Una empleada del hogar de Hong Kong ha sido arrestada y se enfrenta a una posible pena de tres años de cárcel ¡¡por cochina!! La tipa no tuvo otra ocurrencia que echar orina y agua sucia al té que servía a la señora de la casa, que notó que aquella bebida tenía un olor un poco raro y consiguió una confesión por parte de su empleada.
No se conocen las causas que llevaron a la joven asistenta a semejante cerdada, si bien la muchacha señaló como atenuante que «la señora siempre se quejaba de mí». Frustrada por el poco aprecio recibido, se dejó mal asesorar por una compañera, que le ofreció uno de los peores consejos de los que he tenido conocimiento a lo largo de mis veintipoquísimos años de vida, y he escuchado unos pocos… La compañera, ¡alma de cántaro!, le recomendó que «pusiera orina en el agua con la que fregaba los suelos, en la comida y en el té». Según ella, así se ganaría el respeto de la señora.
Así, la asistenta confesó que adquirió la asquerosa costumbre de «poner una cucharada de orina en el té antes de servirlo a la familia. Y lo hice siete veces en un mes». Dios bendito, ¿qué locura es esta? Calamidad, si la señora se quejaba de ti, ¿pensabas que te iba a adorar después de que mearas en su bebida favorita?
Obviamente, el consejito de marras le va a traer un buen lío a la incauta que se dejó manipular. Ahora, está pendiente de un juicio que podría llevarla a la cárcel por «administración de sustancias nocivas», ya que podría considerarse que puso en peligro la salud de otra persona.
No es la primera asistenta que se deja llevar por la ira y comete actos de este tipo. Como recoge Shanghaiist, en 2010 una niñera dio de beber su propia orina a una bebé de nueve meses, pensando que así lograría que la niña fuera más obediente. Sin embargo, la palma se la lleva una compañera de gremio que en 2009 puso restos de su menstruación en la comida de su empleador. ¡Puaj!