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El motivo nada romántico que dio origen al nombre del ‘Puente de los suspiros’ de Venecia

Venecia está considerada como una de las ciudades más románticas del planeta. Miles de parejas eligen esta población como destino de su viaje de Luna de Miel o como escapada romántica.

El estar conformada por infinidad de canales y navegar por ellos en góndola le proporciona un extra de romanticismo a la estancia (aparte de que la mayoría de hospedajes y restaurantes están diseñados para proporcionar una maravillosa estancia a las parejas que visitan la ciudad).

El motivo nada romántico que dio origen al nombre del ‘Puente de los suspiros’ de Venecia

Uno de los lugares más famosos es el llamado ‘Puente de los suspiros’ (Ponte dei Sospiri), un lugar que, llevados por la emoción del viaje, se ha convertido en uno de los preferidos para pasar bajo él en góndola, fotografiarse e incluso llevarse a cabo alguna petición de matrimonio.

Muchos son quienes están convencidos de que el nombre de dicho puente se debe a los suspiros de los novios y novias en el momento de declararse su amor eterno bajo el arco.

Pero en realidad el motivo real de llamarlo de ese modo es muy anterior en el tiempo a cuando se convirtió Venecia en un destino turístico y, además, está muy lejos de cualquier razón romántica.

Este puente fue construido en el siglo XVII, durante el periodo en el que la ciudad fue capital del próspero Estado conocido como Serenísima República de Venecia, y unía dos edificios gubernamentales: por un lado el Palacio Ducal, donde se encontraban los calabozos y en el otro las salas de interrogatorios del juzgado.

Parece ser que el pasillo interior del puente, de 11 metros de longitud, que unía la sala de interrogatorios con la prisión (conocida como Piombi) era por donde transitaban los presos tras ser interrogados y juzgados y se paraban frente a una de sus ventanas desde donde veían por última vez el canal. En ese momento solían soltar un melancólico suspiro al contemplar tal bello paisaje y ser conscientes de que no volverían a verlo en muchísimo tiempo (posiblemente nunca más).

El poeta inglés Lord Byron, que residió en su juventud en Venecia, menciona este hecho en su obra ‘Las peregrinaciones de Childe Harold’, un largo poema narrativo que escribió y publicó entre 1812 y 1818.

 

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Fuente de la imagen: franganillo (Flickr)