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‘Elena de Borbón’, ¿canción estrella de 2013?

Rimas brillantes y una letra profunda al ritmo dance de un Casiotone como el que tenía mi hermano mayor. Este temazo que Rafael Delgado ha compuesto como loa a la infanta Elena amenaza con convertirse en el nuevo ‘Gangnam Style’. ¡Sólo echo de menos una coreografía a la altura del hit! Preparaos para disfrutar de unos cinco minutos y medio de música inolvidable.

‘Elena de Borbón’ está plagada de versos sentidos, prácticamente todos de arte mayor, algunos de ellos octonarios (16 sílabas). El artista, abogado de profesión y géminis ascendente virgo de espíritu, ha cuadrado una letra casi perfecta, que poco tiene que envidiar a otros grandes del género como Dylan o Sabina, ídolo de mi alter ego @nostronichus. De todos los pareados, mi preferido es «desde niña siente debilidad por comer chocolate / y prefiere ganar a perder o quedar en empate». Pura poesía.

En cualquier caso, en este repaso musical a la vida de la infanta Elena se echa de menos un pasaje imprescindible, que el autor ha omitido seguramente a conciencia. No hay una sola mención a Jaime de Marichalar, al que sí citaron, en cambio, en uno de sus grandes éxitos los sevillanos de No me pises que llevo chanclas (ver vídeo). Un ultraje para el otrora llamado Don Jaime, que merecía, al menos, un verso que dijera algo parecido a «por las tardes le gustaba salir a pasear / y así un día conoció al apolíneo Marichalar».

Si como letrista el señor Delgado es un fiera, como músico yo creo que no anda a la zaga, aunque prefiero que el análisis lo hagan mis compañeros de Hablatumúsica, más duchos en la materia. Para mi gusto, la canción no es tan buena como elUrdangarín‘ perpetrado por Un pingüino en mi ascensor al ritmo de ‘Rasputin’, de Boney M. De todos modos, tiene mérito en estos tiempos que corren, en los que la monarquía camina vacilante, también en sentido literal, dedicar un tema a la familia de Borbón. Y Greciaaaaaaa aaaaa aaaa.

¡Salud y éxito, amigo Rafael!

PS. He obviado hacer comentarios del videoclip porque el autor no pudo realizar el trabajo fino que le hubiese gustado. Intuyo que no le cedieron imágenes de la infanta y tuvo que dedicar el 100% de la narración audiovisual al artista, del que hizo dos cuidados planos en un entorno amable: su casa.