Bienvenido a la vida

Es la habitación 427, cuarta planta a la derecha. Ella, brillante y clara, nos mira desde la cama y da un respingo: “¡Sois las primeras!”. Se ríe, se ilumina, sangra por donde la vida se abrió paso. Se deshace de la anestesia con paciencia, se remueve con quejidos leves. En la 427, con su sofá verdísimo, el único rastro de un niño es un camisón manchado. “Me lo han quitado…”, como quien denuncia resignada un atraco a mano armada, una puñalada de bisturí trapera. Un paquete de envío exprés reposa en la mesa con el cordón umbilical milagroso que quizás sirva en el futuro. A partir de ahora importa mucho el futuro. Llega un niño dando un traspié, de la mano de un perro inerte. Salió hace dos años del mismo vientre dolorido. Ella se vuelve a iluminar, y los brazos se quedan pequeños para el hambre que hay de abrazos. Y la cama es demasiado alta, y los goteros son cadenas que le impiden abalanzarse hacia el niño, tan ajeno a un hospital, a la sangre o a la palabra hermano.

Mientras, él espera novísimo, sin estrenar, en la primera planta, en una urna transparente. Su madre, tres pisos más arriba, se pinta la raya del ojo amarrada al estandarte del gotero y con la ilusión de que lleguen las siete. La dejarán tocarlo, verlo, una aspiración tan primaria entre un despliegue logístico de vendas, cambiadores, toallas y compresas. Las siete. La habitación 427 se queda vacía y una procesión de afectos coge el ascensor rumbo a una pecera higiénica, instalada para que los espectadores adultos no contaminen con sus manías y decepciones la vida que empieza. Afuera, un grupo de familiares espera noticias, a quién se parece, cuándo lo liberan, si es rubio o moreno… Y se intercalan las quinielas con anécdotas del verano, o de trabajo, o con presentaciones afectuosas de quienes no se conocen pero se quieren por el simple hecho casual de tener queridos en común. Es tarde, y adiós y gracias y enhorabuena y nos vemos y nos llamamos y…  Llega un ascensor, salimos a la avenida a coger un taxi que tiene puesta una emisora que brama contra los mercados que deprimen a unas Bolsas que hacen perder millones a unos brokers que juegan al parchís con unas empresas que pagan el pato con sus empleados. Una cadena invisible e inútil en la habitación 427, ajena a tanta irrelevancia, impermeable al caos, porque allí empieza una vida. Única. Bienvenido.

 

8 comentarios

  1. Dice ser Yankee

    Precioso relato.

    08 septiembre 2011 | 01:39

  2. Dice ser Siempre

    Me has emocionado, gracias!

    08 septiembre 2011 | 08:49

  3. Dice ser ...

    ké tiene ke ver esa foto con el relato? a mi no me ha gustado el relato

    08 septiembre 2011 | 09:40

  4. Dice ser Mi niña

    Opino igual que … ( que tiene que ver la foto con el relato?) Por cierto Raquel, que sí estos son prácticas para empezar a escribir una novela; el estilo del relato parece la transmisión escrita de un partido de futbol. ( La novela necesita de la pausa, dejar al lector entrar en el relato y no ser un espectador de acontecimientos).

    08 septiembre 2011 | 11:27

  5. Dice ser Tu Gran Escapada

    Un bonito relato, y desde mi punto de vista, una foto muy acorde con el texto. Nueva vida, cachorro, instintos de protección…

    08 septiembre 2011 | 11:53

  6. Dice ser antonio larrosa

    El relato carece de sorpresa ¿ O la sorpresa es la pantera en vez de la partera?

    Clica sobre mi nombre

    08 septiembre 2011 | 12:16

  7. Dice ser Cocu

    ¿Por qué el bebé no está con su madre? La madre tiene razón: se lo han quitado. Y a él, le han quitado su madre.

    Para el organismo del bebé y para el organismo de la madre, solo hay una causa que explique que “el otro” no esté pegado piel con piel y lactando, con su olor y su voz: que ese otro haya muerto.

    El organismo de la madre cree que el bebé ha muerto. El organismo del bebé cree que la madre ha muerto.

    El bebé yace en una sala nido o en una incubadora, en el más absoluto estado de pánico, pues el único mundo que conoce y espera es: su madre.

    08 septiembre 2011 | 12:43

  8. Dice ser manu

    Hola Raquel.

    Has dado en el «clavo». Comparto contigo lo verdaderamente importante, el nacimiento de una nueva vida, lo cuál conlleva AMOR.

    Saludos.
    Manu.

    http://horizontes-manuel.blogspot.com/

    08 septiembre 2011 | 14:15

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