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¿Por qué debemos ir en ayunas para hacernos un análisis de sangre?

¿Por qué debemos ir en ayunas para hacemos un análisis de sangre?

Hay que reconocer que tener que hacerse unos análisis de sangre resulta de lo más molesto, ya no solo por el hecho de que tengan que pincharte la vena y extraerte la sangre sino por todo lo que lo acompaña: desplazarse al centro médico (que no siempre está cerca de nuestro lugar de residencia), esperar el turno y, sobre todo, tener que estar en ayunas desde la noche anterior.

Esto último es posiblemente lo que peor llevan (llevamos) algunas personas, porque no a todo el mundo le sienta bien eso de no haber ingerido alimento alguno desde hace bastantes horas.

Pero el hecho de que se nos indique que debemos acudir en ayunas no es por capricho del facultativo y existen motivos suficientemente importantes para que hagamos caso a esta petición.

La principal es para no alterar los resultados. Cuando se realiza un análisis de sangre en esta se trata de buscar una serie de valores con los que medir los niveles de glucosa, colesterol, las transaminasas o los triglicéridos (por poner unos pocos ejemplos). El ingerir cualquier alimento o bebida en un margen menor a ocho horas de la hora de la extracción de la sangre puede provocar que a la hora de analizarla salgan con algunos valores alterados. Quizás sean mínimos pero dependiendo del motivo por el que nos están realizando esta prueba pueden ser bastante concluyentes y llegar a confundir en un resultado final.

Evidentemente hay algunos tipos de análisis de sangre que son necesarios para medir una serie de niveles que, en caso de no hacerlos en ayunas, no se verían apenas afectados los resultados (como puede ser en los lípidos, lipoproteínas o apoliproteínas, los cuales apenas varían en caso de analizarse no estando en ayunas). Pero, a la hora de mandar hacer unos análisis, siempre es más aconsejable pedir en todos los casos que se vaya sin haber ingerido nada en las últimas ocho horas (aunque según muchos especialistas lo ideal sería hacerlo con doce horas aproximadamente) y así no dar lugar a confusiones de algunas personas que podrían preguntarse ‘¿me dijo en ayunas o habiendo desayunado?’. Mandando todos los análisis en ayunas se evita cualquier confusión.

Además, debemos tener en cuenta que aquellos niveles que suelen ser más común analizar son los citados al inicio (glucosa y colesterol) cuyos parámetros sí podrían variar de forma considerable. Porque no solo es el hecho de realizarse un análisis, después está el tener que interpretar los resultados y dependiendo las variaciones y del especialista que debe interpretarlas pueden dar lugar a algún equivoco a la hora de dar los resultados finales.

Otra de las dudas que muchas personas tienen a la hora de ir a realizarse una analítica es saber si pueden beber agua y la respuesta es que aunque es aconsejable no hacerlo, no pasa nada si se bebe un poco (pero no en una gran cantidad, simplemente un par de dedos para quitarse la sequedad de la boca tras llevar toda la noche sin tomar nada). El hecho de que se aconseje no beber una gran cantidad de agua ya no solo es porque ésta pueda variar los resultados (y menos si se trata de agua embotellada) sino porque en según qué tipo de parámetros (como el recuento de glóbulos rojos o hemoglobina)  el hecho de haber más volumen de líquido circulando por las vías sanguíneas puede provocar que varíe ligeramente los resultados del hemograma.

En cuanto a los análisis de orina es mucho más fácil, al realizarse en casa nada más habernos levantado (el primer pipi de la mañana). Pero, en caso de que nos hayamos despistado y tomado algo antes de orinar en el recipiente, no ocurriría nada debido a que esa primera orina es la que ha sido filtrada por nuestros riñones durante la noche y es la que lleva todos los desechos que, tras ser analizados determinaran las posibles infecciones o valores que se necesiten evaluar.

 

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Fuentes de consulta: francis.naukas.com / elnuevoherald / elmundo / muyinteresante / diarioinformacion
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¿Por qué cuando tenemos hambre nos ponemos de mal humor?

Como ya os he explicado en otros post, nuestro organismo es sabio y sabe en cada momento qué es lo que necesita para seguir en condiciones óptimas. Si tenemos frío se contraen y relajan, rápida y repetidamente, algunos de nuestros músculos para producirnos tiritera y así poder mantener nuestros órganos internos a una temperatura óptima. Pues cuando tenemos hambre pasa algo parecido… nuestro cuerpo se pone en marcha para autoalimentarse.

Esto hace que vaya echando mano de las reservas energéticas que tenemos (glucógeno), pudiendo provocar que el nivel de glucosa en nuestra sangre descienda  y ello nos provoque el  típico enfado y mal humor tan común en muchas personas  cuando tienen hambre.

Quienes más lo padecen son los niños, cuyas reservas son menores y necesitan ingerir alimentos en periodos más cortos de tiempo, llegando a ponerse insoportables y/o con un buen berrinche.

Pero hay otro elemento que puede provocar que nos enojemos con más facilidad cuando tenemos hambre y éste es la serotonina. Cuando sus niveles son bajos es uno de los causantes de nuestra irritación. La serotonina es una hormona encargada de controlar nuestros diferentes estados, como la ira, ansiedad, apetito, excitación, sueño, angustia, etc…

También debemos tener en cuenta que el ayuno prolongado y posterior descenso de glucosa en sangre (hipoglucemia) puede venir acompañado de algún mareo y malestar; algo que comúnmente muchas personas describen como “un bajón de azúcar”, el cual suele pasarse tras tomar algún alimento o bebida dulce.

 

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¿Por qué entra sueño después de comer?

Las “caídas del sistema” que sufrimos tras una opípara pitanza pueden ser responsabilidad directa de la glucosa, que hace descender en el hipotálamo los niveles de orexina, una clase de proteínas cuya misión es mantenernos alerta. Denis Burdakov y su equipo de investigadores de la Universidad de Manchester, demostraron que incluso una subida casi imperceptible de glucosa disminuye sensiblemente la actividad neuronal.

Por eso, si se quiere seguir despierto se deberá evitar las comidas ricas en carbohidratos o grasa; en cambio, mantendrá los ojos bien abiertos tras un banquete de proteínas. Hay, no obstante, voces discrepantes. Según Eduard Estivill, director de la Unidad de Alteraciones del Sueño del Instituto Dexeus de Barcelona, esta sensación de sueño simplemente responde a la necesidad de descansar tras ocho horas de vigilia.

 

 

(Fuente: Muy Interesante)