Mi abuela siempre decía “Quien quiere la flor, quiere la hoja de alrededor”. ¡Y qué razón tenía! La suegra es una figura ridiculizada y maltratada, diana de críticas y chistes malos.
Recuerdo a mi abuela repetir dicha frase como una letanía una tarde de verano de hace muchísimos años. Estábamos en casa de una amiga suya, de visita, y la señora le contaba a mi abuela las malas relaciones que tenía con su nuera. Yo no entendía gran cosa pero escuchaba con atención mientras comía galletas y bebía la Cocacola que en casa no me dejaban ni probar.
Esta semana pensé en esa escena. Lunes. Diez de la noche. A punto de cenar. Suena el teléfono. ¿Por qué suena el teléfono justo en el momento del día en que has cerrado la puerta y te has despedido del mundo exterior? Q descuelga. Es su madre. Escucho media conversación. Básicamente monosílabos del tipo: “sí”, “ya”, “no sé…”.
Me mira y me pregunta en voz alta: “Que si vamos el domingo a comer a casa de mis padres…”. Noto que he de tomar una decisión ¡ya! Y la he de tomar yo.
Pienso rápido. Hoy sólo es lunes, falta mucho para el domingo… Miro a Q y le digo: «¡Y yo qué sé qué haremos el domingo!”. Le responde: “Sí, sí, ahí estaremos”.
Suspiro.
-¡Qué razón tenía mi abuela!
-¿Qué dices?
–Nada, pensaba que hace muchos días que no compro flores.