Como estaba previsto, el anuncio de suicidio que hizo Coto Matamoros ante media España ha sido un bluf.
Se ha llevado una pasta y vacaciones pagadas en Tailandia, entrando en los programas del cuore y mareando la perdiz para, al final, decir que ya no se suicida y que ha decidido entregarse a la justicia española, para cumplir los 90 días de cárcel que le ha impuesto un juez por no pagar las pensiones de sus hijos.
Lo que no tiene desperdicio es el número que montaron el otro día los dos hermanos, Coto y Kiko, gemelos para más señas, demostrando ante las cámaras el odio que se tienen.
Se llevaron la contraria, se insultaron, se rieron el uno del otro y hasta se echaban en cara que cobraban más que el otro por salir en los progamas.
Uno -Coto- decía que su padre lo había maltratado de pequeño, mientras el otro lo llamaba sinvergüenza porque eso era mentira. Mil cosas se echaron en cara a lo bestia ante los esponsables del programa que se estarían frotando las manos por la audiencia que esto les iba a dar.
Un capítulo más en el culebrón de los dos hermanos que no tienen otro oficio que el de salir en las teles para contar sus miserias. La última, que el del tatuaje maorí en la cabeza irá a la cárcel.