo… ), sin identidad, ni instituciones solemnes, nota como Cataluña se queda atrás, con sus furias y sus murrias.
Comentario duro pero realista.Lo sorprendente es que Barcelona no esté todavía peor con los políticos que tiene. Quizá sea porque Barcelona, mayoritariamente, tiene una sociedad civil dinámica y una clase empresarial mucho más abierta y con más altura de miras que sus dirigentes políticos. Ejemplos de ello son sus modernas Universidades (UPF, por ejemplo), sus prestigiosas Escuelas de Negocios (ESADE, IESE) o empresas de diversos sectores.Barcelona es una ciudad espectacular y lo seguirá siendo a pesar ese sector grosero cerrado y excluyente (que abunda bastante entre su clase política).Saludos
13 octubre 2006 | 18:14
Ellos se han pasado 30 años culpando de todo a «Madrit». Es normal que haya respuesta.
13 octubre 2006 | 20:17
Que el prestigio de BCN a menos me parece normal … con «lo que está cayendo» no ahora sino desde hace muchos años.Soy castellano y vivo en Madrid desde hace diez años, pero los tres anteriores lo hice en BCN, tiempo suficiente como para conocer el percal.En resumidas cuentas. Están acomplejados con respecto a Madrid. Todos sus fracasos se justificar por la capital. Viven mirando de reojo a Madrid.BNC es un ciudad demasiado cerrada en su catalanidad, se mira demasiado el ombligo y se lo mira a los que llegan allí. En mi caso que fui a trabajar noté demasiado esa mirada cosa que no me sucede en Madrid.Espero
16 octubre 2006 | 10:23
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27 noviembre 2007 | 06:13