Para la combustión de cualquier cuerpo se necesita además del oxigeno, una temperatura mínima. Una vez encendido el cuerpo conserva dicha temperatura mientras exista combustible y el aire necesario para su combustión. Cuando soplamos alejamos los gases calientes próximos a arder y la cerilla queda tan fría, que la combustión no es posible. En cambio, si se sopla con suavidad no se enfrían por completo y la mayor aportación de oxígeno aviva la combustión.
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Fuente de consulta: Fisiquotidianía de Cayetano Gutiérrez Pérez
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