El protagonista de este vídeo, un joven luchador ‘sobrado’ (después descubriréis el porqué del calificativo), seguro que pensó, viendo a su rival, que iba a ganar el combate con un solo brazo. Ay, alma de cántaro, qué equivocadito estabas.

Como cualquier campeón que se precie, ‘el sobrado’ esperó a su contrincante en medio del ring. Al ver aparecer a un anciano calzado con unos guantes de boxeo que casi no podía sujetar, una sonrisa iluminó su rostro. «A este lo tumbo de un soplido«, «No me dura ni un Jesús«… Multitud de frases que quizá cruzaron la cabeza del muchacho augurando una victoria segura.

Ruido de campana. Comienza la pelea. Un primer golpe suave teniendo compasión del contrincante talludito. ¡¡¡Error!!! La reacción no se hace esperar. Como poseído por el elixir de la eterna juventud, el boxeador jubilado solo necesitó un par de directos para poner en su sitio al ‘sobrado’: la lona, como no podía ser de otra forma.

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