Catalán, Montilla y Caixa: noticias que salen de la nevera

Cuando los periodistas no tenemos noticias frescas (o sea, sobre acontecimientos del día) solemos recurrir a las no noticias que guardamos en la nevera.

Algunas se conservan en buen estado y, al utilizarlas, se aderezan con ciertas especias (o especies) del día. Otras salen tan podridas de la nevera que huelen de lejos.

Ciertas noticias se guardan porque no envejecen casi nunca. Se repiten cada año, por las mismas fechas. Basta con cambiar la fecha y el nombre la nueva persona que ocupa el mismo cargo, y dice cosas semejantes a las que decía su antecesor, se arregla un poco la entradilla y cuela como si fuera fresca.

Otras se encargan premeditadamente no para publicar de inmediato sino para su almacenamiento, todavía verdes, en el cajón de las municiones, en espera del momento oportuno.

Esas no noticias (que llamamos púdicamente «intemporales» porque apenas envejecen y valen para cualquier día) serán publicadas, incluso con honores de «exclusiva» recién revelada, con tratamiento de primera página y con comentario editorial incluido, cuando convenga a los intereses (tangibles o intangibles) de la cultura corporativa del medio de comunicación correspondiente.

Para que su efecto sea el deseado -o sea, que tenga apariencia de noticia fresca y, por tanto, justificada y creíble- tiene que colgar de una «percha».

La percha no es otra cosa que una pequeña anécdota o suceso menor (que no merecería ni un breve a una columna en un día normal) pero que, al dar frescura al reportaje, historia o informe recuperado de la nevera, cobra una relevancia inesperada y salta a primera página como si se tratara del no va más.

Este recurso a la nevera es tan viejo que, seguramente, nuestros antepasados periodistas lo llamarían recurrir a la fresquera o almacén del sótano y nuestros hijos se referirán pronto al congelador inteligente, para rebuscar en él viejas historias que nunca mueren, sobretodo si están ligadas a la lucha por el poder más que a la búsqueda de la verdad.

El Mundo nos ofrece hoy varios ejemplos clásicos de nevera que son más viejos que el TBO. Observen fríamente las tres «noticias» que ocupan casi el 70% de su primera página. Ninguna de ellas (el uso del catalán en los dos últimos años, los emigrantes andaluces que se llaman Montilla, o los embargos anuales de la Caixa) ocurrió ayer ni anteayer.

Valen para cualquier día, siempre que encajen bien en las campañas o cruzadas del medio en cuestión. Analicemos fríamente el caso. Hoy le ha tocado a El Mundo (que ya es un clásico en esta lid) y otro día le tocará a El País que también disfruta de una esplendida nevera.

Como ven, ninguna de esas «no noticias» de la primera página de El Mundo aparece hoy en la primera de El País.

Cuando no hay un sujeto, un verbo activo y un complemento claro, formando una oración precisa, es que hay gato encerrado. Observen la fina habilidad del editor de una noticia, fabricada con estadísticas y datos recogidos desde hace dos años, que ha sido refrescada (sólo en página interior) por la «percha» de la fiesta que ayer tuvo lugar en el Palau Blaugrana de Barcelona, para celebrar en fin de la campaña «Da cuerda al catalán».

Gran titular a cuatro columnas:

Escalada de denuncias, inspecciones y multas por no utilizar el catalán

Segunda noticia, con datos del año 2004 y dos páginas completas interiores, a tres columnas en primera:

La Caixa embargó bienes por 29 millones el mismo año que perdonó al PSC y ERC

Quinta noticia «intemporal» de primera, a una columna:

Tribulaciones y ventajas de ser «un Montilla» en Cataluña

Las únicas noticias frescas que ambos incluyen en su escaparate de primera página (aunque con distinta valoración) son la Cumbre del Mediterráneo y las declaraciones de Rajoy sobre la lucha contra el terrorismo.

El Mundo:

Rajoy pide al PSOE que vuelva al Pacto contra el Terrorismo

ElPaís:

Rajoy pregunta a Zapatero «qué enjuagues se trae con Batasuna

En defensa de El Mundo he de reconocer que estamos analizando un diario de domingo. Y, como sabemos, los sábados se producen pocas noticias frescas, por lo que muchos diarios recurren a la nevera.

En su contra diré también -como algún malpensado- que quizás han encargado y reservado estas tres informaciones teledirigidas, y muy provechosas para la línea editorial de El Mundo, precisamente para ser publicadas en domingo.

Y no por falta de otras noticias sino porque es precisamente el día de mayor difusión (número de ejemplares vendidos) y audiencia (número de lectores) de toda la semana.

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Aviso a los lectores: No tienen por qué leer lo que sigue:

Aprovecho, como El Mundo, que es domingo para hacer algunas puntualizaciones (extraídas de mi nevera), en respuesta a ciertos comentarios que me preocupan, porque seguramente no me he expresado correctamente.

También aprovecho que es pronto para ir al cine y aún estoy haciendo la digestión de las sobras del pavo del «Thanksgiving Day» (no se si traducirlo como «Día de dar gracias» o «Día de Acción de Gracias» con permiso, claro, del tal «person» me nos ilustra con sus desabridos comentarios en perfecto inglé).

Ahí va:

Espero que, por este pequeño análisis, sacado, como digo, de la nevera, algunos de nuestros comentaristas no me llamen tan a menudo «subjetivo», «sesgado», «interesado», «parcial» o, simplemente, que «se me ve el plumero», como si todo eso fuera algo malo, reprobable o inhumano. Soy un sujeto y no un objeto.

Naturalmente, soy todo eso y, como ser humano, no puedo evitarlo. Como tampoco pueden evitarlo -lo quieran o no- los más honrados lectores y comentaristas de este blog.

No quiero engañar ni ofender a nadie. No soy objetivo. Tampoco soy de piedra. Me gustaría convencer y no vencer. Y hago este blog, como dije el primer día, por diversión, curiosidad y, creo que dije también, por vanidad (porque necesito rebajarla con los comentarios críticos).

Por algo puse el título «Se nos ve el plumero» al blog y no «Se les ve el plumero» o «Se os ve el plumero». El «nos» es un pronombre que nos incluye a todos, empezando y/o terminando por mí.

Trato de acercarme a la «objetividad», «neutralidad», «imparcialidad», etc., continuamente y de buena fe, pero soy perfectamente consciente de que son objetivos inalcanzables, sencillamente, porque no existen.

Forman parte de nuestros más bellos sueños y tendemos a ir hacia ellos, como si fuera posible hacerlos realidad. Y es bueno soñar con ellos.

¿Por qué no?

Pero, para evitar frustraciones, debemos recordar a menudo que son inalcanzables.

Sospecho habitualmente y no me fío ni un pelo de quienes presumen y pretenden vendernos la burra de que son todo eso: objetivos, neutrales, imparciales, etc.

Pueden ser personas simples, cínicas o perversas. Cuidado con los «objetivos», «neutrales», «equidistantes», etc. Suelen llevar dogmas ocultos en sus cartucheras ideológicas.

De vez en cuando, intento recordar a quienes me honran leyendo este blog, y a quienes incluyen comentarios críticos (que agradezco sinceramente, por duros que sean, siempre que mantengan el buen gusto y la cortesía) que me encanta hablar, escribir y comentar mis opiniones y las de otros.

Me gustan el diálogo, la interactividad y la crítica -sobre todo a los poderosos- pero lo que más ansío es la concordia y este noble objetivo (que me enseñó mi maestro y amigo el vicepresidente Fernando Abril Martorell) sólo es alcanzable en libertad.

Por eso, a veces, con la espontaneidad, peligrosa frescura, y rapidez de Internet, puedo pasarme de la raya (y me disculpo por ello) cuando critico o ataco a quienes considero que tratan de imponer sus criterios sin respetar la libertad de los demás, ya sean obispos, políticos nacionalistas, separatistas o separadores o fanáticos de cualquier secta o grupo de presión.

Por respeto a esa libertad, cualquiera puede leer o dejar de leer este blog. No es asignatura obligatoria. Y pueden participar en el debate con sus comentarios quienes así lo deseen libremente.

Como Arsenio Escolar, aún no he aprendido la técnica para poder borrar un comentario maleducado. Ni me interesa.

El otro día, sin ir más lejos, quise corregirme dos faltas de ortografía, ya publicadas, y armé la marimorena: me cargué todo el post con comentarios incluidos. Afortunadamente, uno de los sabios internautas de 20 minutos pudo rescatarlo todo.

Gracias por llegar hasta aquí.

Fin de mi homilía dominical. Que tengan un buen día.

JAMS.

P.D. o P.S (Post Data o Post Scriptum, o algo así)

Después del cine me gustaría incluir un post sobre el editorial de hoy de El Mundo, que se me ha escapado, titulado:

«El Gobierno concede a sus amigos lo mismo que niega a El Mundo».

El diario sangra por la herida pero, por razones equivocadas, tiene algo de razón. Aunque José María Aznar lo hiciera muy mal en el reparto de la mangancia con sus amigos y compañeros de pupitre, eso no es excusa para que Zapatero lo imite en lo malo, o lo supere en el reparto de favores a sus amigos, sin siquiera guardar las apariencias como le exigían la mujer del César que no sólo debía ser honrada sino también parecerlo.

¡Zapatero que se te ve el plumero!

¡No nos falles más veces!

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