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¿Por qué en algunos países de Latinoamérica se conoce como ‘taconeras’ a las prostitutas?

Los términos con los que referirse a las personas que ejercen la prostitución son numerosísimos y cada país y lengua tiene sus propios vocablos para aludirlas. Uno de ellos es ‘taconeras’, el cual es usado en algunos países latinoamericanos y hace referencia a aquellas que ejercen en la calle.

¿Por qué en algunos países de Latinoamérica se conoce como ‘taconeras’ a las prostitutas?

Se sabe que dicha alusión surgió durante el siglo XX, pero los expertos en etimología no terminan de ponerse de acuerdo en cuál es el verdadero motivo que originó dicho mote, aunque en una cosa sí que coinciden: en que proviene de los zapatos de tacón usado por las meretrices.

Algunos defienden que se les empezó a llamar así debido a que los zapatos de tacón era el calzado que habitualmente llevaban las prostitutas callejeras, quienes paseaban calle arriba y abajo dejando un curioso sonido en el ambiente provocado por sus tacones.

Otros indican que tiene mucho que ver ese ruido de los tacones, pero que no era hecho al andar de un lado al otro de la acera, sino cuando esperaban la llegada de clientes apoyadas contra la pared y comenzaban a dar con el tacón en el suelo con el fin de llamar la atención de los hombres que por allí transitaban. Incluso hay algunos míticos lugares donde se situaban las prostitutas donde todavía perduran los huecos hechos en la acera por el golpeteo de tacón de las chicas que allí se colocaban.

Una tercera hipótesis (muy poco defendida y apenas referenciada) es la que indica que hubo un tiempo en el que a las prostitutas callejeras se les obligaba a calzar zapatos de tacón para advertir de su presencia y así evitar cruzarse con según qué tipo de personas (al igual que en la antigüedad a los leprosos se les obligaba a llevar unos cascabeles para avisar de su proximidad).

Cabe destacar que en algunos países, como México y Ecuador, también se encuentra la forma ‘talonear’ (de talón) para referirse a la prostitución callejera.

 

 

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El sorprendente origen de ‘hacer la pelota’ como sinónimo de adular a alguien con el fin de conseguir algo

El sorprendente origen de ‘hacer la pelota’ como sinónimo de adular a alguien con el fin de conseguir algo

Estamos acostumbrados a utilizar a expresión ‘hacer la pelota’ (y sus múltiples variantes) para indicar que alguien está adulando a otra persona con unos claros fines interesados para conseguir algo o ganarse los favores de éste (dinero, un ascenso, un día de fiesta…).

Es bastante común encontrar en todas las oficinas o puestos de trabajo a alguien que adula desproporcionadamente a su superior y al que comúnmente se le conoce como pelota.

Lo curioso es el origen de la acción de hacer la pelota y que derivó en la expresión, ya que proviene de los ambientes de la prostitución callejera.

Antiguamente las prostitutas también eran conocidas con el término ‘pelota’ (y así lo recoge aún hoy en día el Diccionario de la RAE en su 8ª acepción), No se sabe a ciencia cierta por qué se les llamaba así, aunque parece ser que era porque las prostitutas iban pasando de mano en mano de los diferentes clientes.

Cuando una de estas ‘pelotas’ andaba a la búsqueda de un cliente adulaba a los viandantes que por allí pasaban, esperando que sus palabras lo convenciera y poder hacer un servicio sexual a cambio de unas monedas. También sabían que cuanto mayor fuera la lisonja que le hicieran, mayor sería el estado de satisfacción del usuario de sus servicios y mejor la retribución.

De ahí que al acto de adular a alguien, con intención de conseguir algo, acabara siendo denominado como ‘hacer la pelota’ en clara referencia a lo que hacían las prostitutas (pelotas) con los clientes.

 

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¿De dónde surge llamar ‘chapero’ al joven que se prostituye con otros hombres?

¿De dónde surge llamar ‘chapero’ al hombre joven que se prostituye con otros hombres?

Se conoce como ‘chapero’ a aquel hombre (generalmente joven) que se prostituye y tiene como clientes a personas de su mismo sexo y mucho mayor que ellos.

En el Diccionario de la RAE encontramos que define el término como ‘Homosexual masculino que ejerce la prostitución’; una descripción con la que no están de acuerdo la mayoría de colectivos gais al entender que el prostituto conocido como chapero no siempre es homosexual (la mayoría de ellos aseguran no serlo, aunque mantienen ese tipo de relaciones con un fin lucrativo). La definición más acertada del término sería: ‘Hombre (joven) que se prostituye con otros hombres’.

El origen de dicho término está muy discutido y son varios los posibles orígenes que se le dan. Uno de los más compartidos es el que apunta que chapero proviene de la palabra chapa, siendo así como se le llamaba antiguamente a las monedas sueltas (calderilla).

Parece ser que los servicios sexuales que el joven prostituto ofrecía al cliente maduro (conocido tiempo atrás como ‘carroza’) eran pagados con monedas sueltas y de escaso valor (chapas), de ahí que al recibirlas era un chapero.

También hay quien señala (como es el caso del etimólogo Joan Corominas) quien señala que el término chapero proviene de la germanía (lenguaje jergal hablado por rufianes y maleantes) y que deriva de chapa (tapón utilizado para cerrar botellas) en el sentido de que con la relación sexual mantenida entre el joven prostituto y su cliente el orificio anal quedaba cerrado (chapado). Teniendo en cuenta que el término ‘chapar’, como sinónimo de cerrar es muy utilizado desde hace bastante tiempo, el origen propuesto por Corominas parece no ser descabellado.

Pero no quiero terminar el post sin incluir un tercer posible origen del término, que, aunque no es apoyado por un gran número de expertos, hay quien lo defiende. Se trata de ubicarlo como una de las variantes del vocablo ‘chaperón’ usado desde hace varios siglos en Castilla para señalar a aquel que con poca experiencia realizaba un trabajo eventual para el cual no estaba especializado, por lo que el resultado acababa siendo una ‘chapuza’. En base a que el chapero solía ser un muchacho joven y sin apenas experiencia, a menudo esa relación sexual solía hacerse rápido y de cualquier manera, y por tanto se decía que habían hecho un chaperón, de ahí que probablemente se les comenzara a llamar chaperos. Pero tal y como indico al inicio de este párrafo, es un posible origen que no es defendido por demasiadas personas.

Como dato curioso, cabe destacar que el término ‘chaperón’ también era utilizado antiguamente para designar a aquel adulto que acompañaba a una pareja de jóvenes con la intención de vigilar para que estos no estuvieran solos y evitar que mantuvieran relaciones  (lo que comúnmente se conoce como ‘carabina’, ‘hacer de vela’…)

 

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El curioso origen de llamar ‘carroza’ a una persona mayor o anticuada

El curioso origen de llamar ‘carroza’ a una persona mayor o anticuada

Es muy común escuchar o utilizar el término ‘carroza’ para referirse a una persona mayor e incluso para indicarle a alguien que se está haciendo ‘viejo’ o está ‘anticuado’.

Como bien es sabido, una carroza es un coche de caballos, normalmente grande y ricamente adornado (tal y como indica el diccionario de la RAE en su primera acepción).

Muchos son los que opinan que el que se compare  una persona mayor con una carroza se debía al balanceo al andar que recordaba al vaivén de los coches de caballos e incluso al recargamiento en las vestimentas de los ancianos.

Y aunque esa referencia tiene que ver con los carruajes, en realidad se originó de una manera la mar de curiosa: en los ambientes de prostitución callejera, a partir de mediados del siglo XVIII, en los que los clientes (que solían ser de una edad adulta) acudían a recoger a las jóvenes prostitutas montados en sus elegantes coches de caballos; de ahí que cuando entre las meretrices se referían a sus clientes lo hacían con alusión al carruaje: ‘Por ahí viene a recogerme mi carroza’. Con el tiempo quedó asociado el término ‘carroza’ con el de hombre mayor y asiduo a los servicios de prostitución.

Cabe destacar que algunos son los que apuntan que si bien esa referencia se originó en dichos ambientes, no lo hizo con las prostitutas femeninas sino con los jóvenes prostitutos (comúnmente conocidos como ‘chaperos’). De hecho, en su Diccionario cheli, Francisco Umbral hacía la siguiente definición de carroza:

Dícese del homosexual de edad que todavía pretende aparentar; dícese por extensión, de toda persona de edad que desea aparentar; dícese, ya por inflación del término, de toda persona de edad.

El término lo acuñan los homosexuales jóvenes de alquiler o putos para referirse despectivamente al viejo que viene a alquilarles, y es el equivalente de los viejos verdes de las meretrices. Ajeno a estas connotaciones, el burgués de edad se llama ya carroza a sí mismo: Yo soy ya mayor, hija, estoy hecho un carroza. Esta metáfora sugiere, con ese cruce de vejez y enlucido de las carrozas, al viejo homosexual atildado. Carroza es halagüeño por lo nobiliario, y mortificante por lo vetusto.

 

 

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Post realizado a raíz de la consulta realizada por Javier Moreno a través del apartado de contacto de este blog
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