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¿Cuál es el origen del término ‘fiasco’?

Conocemos como ‘fiasco’ al acto que provoca fracaso o decepción. Etimológicamente, el término llegó al castellano desde el italiano fiasco, el cual hacía referencia a cierto tipo de frasco o botella, y éste lo tomó del latín vulgar flasco (recipiente, botella), que, a su vez, lo recibió del germánico flaskô (molde de mimbre que recubría las botellas de vidrio).

¿Cuál es el origen del término ‘fiasco’?

Parece ser que en la Venecia del siglo XVI (posiblemente es más probable que fuese en la isla de Murano), existía la expresión ‘fare fiasco’ (que significa ‘hacer botella’), y aquellos sopladores de vidrio menos hábiles, a los que algunas botellas no les salían bien del todo, acabaron bautizando con un simple fiasco las que salían defectuosas

Pero existe una segunda hipótesis sobre el porqué el término fiasco (frasco) acabó designando un fracaso o decepción, la cual apunta a la Comedia del Arte en el siglo XVII, donde el afamado actor, Domenico Giuseppe Biancolelli, después de una representación que interpretaba con una botella en la mano (y que resultó ser un auténtico fracaso, al no conseguir los aplausos del público), arrojó decepcionado el recipiente contra el suelo, quedando asociado el término ‘fiasco’ con el malogrado y decepcionante resultado de algo.

 

 

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¿Cuál es el origen del término ‘berrinche’?

Conocemos como ‘berrinche’ al acto de tener un disgusto, rabieta o sofocación (empleado en expresiones del tipo ‘tener un berrinche’). El diccionario de la RAE define el término como ‘Irritación grande que se manifiesta ostensiblemente, y sobre todo la de los niños’ y fue recogido por primera vez en la edición de 1803 con la acepción ‘Coraje, enojo grande. Dícese comúnmente de los niños’.

¿Cuál es el origen del término ‘berrinche’?

Respecto al origen etimológico de ‘berrinche’ nos encontramos con dos posiciones enfrentadas que ofrecen diferentes procedencias para el término. De un lado, la RAE indica que el vocablo proviene del latín ‘verres’, que significaba ‘verraco’ (cerdo macho de mayor edad). Este animal, al llegar a la edad adulta, parece ser que se comporta de una manera incontrolada y rebelde, emitiendo unos sonidos (gritos, gruñidos) que recuerdan a los sollozos incontrolados de los niños cuando tienen una rabieta.

Por otro lado, hay quien defiende que el término proviene directamente de ‘berreo’, que es la voz (sonido) que emiten algunos animales (dar berridos) como los becerros (cría de la vaca) y estos son muy semejantes al fuerte e incontrolado llanto infantil.

Personalmente, a mí me convence más la segunda opción ¿cuál elegís vosotros?

 

 

 

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El origen de la expresión ‘Caerse los palos del sombrajo’

A través del perfil de este blog en Instagram (@yaestaellistoquetodolosabe2) recibo un mensaje en el que me consultan sobre el origen y significado de la expresión ‘Caerse los palos del sombrajo’.

El origen de la expresión ‘Caerse los palos del sombrajo’

Dicha locución se utiliza para indicar una desilusión, decepción o sorpresa negativa que alguien puede llevarse ante un acontecimiento. Por hacer una analogía, otra expresión que tiene un significado similar (aunque no el mismo origen) sería ‘Se me ha caído el alma al suelo’.

No se sabe a ciencia cierta cuándo se originó la expresión ‘Caerse los palos del sombrajo’, aunque hay constancia de que se utilizaba en entornos rurales hace más de dos siglos.

El ‘sombrajo’ al que hace referencia es un resguardo que solía construirse con ramas, mimbres y palos y que servía para resguardarse del sol en días muy calurosos. Bajo ese techo los jornaleros podían refrescarse, beber o comer algo y descansar un rato del duro trabajo del campo.

Algunas eran las ocasiones en la que dicha construcción solía ser muy enclenque y cualquier golpe o ráfaga de viento podía tirarlo abajo, por lo que, en las ocasiones que esto ocurría, la decepción de quienes estaban deseando cobijarse en su sombra era enorme.

Por tal motivo no se tardó en utilizar expresiones como ‘Caerse los palos del sombrajo’, ‘Caérsele a alguien los palos del sombrajo’ o ‘Se me han caído los palos del sombrajo’, para referirse a una tremenda decepción por algún asunto.

 

 

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