Me estoy divirtiendo mucho aprendiendo este idioma. Los errores que cometo han pasado de ser graves a solo graciosos, y no pocas veces, embarazosos.
Os voy a dar algunos ejemplos para que podáis reíros de mí o conmigo.
Cuando estudiaba en Alicante hace ocho años, quise preguntar si la tortilla llevaba cebolla o no:
«¿Hay ‘rodillas’ en esa cosa que se come con patatas ¿eh?».
«¿Rodillas? No, pero sí lleva cebolla…»
Por suerte yo no era la única extranjera en esa Universidad…
Otra vez pregunté en un restaurante por el cuarto de baño;
«¿Puedes usar el baño?».
Este hombre tenía un gran sentido del humor y bromeó:
«¿Tú, yo o ambos juntos?».
Me di cuenta de mi error y abandoné el lugar, roja como un tomate…
Pero debo decir que el día que me di cuenta de que yo podía hacer una broma en español me sentí muy emocionada. Esto es lo que pasó:
Fui a correr al Retiro, y cuando terminé vi que había cinco policías de pie en un círculo. Tenía curiosidad por hablar un buen rato con esos tipos. Quería preguntarles sobre los crímines en general. Esta fue nuestra conversación:
-Oye, lo siento por molestar, pero me interesa saber por qué siempre hay tantos policías en este parque?
-Es una rutina.
-¿Pero cuáles son los delitos más comunes aquí en el parque?
-Bueno, se roban monederos cuando la gente se queda dormida, tráfico de drogas…
-Sí, me he dado cuenta de que oigo la palabra ‘hachís’ cada vez que entro en el parque.
-¿Te sientes incómoda por ello?
-¡Sí, un poco, porque básicamente lo que yo busco es heroína!
Los chicos fueron agradecidos riéndose a carcajadas. Nos deseamos un buen día mutuamente y volví a casa. Y entonces me di cuenta de que ¡maldición!, acababa de hacer una broma en español! ¡Me sentía tan bien!