Un muchacho neozelandés quiso demostrar su pericia y maestría practicando parkour (desplazamientos por la ciudad superando los obstáculos que se presentan en el recorrido). Pero su gran salto casi termina en tragedia. Pensó que podía volar sin haber tomado la bebida energética que te da alas. ¿Habrá reclamado los diez dólares de indemnización?
El caso es que este ‘aprendiz de Ícaro‘ confió demasiado en sus posibilidades, calculó mal su brinco y se dejó todo su orgullo en el vuelvo y un par de dientes de regalo. ¡Qué dolor!
Demasiado barato le salió su planeo, porque viendo el talegazo que se pega, dos incisivos me parecen una tarifa razonable. Para la próxima vez seguro que tiene una plan de ruta mucho más estudiado. Al joven le perdió el subidón de adrenalina.
PD. Y como no solo los humanos comenten errores de bulto, me viene a la memoria el perro que creyó que llegaba y falló estrepitosamente.
(Foto: captura de Youtube / WebTV5)
Corrió, saltó, voló, tropezó, cayó… pero lo mejor de todo es que volvió a levantarse, volvió a saltar, volvió a volar, y lo consiguió. El fracaso está en no volver a intentarlo.
16 octubre 2014 | 11:55
Se vino arriba, lo malo es que es recomendable venirse arriba con temas de menor riesgo.
16 octubre 2014 | 12:04
En el primer salto, no llegó
y se dio de morros en el suelo
dos dientes y un labio roto.
Se levantó fue al lavabo
y el segundo salto fue perfecto.
La verdad según parece es,
que en la primera intentona
al joven se le olvidó
ponerse una compresa con alas
En el segundo se la puso
y con mucho menos impulso
el salto fue OK, bueno.
Moraleja:
Antes de pegar el salto,
y no el salto del ropero,
debes ponerte de airbag,
una compresa con alas
no en los dientes y, sí en los hue-vos
y… a volar, volar y volar.
16 octubre 2014 | 16:47