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Desde el ‘Satisfaction’ de los Rolling al ‘Wannabe’ de las Spice pasando por la lengua de Miley.

Gracias Conchita: Un ejemplo necesario para visibilizar el VIH

Qué importante es cuando alguien de la talla de Conchita Wurst da un paso al frente. Cuando un personaje público comparte su vida íntima para hacer del nuestro, un mundo mejor. Gracias Conchita.

Hoy Conchita Wurst, la indiscutible ganadora en 2014 del Festival Eurovisión (el primero que cubrí para este medio al que tanto debo), se ha liberado a través de su perfil de instagram y ha publicado que es portadora del virus del VIH.

¿Debería ser noticia algo así? ¿Me importa que Nick Jonas o Isabel Pantoja sean diabéticos? ¿Que Selena Gómez tenga lupus? ¿Que Lady Gaga padezca de fibromialgia? Pues no, la verdad es que no me importa en absoluto (más allá de que les deseo lo mejor) pero agradezco de manera efusiva su generosidad a la hora de compartir con su público sus patologías.

Y lo agradezco porque es necesario, porque hasta que yo no vi el documental de Lady Gaga para Netflix no supe lo dura que era su enfermedad, porque fue entonces cuando valoré el esfuerzo que hace cada vez que se sube a un escenario para darlo todo, porque ese día la humanicé, la comprendí y la admiré aún más. A ella y a todos los pacientes de fibromialgia.

Hoy, con Conchita Wurst me ocurre lo mismo. Desde que irrumpiese hace ya 4 años en el panorama musical internacional no ha parado de trabajar y de superar barreras. Dejando la música a un lado, Conchita Wurst ha demostrado que no es la friki que algunos quisieron ver en ella, que no es una drag queen con ansias de fama… Conchita es una cantante femenina con barba. Y es que… ¿por qué seguir usando etiquetas que a día de hoy son más que caducas?

Malditos prejuicios. Con el VIH pasa igual, es un virus estigmatizado, y el SIDA enfermedad demonizada. Flipo, cuando hoy, en pleno 2018, medios de comunicación serios y reputados titulan en sus portadas “Conchita Wurst tiene sida” . Manda narices

Por eso es importante que personajes públicos como ella alcen la voz, que sirvan como ejemplo y apoyo para los miles de infectados que hay en el mundo. Para que no se sientan mal, ni peor que los demás por tener VIH. Para que no tengan miedo al rechazo social ni amoroso, para que vivan bien y tranquilos, porque señores, en pleno 2018, hay mucha gente que todavía no sabe que el VIH es un virus crónico. Un virus que pese a que (de momento) no se puede eliminar del cuerpo humano, con una vida sana y una pastilla al día no se desarrollará nunca y el paciente no sufrirá la terrible enfermedad del SIDA. Un virus que, controlado, no se transmite. Un virus del que hay que protegerse pero no desvincularse.

A día de hoy, muchas personas son discriminadas en el mundo por tener VIH. Por desconocimiento, por desinformación y en definitiva por miedo. Por eso aplaudo a Conchita Wurst, hoy más que nunca. Por su valentía al dar un paso adelante, por ser ejemplo una vez más, y por no ceder ante las amenazas de su expareja que jugaba con su estado serológico para chantajearla. Porque no hay que tenerle miedo al virus, porque hay que ser responsables.

«Tengo VIH y es irrelevante, pero mi expareja está tratando de hacer pública esta información y no le daré el derecho a nadie de amenazarme ni de que afecte a mi vida.» Ha escrito la cantante en su perfil de instagram.

Dicho esto: el sexo, con precaución, y el amor, siempre incondicional.

PARA MÁS INFORMACIÓN SOBRE PREVENCIÓN Y VIH VISITA apoyopositivo.org

Hoy, más que nunca, una Conchita Wurst liberada renace como un fénix.

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