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La famosa frase que todos atribuyen a Voltaire pero que él jamás pronunció

La famosa frase que todos atribuyen a Voltaire pero que él jamás pronunció

Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo’ es una de las más célebres citas que se pronuncian cuando alguien quiere dar a entender su disconformidad con lo que su interlocutor dice o piensa pero que la respeta por el fundamental derecho a la libertad que todos tenemos para expresar nuestras opiniones.

Es habitual que esta cita vaya acompañada con la coletilla ‘Como dijo Voltaire…’, atribuyéndosela erróneamente al célebre filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido por el seudónimo ‘Voltaire’.

En realidad jamás pronunció dicha frase (o al menos no hay ninguna constancia escrita de que así fuera) y debemos realmente la autoría de la misma a la escritora británica Evelyn Beatrice Hall, quien fue una gran estudiosa de la vida y obra de Voltaire y autora de una importante biografía titulada ‘Los amigos de Voltaire’ (The Friends of Voltaire) publicada en 1906.

Fue la propia Evelyn Beatrice Hall quien la pronunció por primera vez y solía utilizarla ilustrativamente cuando quería referirse al modo de pensar, creer y vivir del filósofo al que tanto admiró.

 

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Fuente de la imagen: pixabay

Voltaire y su satisfactoria participación en una orgía [Anécdota]

Voltaire y su satisfactoria participación en una orgía [Anécdota]

A mediados del siglo XVIII, François Marie Arouet (universalmente conocido como Voltaire) fue invitado a asistir a una orgía en París. Jamás había participado en una y se tenía como un hombre abierto a nuevas experiencias, por lo que la curiosidad que sentía por saber cómo era hizo que aceptase la invitación a unirse a la bacanal.

La mañana siguiente, tras una más que satisfactoria y placentera noche, el filósofo francés comentó a sus amigos lo mucho que había aprendido y la gran experiencia que había supuesto para él.

Esto hizo que volviesen a invitarle a una nueva orgía para esa misma noche, pero Voltaire, a pesar de ver grandes virtudes en el hedonismo (doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida), prefirió declinar la invitación con la siguiente e ingeniosa contestación:

«Mis buenos amigos, una vez es filosofía, dos veces es perversión»

 

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Fuente de la imagen: Wikimedia commons

Diez curiosas anécdotas de famosos filósofos

La entrada que os traigo hoy son diez curiosas y divertidas anécdotas sobre famosos filósofos de todos los tiempos.

El desparpajo, despiste, ocurrencias o genialidad de todos ellos hace que la historia esté repleta de divertidísimas anécdotas protagonizadas por estos.

Espero que sea de vuestro agrado.

 

Precaución ante los bandidos

El filósofo francés, Ernest Renan andaba con los preparativos de su próximo viaje a Palestina, cuando un buen amigo le advirtió de los peligros del lugar:

– Cuidado Ernest, hay muchos bandidos por allí. Creo que deberías llevar contigo un fusil, por si acaso.

– ¿Para qué? ¡Los bandidos me lo robarían!

 

Valery y las musas

El filósofo y poeta francés, Paul Valery, era una persona bastante desgarbada y que no le prestaba una atención especial a su imagen.

Cierto día, se le acercó una joven que le dijo:

– Su aspecto no hace pensar para nada que usted sea un elegido por las musas

– Tiene usted razón, señorita- replicó en voz baja y con tono misterioso -Es que yo soy de la poesía secreta

 

Diógenes y la hora de comer

Conocido era el desprecio que sentía Diógenes de Sínope por las convenciones sociales. Tanto que, ello le llevó a vivir en el interior de un tonel.

En cierta ocasión, uno de sus discípulos le preguntó:

– Maestro, dinos ¿a qué hora se debe poner uno a comer?

– Depende, si eres rico puedes comer cuando quieras y, si eres pobre, siempre que puedas

 

Accidentada conferencia

El filósofo y matemático británico Bertrand Russel fue invitado a exponer una conferencia política en un club de mujeres conservadoras.
Debido al discurso izquierdista de Bertrand, las damas comenzaron a arrojarle todo lo que caía en sus manos. Para evitar males mayores y rescatar al filósofo, un guardia intentó apaciguar a la masa enfurecida:

¡Señoras, pero es un gran matemático!– exclamó.-¡Pero es un gran filósofo!– insistió sin ningún éxito

Finalmente, el guarda gritó:

¡Pero su hermano es conde!

La calma volvió a la sala y Bertrand pudo salvar el pellejo.

 

Incredulidad religiosa

Paseaba junto a un amigo por la calle cuando se cruzarón con una procesión precedida por un Cristo crucificado, motivo por el cual Voltaire se quitó el sombrero en señal de respeto.

Os creía incrédulo en materia de religión– le dijo su acompañante, sorprendido por el gesto

Y lo soy– matizó Voltaire –Aunque Cristo y yo nos saludamos, no nos hablamos

 

Wittgenstein y el tren

Se cuenta que el filósofo Ludwig Wittgenstein se encontraba en la estación de Cambridge esperando el tren con una colega. Mientras esperaban se enfrascaron en una discusión de tal manera que no se dieron cuenta de la salida del tren. Al ver que el tren comenzaba a alejarse Wittgenstein echó a correr en su persecución y su colega detrás de él. Wittgenstein consiguió subirse al tren pero no así su colega.

Al ver su cara de desconsuelo, un mozo que estaba en el andén le dijo:

– No se preocupe, dentro de diez minutos sale otro.

– Ud. no lo entiende- le contestó ella -él había venido a despedirme.-

 

Los honorarios de Sócrates

Cierto día, un rico ateniense encargó a Sócrates la educación de su hijo. El filósofo le pidió por aquel trabajo quinientos dracmas, pero al hombre le pareció un precio excesivo.

– Por ese dinero puedo comprarme un asno.

– Tiene razón. Le aconsejo que lo compre y así tendrá dos.

 

El hombre según Platón

Tras oír que Platón definía al hombre como “Un animal de dos patas sin plumas”, el filósofo Diógenes le envió a su academia un gallo desplumado comentando:

–  Aquí está el hombre de Platón.

Platón tuvo que añadir a su definición: “…con uñas anchas y planas”

 

Única intervención parlamentaria

Desde 1687 a 1690, Isaac Newton fue miembro del Parlamento británico en representación de la Universidad de Cambridge. Durante el tiempo que ostentó el cargo sólo pidió la palabra en una ocasión y fue para decir lo siguiente:

– Propongo cerrar esa ventana porque aquí hace un frío considerable

 

Yo soy el Papa

En cierta ocasión Bertrand Russel estaba especulando sobre enunciados condicionales del tipo :“Si llueve las calles están mojadas” y afirmaba que de un enunciado falso se puede deducir cualquier cosa.

Alguien que le escuchaba le interrumpió con la siguiente pregunta :

– «Quiere usted decir que si 2 + 2 = 5 entonces usted es el Papa”.

Russel contestó afirmativamente y procedió a demostrarlo de la siguiente manera :

– «Si suponemos que 2 + 2 = 5, entonces estará de acuerdo que si restamos 2 de cada lado obtenemos 2 = 3. Invirtiendo la igualdad y restando 1 de cada lado, da 2 = 1. Como el Papa y yo somos dos personas y 2 = 1 entonces el Papa y yo somos uno, luego yo soy el Papa”

 

 

Fuentes y más anécdotas