– ¿Cómo creéis que se puede ayudar al desarrollo en Camerún? – Martin nos miraba inquisitivo con sus ojos azules desde la otra punta de la mesa. No sólo sus ojos estaban clavados en nosotras, los de todos sus jóvenes alumnos también, como si esperaran que falláramos la pregunta para la que ellos tenían la respuesta. Y no es para menos, toda su vida gira en torno a ello, no es un tema al que le hayan dedicado poca reflexión.
Martin es un profesor belga que vino a Dschang, este pueblo de Camerún, con un objetivo: formar a jóvenes cameruneses para que ellos mismos fueran quienes promovieran el cambio de su país. Con ese fin, les imparte clases donde fomenta su espíritu emprendedor y su búsqueda del cambio. Pero como bien dice, a pesar de ser blanco (o precisamente por ello) él no es el protagonista, ellos lo son.
Con Cyrille a la cabeza, un ingeniero de biomasa, y Severin, economista, trabajando a su lado, llevan a cabo jornadas de formación para emprendedores. «Formación para la que habrá un seguimiento de su actividad y una ayuda por nuestra parte, a nuestro nivel financiero, que si bien no es suficiente, al menos promueve la iniciativa», explica Cyrille. Ellos no piden dinero ni recursos, lo que necesitan es conocimiento, educación, que les tiendan una mano para ayudarles a levantar un país desarrollado y puramente suyo.
Critican duramente otros sistemas de ayuda y voluntariados considerando que enlentecen este tipo de espíritu de cambio, adormilando a la población. Su idea es otra, distinta, más ambiciosa sin duda, pero quién sabe, quizás sí sea la respuesta a la gran pregunta. Que aquellos que más conocen Camerún, que lo viven y entienden, consigan una educación y por tanto la capacidad de que su mañana sea siempre mejor que su ayer.