Crisis

14-03-03torniillos

6 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    Nos podrán quitar,el trabajo, la cultura, la salud, el bienestar social, la libertad,la vida pero nunca lo bailao por mucho que noa aprieten los tornillos antoniolarrosa.com .

    03 marzo 2014 | 17:34

  2. “Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta”.
    Artículo 135 reformado de la Constitución

    «El 7 de septiembre de 2011 el Senado aprobaba la reforma del artículo 135 de la Constitución Española limitando el techo de gasto de las Administraciones según los márgenes establecidos por la Unión Europea. Límite fundamentado por la necesidad de salvaguardar la “estabilidad presupuestaria”. Sin embargo, bajo este propósito queda enquistada en nuestra Carta Magna la obligación de satisfacer el pago de la deuda como objetivo prioritario de la gestión pública con independencia de otras necesidades. Al tiempo, fija en el cuerpo social el estigma de lo público como algo gravoso cuyos excesos hay que vigilar y limitar. “No se puede gastar lo que no se tiene”, dirá después Rajoy. En realidad, este supuesto dispendio, amplificado por los casos de corrupción y despilfarro que han creado tanta alarma mediática y social, es en gran medida el resultado de subordinar la financiación de la deuda al juego especulativo de los mercados financieros.

    Pero este cuadro no tiene nada de frío diagnóstico económico. Encierra una estrategia política doble: establecer una estricta correlación entre deuda y recortes (sociales, se entiende) y trasladar el peso de la deuda sobre la conciencia colectiva. Como ya experimentan las sociedades griega, portuguesa y española, el tándem deuda / recortes ha entrado en un círculo vicioso cuya única solución sería purgar al Estado por su obesidad mórbida. Es decir, acometer “reformas” estructurales que corregirían el derroche de lo público hasta equilibrarlo con la eficacia de lo privado. Porque ahí donde se elimina gasto social aparece, casualmente, un nicho de mercado. Esta idea no sería compartida o soportada si no fuera legitimada por la segunda estrategia: todos somos deudores y debemos responder por ese déficit. Invocación a la autoinculpación dialécticamente atrapada en la telaraña de la corresponsabilidad colectiva: “Sin las renuncias parciales de cada uno la recuperación de todos es imposible”, asegura nuevamente Rajoy. Esta “socialización de la culpa” se ha revelado una coartada realmente eficaz, pues exime a los verdaderos causantes al diluir sus responsabilidades en el conjunto de la ciudadanía. Es lo que salmodian algunos voceros desde distintas instancias del poder: “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. La frase merece ser diseccionada, pues en su inclusión enunciativa y ambigua ejemplaridad encuentra su mayor consenso: “yo”, el que la pronuncia, también me señalo y con ello refuerzo la admonitoria responsabilidad; aunque eso sí, sin determinar la mía. Además, revela un diagnóstico sobre el pasado y un designio sobre el futuro: antes disfrutábamos de una prosperidad inmerecida que ahora debemos pagar. Pero hay más, equipara ese hipotético exceso de bienestar colectivo para que el castigo sea asumido en igual medida.

    Ya sabemos que ahora trabajar más es sinónimo de ganar menos
    Y, ciertamente, la culpa y el castigo inspiran buena parte de las medidas que los gobernantes adoptan actualmente. En este punto, los discursos oficiales y su vocabulario (sacrificios, austeridad, rigor, medidas dolorosas, esfuerzos…) han conseguido una gran aceptación: cuando la culpa se comparte resultan más cercanas y cotidianas las causas de la crisis. Es más, se puede aplicar una estigmatización selectiva de la sociedad (por gremios, edades, condición social), jaleada por una suerte de rencor hacia el otro, que hace razonable su castigo (aunque sea el más necesitado) y tolerable el propio. Se penaliza a los trabajadores que enferman descontándoles parte de su sueldo, se penaliza a los enfermos que “abusan” de las medicinas y los tratamientos, se penaliza a los estudiantes repetidores incrementándoles las matrículas… Una lógica que siempre admitirá una vuelta de tuerca más al investirse de discurso moral, circunstancia que ya advirtió Max Weber a propósito del influjo de la ética protestante en el capitalismo. No solo eso, legitimada su aplicación como signo de buen gobierno, naturaliza sus efectos: todo castigo debe someter al culpable a la experiencia purificadora del dolor. “Gobernar, a veces, es repartir dolor” sentencia Gallardón. Las consecuencias de este “sufrimiento inevitable” no se han hecho esperar: un alarmante incremento de la pobreza, la desigualdad y la exclusión social, según revela el último informe FOESSA (Análisis y perspectivas 2013: desigualdad y derechos sociales).

    Desde el “discurso de la deuda”, todo ello no sería más que un sacrificio necesario y la constatación de que los expulsados del sistema no se han esforzado lo necesario (por tanto, se les puede abandonar a su suerte). Porque nunca es suficiente: “Tenemos que cambiar y ponernos a trabajar más todos porque, de lo contrario, España será intervenida”, nos diagnostica Juan Roig, el adalid de la “cultura del esfuerzo” a la china. Y ya sabemos que ahora trabajar más es sinónimo de ganar menos. De ahí que la sombra de la mala conciencia se cierna también sobre las negociaciones salariales. Aceptar la reducción del salario es admitir implícitamente esa supuesta parte de responsabilidad en la crisis y asumir como propia, cuando no hay acuerdo, la decisión del despido de otros trabajadores.

    En el círculo vicioso de la deuda, la única salida posible parece ser la austeridad
    Un peculiar sentido de la responsabilidad que llevaba al PP a establecer un insólito silogismo el pasado 14 de noviembre con motivo de la huelga general. Ese día, el argumentario distribuido entre sus dirigentes afirmaba: “La huelga general supone un coste de millones de euros que podrían destinarse al gasto social”. Es decir, los huelguistas serían culpables no solo de lo no producido (con el consiguiente perjuicio para la marca España), sino de que su montante económico no se hubiera traducido mágicamente en gasto social. En suma, sus reivindicaciones irresponsables quedarían deslegitimadas por insolidarias. Apurando esta lógica, cualquier reivindicación o protesta sería un gesto de desobediencia irresponsable a ese nuevo orden dictado desde el rigor presupuestario y la contención salarial.

    Y es que, en ese círculo vicioso de la deuda, la única salida posible parece ser la austeridad, un dogma moralmente irreprochable, que promete llevarnos a la expiación económica. Bajo sus designios el Estado quedaría paulatinamente liberado de todo compromiso social y el individuo a merced de la mercantilización de todos los servicios públicos. No solo eso, al igual que en los tiempos de bonanza el crédito alimentaba nuestros sueños de prosperidad, la deuda hipoteca ahora las perspectivas de futuro: paro o empleo precario a cambio de pensiones exiguas o privatizadas para disfrutar cada vez más tarde. Un destino determinado por lo que el filósofo Patrick Viveret denomina “sideración económica”: no hay otra alternativa y hasta las víctimas lo creen así y aceptan su condición.

    Paradójicamente, en este marco conceptual apenas se menciona a los propietarios de “nuestra deuda”, ¿quiénes son y por qué les debemos? ¿Cómo han logrado reescribir nuestra Constitución? Es comprensible que no se pronuncien sus nombres o se muestren sus rostros. Los que gobiernan al dictado de sus designios también les deben mucho».

    Rafael R. Tranche es profesor titular en la Universidad Complutense de Madrid.
    16 MAY 2013

    03 marzo 2014 | 17:44

  3. Dice ser Mia

    La crisis afecta a algunos y a otros no, yo que trabajo más con empresas fuera de España puedo decir que el trabajo ha vuelto a niveles del 2007.

    miaholger.over-blog.com/2014/03/new-york.-hier-et-de-nos-jours.html

    03 marzo 2014 | 18:13

  4. Dice ser Julian Martinez

    CRISIS SI, PERO SOLO PARA EL MUDO TRABAJADOR DEBILES POR ENFERMEDAD Y ANCIANOS

    Lo que esta pasando catastroficamente contra el mundo trabajador, no es solo en España, es “mundial” con la introducción de una dictadura del sistema capital, todo este cataclismo de recortes, embargos de sus casas, subida de toda la materia prima para la vida, nuevos impuestos sobre impuestos, amedrentamientos con ley, etc. etc. esto es producto de la globalizacion y control con engaños muy calculados suprimiendo con ley y recorte las bases fundamentales para la vida. El FMI aconsejando que hay que aumentar los recortes sociales.

    Están engañando a los pueblos, hoy estan dispuestos a emplear las armas para matar a los pueblos, las cárceles las tiene hasta los topes con múltiples de amenazas, se disfrazan de socialistas, comunistas y religiones, cuando los hechos demuestran claramente que son asesinos psicópatas, llenos de vicios corrompidos con esquiroles del sistema «fascista» los tienen desplazados por todas partes incluidos estos Blogs, de opinión a fin de recoger el pensamiento de defensa de las masas trabajadoras, para bloquear y fichar los revolucionarios opuestos al crimen terrorista de los corruptos mafiosos hoy introducidos en los gobiernos de las naciones, creando el caos humano, rompiendo el planeta por contaminación con máxima explotación.

    Esto es una crisis impuesta por el mismo sistema capital extendiéndose por todo el planeta, viven de las guerras del crimen colectivo sin piedad alguna, nos llevan a una dictadura mundial por medio de la fuerza de las armas con premeditacion y tecnología creando cataclismos con grandes miserias sin piedad a nada. El mundo esta a punto de arder, una ojeada global lo esta confirmando. No es una Nación la que se subleva, sera el mundo entero esto no se puede soportar mas.

    Este barco de corrupción todos los pueblos del planeta, tiene el deber de hundirle. Mientras no vengan nuevos lideres de nuevas generaciones bien organizados con erreglo a los tiempos tecnologicos actuales, estos corruptos degenerados seguiran haciendo salvajadas sin precedentes.

    04 marzo 2014 | 03:39

  5. Dice ser Al Sur de Gomaranto

    La Crisis es el acoso
    de quien gobiernan hacia los pueblos
    hacia sus segmentos más débiles,
    trabajadores, autónomos, jubilados,
    parados, pobres y menesterosos.
    Siempre se hace el acoso,
    sobre el más débil, o enfermo,
    al más viejo o más tullido,
    sin duda al más desvalido
    Es el acoso escolar
    siempre, sobre el más indefenso.
    Y es el acoso de género
    siempre, sobre la mujer
    o bien cargada de hijos
    o que no tiene recursos.
    Y ahora los gobiernos
    los gobiernos de todo el mundo
    y sobre todos los de derechas
    hacen del acoso al pueblo
    el centro de su política,
    con crisis creadas por otros,
    como banca y capitalismo,
    y que ellos mismos acrecientan
    sobre todo con el reparto
    del de los ingresos, entre ellos.
    con salarios y sobre-sueldos
    que luego exportan a la Suiza
    y a otros paraísos
    en cuentas de dinero en negro
    empobreciendo las Hacienda
    y endeudando a los pueblos.
    Para el pueblo que es quien paga
    el IVA, tasas e impuestos
    cada vez aprietan más,
    las clavijas y tornillos,
    y de todo lo que pagan
    del pastel como le llaman
    solo recibe las migajas
    y cada vez más recortadas,
    La crisis es el acoso
    de los gobierno hacia los pueblos.

    05 marzo 2014 | 11:59

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