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¿De dónde proviene la expresión ‘entonar el mea culpa’?

A través de la cuenta de este blog en Instagram @yaestaellistoquetodolosabe2 recibo una consulta donde me preguntan de dónde proviene la expresión ‘entonar el mea culpa’ para indicar que alguien reconoce que ha cometido un error.

¿De dónde proviene la expresión 'entonar el mea culpa'?

La expresión ‘entonar el mea culpa’ proviene de un fragmento de una famosa oración que se rezaba en latín y que era conocido como ‘Confiteor’. Éste decía del siguiente modo:

Confiteor Deo omnipotenti, et vobis, fratres;
quia peccavi nimis cogitatione, verbo, opere et omissione:
mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa.
Ideo precor beatam Mariam semper Virginem,
omnes angelos et sanctos et vos, fratres,
orare pro me ad Dominum, Deum nostrum. Amen

 

Desde el siglo XVI y hasta mediados del XX, era habitual que las misas se realizaran por el conocido ‘Rito Romano’, por el cuál la mayor parte de la ceremonia religiosa se realizaba en latín (incluyendo las oraciones). El Confiteor (traducido como ‘Yo confieso’ o más popularmente como ‘Yo pecador’) era una de las más utilizadas durante el culto religioso. Dependiendo de tu edad, posiblemente su traducción al castellano te suene algo más que en latín:

Confieso ante Dios todopoderoso, y ante vosotros, hermanos:
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra, y omisión;
por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María, siempre Virgen,
a los Ángeles, a los Santos, y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. Amén.

En el momento de pronunciar la oración, era habitual que al llegar al fragmento del ‘mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa’ se hiciera dándose unos leves golpes con la mano o el puño cerrado sobre el pecho, dando lugar esa escenificación de devoción y admisión de los pecados  como una entonación del mea culpa, quedando asociada dicha locución  al acto de reconocer los errores propios.

 

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Fuente de la imagen: Wikimedia commons

La cruel manera que tenían en la Antigua Grecia de expiar sus desgracias culpando a alguien inocente

La cruel manera que tenían en la Antigua Grecia de expiar sus desgracias culpando a alguien inocenteA lo largo de la Historia cada cultura, pueblo y religión ha tenido una manera propia de expiar sus pecados o echar la culpa a algo o alguien de las desgracias y penurias que padecían.

Había quien hacia responsables a unos dioses concretos (ciertas deidades encomendadas a llevar el infortunio), también quien usaba animales como forma de expiación (por ejemplo la ceremonia del rito judío que consistía en elegir un macho cabrío –chivo- que era llevado al desierto, apedrearlo y abandonarlo con el fin de que pagase por los pecados cometidos por el pueblo… de ahí nació el término ‘Chivo expiatorio’).

La manera que tenían en la Antigua Grecia de purgar sus pecados y hacer a alguien responsable de todas las penurias y calamidades que habían ocurrido a lo largo del año era conocido como ‘Pharmakos’ y consistía en escoger a ciudadanos a los que se les culpaba de todas sus desgracias (aunque no tuvieran nada que ver con ello).

Dicho sacrificio tenía lugar durante las ‘Targelias’, festividades atenienses en honor a las deidades Apolo y Artemisa, que se celebraban los días sexto y séptimo del mes de Targelión, en el calendario ateniense (hacia finales de mayo en el calendario gregoriano por el que nos regimos actualmente).

Las personas escogidas para ser sacrificadas en el Pharmakos solía ser un hombre y una mujer (a veces varios individuos de un mismo sexo) y el criterio para escoger quién sería el elegido podía ser arbitrariamente alguien con alguna malformación, delincuentes que tenían alguna pena pendiente por cumplir e incluso algunos que ya habían cumplido con la justicia (algo así como ‘echar el muerto a otro‘).

Estas personas eran expulsadas de la ‘polis’ (ciudad) y, dependiendo de la gravedad de la desgracia por la que se le hacía responsable (una plaga, terremoto, invasión, hambre…) se le enviaba al ostracismo durante un tiempo o incluso se le podía sacrificar (ya fuera a pedradas, fustigándoles los genitales hasta hacerles morir o mediante el linchamiento).

El término griego Pharmakos significaba literalmente ‘remedio’ (aunque también tenía otros muchos significados como: veneno, antídoto, droga… de ahí que los medicamentos también se les llame ‘fármacos’).

 

 

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