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La vieja CiU y la nueva CiE

Hace unos días se formó un revuelo en el Parlament y en la coalición CiU después de que el conseller de Territori i Sostenibilitat de la Generalitat, Santi Vila, reconociera abiertamente que se siente más cerca del líder de ERC, Oriol Junqueras, que del presidente del comité de gobierno de UDC, Josep Antoni Duran i Lleida. Según Vila, Junqueras ha hecho una «cosa muy buena», que es «sintonizar con un malestar ciudadano y un convencimiento de que hay toda una época que se acaba». En cambio, Duran «ha hecho otras aportaciones relevantes, pero ha jugado un papel o ahora está jugando un papel que no tiene que ver con esta situación precisa del momento que vivimos ahora».

Estas palabras no la dijo cualquiera, ya que Vila es uno de los valores jóvenes de CDC, uno de los pocos que se podría postular con garantías a sustituir a Artur Mas. Quizás por eso sus palabras no sentaron nada bien entre sus socios de UDC, que manifestaron su malestar, también, públicamente. «Pontificar sobre los efectos del paso del tiempo no tendría que ser la prioridad de un miembro del Govern, menos todavía para abrazar a nuevos líderes fuera de CiU», le replicó el eurodiputado de Unió, Francesc Gambús. Otra pieza de peso dentro de UDC, Montse Surroca, llegó a preguntarse esto: «¿Será que -Vila- tiene en la cabeza la nueva federación CiE?. Las siglas CiE, obviamente, hacían referencia a Convergència i Esquerra en vez del actual Convergència i Unió.

Mas y Junqueras se saludan en el Parlament

Artur Mas y Oriol Junqueras se saludan en el Parlament. TONI GARRIGA / EFE

Ahora ha vuelto a estallar otro conflicto en la federación nacionalista, cuando el líder democristiano, Josep Antoni Duran i Lleida, se ha sentido «desautorizado» porque CDC y UDC han votado diferente en el Congreso la proposición de ley contra el yijadismo. Convergència alega que en la última ejecutiva de CiU no se acordó el sentido del voto, sino solo que no se opondrían a la tramitación de la ley, es decir, no se especificó que se debía votar a favor.

Con unas elecciones municipales y autonómicas -en clave plebiscitaria- a la vista, el tema de fondo es más importante de lo que parece. La vicepresidenta del Govern, Joana Ortega (UDC), que ha estado con el president Mas en todo el proceso soberanista, ha calificado de «irresponsable» la postura de Convergència en la tramitación de la ley contra el yihadismo. Pero, la cuestión es que CDC está marcando perfil propio respecto a UDC, algo que no había sucedido tanto y tan seguido nunca dentro de CiU.

Si nos remontamos al plan original de Mas para las elecciones catalanas -quería una lista unitaria soberanista, es decir, diluyendo en la candidatura a CDC, ERC y, cómo no, a UDC- podríamos pensar que el ala más derechista de Unió Democràtica de Catalunya incomoda cada vez más a Convergència. Dicho de otra forma, parece que en CDC se han dado cuenta de que no pueden aspirar a reeditar o conseguir alcaldías este mayo si no ofrecen, realmente, una imagen más ‘de izquierdas’, por así decirlo, ante proyectos como los de Guanyem, Podem, la CUP o la propia ERC. De ahí el voto diferente en la ley contra el yihadismo y de ahí también que el conseller Vila hable de «sintonizar con el malestar ciudadano».

Estamos, pues, ante una encrucijada de CiU que va más allá de si Unió o Duran i Lleida aprueban o no la hoja de ruta soberanista. ¿Se está gestando realmente una refundación de Convergència? ¿Qué pasará con Unió? ¿Está Duran, definitivamente, tan fuera de juego, una vez que ya parece no dominar ni siquiera las riendas de CiU en el Congreso de los Diputados? Es bastante impensable que se pueda hablar en serio ahora mismo de un CiE (CDC + ERC) como federación o coalición estable, ya que dentro de cada partido aún hay miembros destacados de perfiles muy diferentes, pero parece evidente que CiU, tal y como la hemos conocido hasta ahora, tiene los días contados.

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