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Un muy doloroso salto a la fama

Alerta para las personas sensible al dolor ajeno: este vídeo es doloroso. Las imágenes no son desgarradoras, pero sí pueden alterar un poco a los muy empáticos.

Hecho el aviso, ya puedo deciros que Nicole Easton ha entrado directamente en una posición de privilegio en mi ranking de personas idiotas con pocas luces. Y no es que yo le tenga especial manía, en absoluto. Creo que, en este caso, las imágenes no dejan lugar a la duda: Nicole no es muy lista.

La secuencia es propia de una película de adolescentes estadounidenses. La clásica fiesta que se celebra en una casa con piscina, el típico joven musculado que hace alarde de ello y las chicas monas con algún nivel de tara intelectual. El tío, para fardar, se sube al tejado de la casa y salta para caer en la piscina. Así, sin demasiado esfuerzo. En el mismo tejado y con la misma intención hay dos muchachas que requieren la atención de la cámara. Una de ellas, la morena con bikini negro, se comporta con cierta naturalidad. La otra, rubia y con traje de baño rosado, chilla y se contonea nerviosa. Es Nicole (Nicky, en voz del cámara que graba la escena).

Superado el ritual previo, Nicky y su amiga se lanzan desde el tejado. La amiga toma impulso y cae en el agua. Nicky, no. Nicky no es capaz de impulsarse. Nicky no cae en la piscina. Nicky se desploma sobre el suelo y se parte las dos piernas. Oh, Nicky, ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué hacerte daño a ti misma de forma tan absurda?

Pero aquí no acaba la historia, ¡qué va! Ya sabemos que el sistema sanitario estadounidense no es el mejor del mundo y si no tienes un seguro privado, te jod… fastidias. Bueno, pues Nicole no tenía seguro, así que tendrá que costear de su propio bolsillo los 4.200 dólares que, según estimaciones de su mamá, le va a costar su inopinado salto. Para echarle una mano, la señora ha subido el vídeo a la red con el fin de recaudar donaciones y, de momento ya ha conseguido unos 1.700 $. Esta iniciativa está siendo muy comentada en las redes y ha recibido severas críticas, ya que la gente cree que está vendiendo su dolor para ganar dinero. ¿De verdad? ¡No me había percatado de ello!

Para evitar este tipo de especulaciones, planteo una solución a alguna marca con ganas de promocionarse. ¿Por qué no crear un premio para la persona más estúpida del mes y darle una dotación económica? Ahí dejo la idea, Mientras, que los empáticos no sufran demasiado.