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¿Es recomendable dar café con sal a una persona borracha?

Posiblemente en más de una ocasión habrás escuchado que para que se le pase rápidamente la borrachera a alguien lo mejor es hacerle tomar un café con sal. Pero en realidad eso es algo que está seriamente desaconsejado por todos los especialistas en medicina, así que a la pregunta del enunciado la respuesta es un categórico NO.

Si lo que queremos es que se le pase la cogorza lo más rápido posible, lo mejor que podemos hacer es no darle de beber absolutamente nada durante un buen rato, ni tan siquiera agua. La razón es muy sencilla: dependiendo de la constitución de cada persona, nuestro hígado tan sólo puede metabolizar (de media) aproximadamente 1,5 decilitros de una bebida con alcohol por cada hora transcurrida. Esto quiere decir que tras una importante ingesta de licores si le seguimos suministrando más líquido el proceso se ralentizará y el alcohol consumido permanecerá durante mucho más tiempo en el organismo.

El viejo mito de que el café con sal es bueno para que se le pase la borrachera a alguien surgió de dos conceptos diferentes que se mezclaron en la cultura popular y que con los años han ido unidos. Por un lado está el hecho de que el alcohol causa somnolencia, por lo que se asoció que la cafeína era un método eficaz para combatir la modorra que le entra a alguien tras pillar una buena melopea. Por otro lado está el erróneo y ampliamente difundido convencimiento de que provocando el vómito se expulsa gran parte del alcohol tomado y por lo tanto se va mucho antes la borrachera. El echar una importante cantidad de sal a casi cualquier bebida (en este caso el café) ya de por sí garantiza una buena arcada.

Dando de beber un café con sal lo único que conseguiremos es que la persona que se ha emborrachado, y a la que pretendemos ayudar, se encuentre mucho peor.

En realidad, si ya estamos notando que está bajo los efectos de la borrachera es porque el alcohol ingerido ya está en su sangre y por mucho café que tome (sea con o sin sal) lo único que conseguiremos es que se alargue aún más el tiempo de embriaguez y termine por causarle un mayor malestar general.

 

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Fuente de la imagen: 20minutos.es

¿Por qué decimos que a alguien “se le toma por el pito del sereno”?

Esta expresión se aplica cuando a una persona no le damos ninguna importancia, no la tenemos en cuenta y sus opiniones nos resultan poco o nada relevantes, llegando incluso a abusar de su buena fe y bondad.

La emblemática figura del sereno apareció como tal en España durante el último cuarto del siglo XVIII y perduró a lo largo de cerca de 200 años, desapareciendo paulatinamente por el uso del despertador y la aparición del portero automático entre otros avances.

Sus cometidos eran variados, encendían las farolas, abrían las puertas de los edificios a los inquilinos que regresaban bien avanzada la noche (tenían en su poder las llaves de todos los portales), ejercían de vigilantes nocturnos, voceaban las horas e informaban del estado meteorológico. Seguro que entre los lectores de este blog se encuentra más de una persona que recuerda haber vivido la época en la que aun existían serenos nocturnos y era muy popular escuchar expresiones como el típico “¡las diez y sereno!”.

Fue precisamente función de informar del estado meteorológico la que dio origen a su nombre. El cielo solía estar, por lo común, sereno y a fuerza de repetir esta expresión una y otra vez pasó a ser el nombre con el que se los llamaba, acompañado de una palmada seca ¡Sereno!

Otra de sus obligaciones era avisar al cuerpo de bomberos si se producía un incendio, a la policía por robo u otras trifulcas y, en general, mantener el orden y la tranquilidad en las calles. Tan a pecho y concienzudamente se tomaban este último cometido que al primer indicio de alboroto o ruido en la calle hacían sonar su silbato enérgicamente, llenando la noche de continuos pitidos. Llegó un momento en que la policía hacía caso omiso de este constante uso del silbato, ya que temían que la mayoría de las veces fuera un aviso de poco interés o necesidad, una falsa alarma, y por ello los ciudadanos pasaron también a ignorarlo, desapareciendo poco después su uso por falta de efectividad.

 

 

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