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¿De dónde surge denominar como ‘apellido’ al nombre familiar?

Lo que actualmente nosotros conocemos y denominamos como ‘apellido’, en la Antigua Roma lo llamaban ‘cognomen’, que venía a significar ‘sobrenombre’ y que era el modo con el que se distinguía a las diferentes familias en aquella época y podía conocerse a cuál pertenecía cada individuo. Del latín ‘cognomen’ han derivado la mayoría de términos, en los diferentes idiomas y variantes, para hacer referencia a la denominación familiar (por ejemplo en catalán ‘cognom’ o el italiano ‘cognome’)

¿De dónde surge denominar como ‘apellido’ al nombre familiar?

Tal y como expliqué tiempo atrás en otro post, la utilización del apellido se generalizó a partir de que la burguesía, artesanos y personas que habían prosperado, tuvieron acceso a bienes inmuebles y, por tanto, tenían que generar alguna documentación que acreditase su propiedad, por lo que empezó a colocarse en documentos acreditativos los motes o sobrenombres familiares de cada individuo con el que se les identificaba mucho mejor.

En castellano, inicialmente, se denominó a ese segundo nombre (o apelativo familiar) como ‘cognombre’ (derivado del latín ‘cognomen’), pero hacia finales de la Edad Media se sustituyó por el término ‘apellido’, el cual se había puesto de moda durante las épocas de guerra.

Y es que el vocablo ‘apellido’ proviene del latín ‘appellitare’ (que significaba literalmente ‘nombrar con frecuencia’) y este provenía a su vez de ‘appellare’ (nombrar, llamar a alguien… y de ahí surgió también ‘apelar’).

El acto de ‘apelar’ (llamar) a alguien para que se incorporara en el ejército (tras entrar el territorio o reino en una guerra) es lo que popularizó el término ‘apellido’, debido a que cuando era llamado se le localizaba, en la mayoría de ocasiones, por el apelativo o sobrenombre familiar, de ahí que éste acabase siendo conocido de ese modo.

 

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Fuente de la imagen: wordart