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El histórico origen de la expresión ‘Hablar largo y tendido’

El histórico origen de la expresión ‘Hablar largo y tendido’

Se utiliza el término ‘hablar largo y tendido’ para hacer referencia a aquellas conversaciones alrededor de un tema de suma importancia y que debe ser tratado extensamente.

Se origina en base a cómo eran muchas de las reuniones que se celebran en la antigüedad (civilizaciones romana, griega, egipcia…) en la que era común que los asistentes a las mismas estuvieran recostados mientras hablaban de sus asuntos. Una postura que les permitía estar largo tiempo de conversación, mientras les eran servidas bebidas y comida.

Muchas eran las ocasiones en las que en esas reuniones se trataban asuntos de gran interés político y el hecho de realizarse estando tumbados (tendidos) y dialogar extensamente (largo) fue lo que dio origen a la expresión con el propósito de señalar la importancia de conversar sobre un asunto de manera pormenorizada.

 

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Fuente de la imagen: Captura Youtube (serie Yo, Claudio)

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [8]

Octava entrega de la serie de post dedicados a traer al blog un buen número (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que conocías con otro nombre muy distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ha ocurrido con las veces anteriores.

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Asueto: Jornada de fiesta que se toma una persona en sus obligaciones laborales o estudios, en un día que no es festivo, normalmente utilizado para arreglar ‘asuntos propios’ como ir al banco, hacer recados o simplemente descansar. Entre los funcionarios españoles se conoce este día también como ‘moscoso’ en referencia al exministro Javier Moscoso.

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Cuesco: Nombre que recibe los huesos de la fruta; como el de la ciruela, cereza, nectarina. También se llama de este modo a la ventosidad (pedo) ruidosa, debido a que esa flatulencia recuerda al sonido de uno o varios huesos caer al suelo.

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Saltatriz: Término que proviene del latín y que se usaba en la Antigua Roma para referirse a la mujer que tenía como oficio saltar y bailar, con el fin de entretener al público.

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Chozno: Cuando alguien nombra a un chozno se está refiriendo a un nieto en cuarta generación o, para decirlo de otro modo, es el hijo del tataranieto de una persona.

 

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Cabrillas: Las cabrillas son aquellas manchas coloradas que aparecen en las piernas cuando se está mucho tiempo al lado del fuego de una chimenea, hoguera…

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Intonso: Se usa el término intonso para referirse a una persona inculta o que nunca ha leído. Dicho término proviene de llamar así a dos páginas de un libro que siguen unidas y cuyo pliego no ha sido cortado.

 

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Efélide: Modo en el que también se le llama a las ‘pecas’ (manchitas que salen en la piel)

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Siguemepollo: Se trata de una cinta de adorno que colgaba en la parte trasera del vestido de una mujer. Solía usarse en los vestidos elegantes usados en fiestas y actos sociales en los que siempre había algún joven muchacho (llamados antiguamente pollos) que iba detrás de alguna dama con el fin de cortejarla. Había todo un código de lenguaje no verbal en la forma de llevar dicha cinta, que indicaba las intenciones de la muchacha respecto al ‘pollo’

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Vidajenear: Fisgonear, cotillear, chafardear sobre la vida ajena de otras personas.

 

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Diastema: Se trata del espacio que queda entre dos dientes (por ejemplo entre los incisivos central superior)

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Escrúpulo: Medida de peso utilizada antiguamente por los boticarios (farmacéuticos) que correspondía al equivalente a 1,55517384 gramos. Dicha medida se calculaba mediante 24 granos de piedra debido a que el término ‘escrúpulo’ proviene del latín y quiere decir ‘piedrecilla’.

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban
Maridillo: Se conocía como ‘maridillo’ a un pequeño brasero que se utilizaba antiguamente y que servía para calentar los pies, muy usado por amas de casa mientras realizaban tareas sentadas. Existía el dicho (hoy en día totalmente desfasado y machista) que indicaba que estos pequeños braseros mantenían calientes los pies de la mujer durante el día al igual que lo hacía el marido en la cama durante la noche.

 

 

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El curioso origen del término ‘ladrón’

El curioso origen del término ‘ladrón’

Para encontrar el origen etimológico del término ladrón hemos de viajar hasta la Antigua Roma en la que se usaba la palabra en latín latro para señalar a los soldados que realizaban labores de escolta del Emperador o se les había encomendado custodiar alguna mercancía de valor (estos últimos también llamados mercenarios).

El verbo latrocinare significaba «servir en el ejército», pero algunos de esos servidores del ejército solían tener la mano larga, por lo que de vez en cuando robaban alguna de las mercancías que vigilaban, cogiendo tan mala fama que con el tiempo a aquel que robaba se le comenzó a llamar latro o latronis que terminó en el vocablo ladrón que hoy en día conocemos.

 

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El curioso origen del término ‘proxeneta’

El curioso origen del término ‘proxeneta’

Se utiliza hoy en día el término ‘proxeneta’ para referirse a aquel hombre o mujer que obtiene algún beneficio económico a través de la prostitución ejercida por otra persona.

Para encontrar el origen del término (que no de la acepción, ya que ésta es relativamente moderna) debemos ir hacia atrás hasta los tiempos de la Antigua Grecia en el que se conocía como ‘proxenētēs’ a aquel que mediaba en algún asunto o negocio, sobre todo que tenía que ver con personas extranjeras. Venía a ser como una especie de cónsul encargado de intermediar. También se le llamaba de ese modo a algunos de los comerciantes o comisionistas dedicados al negocio de la esclavitud.

En la Antigua Roma también se llamó ‘proxenēta’ al que se llevaba una comisión por realizar trabajos de mediación entre personas que necesitaban cerrar un negocio o acuerdo.

A partir de la Edad Media los proxenetas ampliaron sus negocios, siendo también intermediarios en arreglar casamientos. No aparecía con tal acepción en el Diccionario de autoridades, donde se usaba el término para dar significado a la palabra ‘corredor’ (en relación al que se dedica a la compra y venta de todo género de cosas).

No fue hasta 1788 cuando apareció por primera vez el término ‘proxeneta’ en un diccionario (concretamente en el de Esteban de Terreros y Pando) y lo hacía dándole el significado de ‘especie de oficio en la antigüedad romana, casamentero o intérprete. Intermediario para ventas, compras y casamientos’.

De hecho fue a partir de 1895 (en el Diccionario enciclopédico de la lengua castellana de Elías Zerolo) cuando aparece por primera vez únicamente con el significado de ‘alcahuete’.

Ya en el siglo XX, se comenzó a señalar como proxenetas a aquellos que se dedicaban no solo a intermediar entre quienes estaban interesados en contraer matrimonio sino también entre quienes ejercían la prostitución y sus clientes, desapareciendo la acepción de ‘casamentero y alcahuete’ en el Diccionario de la RAE y dándole únicamente el significado: ‘Persona que obtiene beneficios de la prostitución de otra persona’.

 

 

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¿De dónde surge decir que alguien es ‘Árbitro de la elegancia’ para señalar su distinción y estilo?

¿De dónde surge decir que alguien es ‘Árbitro de la elegancia’ para señalar su distinción y estilo?En los entornos más refinados y dedicados a la moda, protocolo y buen uso de la etiqueta, es habitual escuchar el término ‘Árbitro de la elegancia’ para referirse a una persona distinguida, ‘savoir faire’, buen gusto, elegante y con gran estilo social (hay quien en el lenguaje de nuestros días podría calificar de ‘Trend’ o ‘Trendy’ –que marca tendencia en la moda-).

Pero el término ‘Árbitro de la elegancia’ no es algo que haya surgido en las últimas décadas (ni tan siquiera últimos siglos) sino que es una locución que originalmente tiene cerca de dos mil años (proviene de la Antigua Roma) siendo el propio emperador Nerón quien otorgó el cargo de ‘Arbiter elegantiae’ a Cayo Petronio, político y escritor (su obra más conocida es ‘El Satiricón’) que ya en su época marcó tendencia y distinción en su forma de vestir las togas y quien era un gran amante de disfrutar de los placeres que la vida le ofrecía, acudiendo elegantemente ataviado a cuantos actos sociales era invitado.

El de Arbiter elegantiae era un cargo que podríamos equiparar con el de ‘consejero de elegancia y estilo’ y el cometido de Petronio fue el de asesorar e indicar en la corte de Nerón cómo había que comportarse socialmente, así como qué ropas vestir para cada ocasión (evidentemente, aunque la vestimenta básica en tiempos de la Antigua Roma eran las togas, existían diversos tipos y modos de llevarlas).

¿De dónde surge decir que alguien es ‘Árbitro de la elegancia’ para señalar su distinción y estilo?

 

 

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El curioso e histórico origen del término ‘proletario’

El curioso e histórico origen del término ‘proletario’

Conocemos como ‘proletario’ a aquel individuo que forma parte de la clase social obrera (o como también se define: trabajadores que obtienen sus ingresos a través del trabajo que realizan para otros, siendo en la mayoría de ocasiones explotados por la sociedad industrial).

Tal y como conocemos hoy la acepción que se le da al término fue utilizada a mediados del siglo XIX por Karl Marx y Friedrich Engels quienes incorporaron dicho vocablo en su manifiesto comunista.

Pero este término, hasta entonces prácticamente en desuso, lo habían recuperado de un concepto que se tuvo en el Imperio Romano y que  era conocido como ‘proletarii’ el cual consistía en que las clases más bajas de la sociedad dotasen de soldados al ejército.

Proletarii  proviene de  ‘proles’, que era el término en latín para referirse a los hijos (todavía hoy en día se utiliza este vocablo para referirse a la descendencia de alguien: ‘el matrimonio se marchó de vacaciones con toda su prole’).

En la Antigua Roma se dieron cuenta que para hacer más grande el imperio éste debía ser dotado de un gran número de soldados, algo que chocaba con los estrictos requisitos que se exigían para formar parte del ejército. No fue hasta la reforma realizada por el general y cónsul romano Cayo Mario, quien llevó a cabo una importante reforma del ejército en el año 107 aC.

Hasta entonces aquellos jóvenes que pertenecían a las clases más bajas que no poseían bienes ni tierra alguna no podían ser reclutados por la legión romana. Sin embargo la reforma trajo consigo la eliminación de esa norma y, por tanto, a partir de aquel momento muchas fueron las familias romanas sin recursos que aportando hijos al ejército como forma de pago de impuestos al Estado.

 

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El curioso e histórico origen del término ‘nefasto’

El curioso e histórico origen del término ‘nefasto’

Utilizamos el término ‘nefasto’ para indicar que algo o alguien es pésimo o detestable (‘ha sido un día nefasto’, ‘es un gobernante nefasto’…).

El origen del vocablo lo encontramos en tiempos de la Antigua Roma en el que a una serie de días se les asignó un rol especial, entre ellos por ejemplo, las calendas que eran el primer día de cada mes (surgiendo de ahí el término calendario). Los días que estaban especialmente indicados para hacer negocios y tratar temas legales con la justicia eran conocidos como ‘fastos’, del laín ‘fasti’ y cuyo significado etimológico era ‘lo que es lícito’.

Por el contrario había otros días conocidos como ‘nefasti’ que estaban destinados a lo opuesto: jornadas en las no era aconsejable hacer negocios y en los que no se podía administrar justicia. El término nefasti (que derivó en nuestro vocablo ‘nefasto’) estaba compuesto por la negación ‘ne’ y el mencionado ‘fasti’, por lo que su traducción era ‘lo que no es lícito’.

Los días nefasti o nefastos estaban reservados para venerar a las divinidades y en algunos casos para rememorar días de lutos o efemérides en las que había acontecido alguna desgracia, de ahí que con el tiempo el término ‘nefasto’ acabase adquiriendo la connotación negativa y usándose también para señalar una desgracias o algo triste y/o funesto.

 

 

 

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¿De dónde proviene llamar ‘escaño’ al lugar que ocupa un político en el Parlamento?

¿De dónde proviene llamar ‘escaño’ al lugar que ocupa un parlamentario en la Cámara?

Durante unas elecciones (ya sean para el Congreso de los Diputados y Senado, a un Parlamento Autonómico o la Eurocámara) uno de los términos que más se utilizan es el de ‘escaño’.

Se entiende como escaño al lugar que ocupará aquel candidato que ha sido escogido con los votos suficientes para representar a un partido político en cualquiera de las Cámaras.

El término ‘escaño’  proviene del latín ‘scamnum’, que era el nombre que recibía en la Antigua Roma el banco de gran tamaño y con respaldo en el que se sentaban juntos varias personas (normalmente afines en ideas e intereses). Este tipo de bancos solían estar en los foros públicos y senado, por lo que no se tardó en relacionar el nombre del asiento (escaño) con el puesto que ocupaba un representante en él.

Con el paso del tiempo la mayoría de parlamentos cambiaron los bancos en los que se sentaban varios representantes políticos por butacones individuales, pero a pesar de ello se continuó llamando escaño e incluso es muy habitual que se utilice el término ‘bancada’ al conjunto de parlamentarios de un mismo grupo político (por ejemplo ‘bancada socialista’).

 

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¿De dónde surge la expresión ‘Pollas en vinagre’?

¿De dónde surge la expresión ‘Pollas en vinagre’?

Contundente, soez y malsonante es contestar a alguien con la expresión ‘¡Y una polla en vinagre!’ cuando se quiere enfatizar en el desacuerdo que se tiene sobre algún asunto.

E igual de complicado y enmarañado es poder encontrar el origen etimológico de la expresión, debido a la gran cantidad de ‘desinformación’ que corre por la red, siendo la mayoría de ellas simples invenciones (algo similar a lo que ocurrió con el post ‘¿De dónde surge la famosa expresión de ‘El coño de la Bernarda’?’).

Ante el batiburrillo de informaciones voy a tratar de exponeros las diferentes hipótesis que hay, a ver cuál de todas os parece más convincente.

Por un lado nos encontramos con algunas fuentes que apuntan a que las ‘pollas en vinagre’ es el nombre con el que se conoce en la población de Yecla (Murcia) a un plato de ‘sardinas con guindillas’.

Sin dejar de lado las recetas culinarias, hay quien señala que en algunos lugares de Castilla (las fuentes no especifican cuál de las dos Castillas se trata) se sirve un plato de ‘gallineta o gallinula en escabeche’. La gallineta es una ave acuática también conocida con el nombre de ‘polla de agua’, de ahí que, posiblemente, pueda ser conocida esa receta como ‘polla en vinagre’ (en mi búsqueda no he encontrado enlaces fiables que puedan demostrar que así es).

En un buen número de páginas aparece un origen que se remonta hasta tiempos de la Antigua Roma y que señalan que en aquella época era habitual conservar ciertos alimentos en vinagre, siendo uno de estos las ‘pullas’ y se refieren a estas como brotes verdes de vegetales, entre ellos las cabezas de los espárragos. Todas esas páginas señalan como fuente de dicha información a la web elpelao.com. Este sitio web albergaba la página personal del poeta y escritor Carlos Rivera y tuvo muchísima fama hace unos años. Allí solía publicar, entre otras cosas, algunas curiosidades y etimologías de frases famosas (concretamente el de las pollas en vinagre era aproximadamente de 2007), pero lamentablemente Rivera falleció en 2014 y desde entonces esa dirección web alberga un contenido totalmente diferente, no quedando rastro alguno del contenido anteriormente publicado. Sí que he podido acceder a esa etimología a través de web.archive.org, pero la única fuente de referencia que da es la de un tal ‘Félix Gómez Galán’, lector de su blog que le había hecho llegar la siguiente explicación:

En la Roma Clásica, era frecuente conservar en vinagre los brotes frescos de espárragos y demás vegetales, considerándose bocado exquisito. Polla, del latín “pullas”: significaba pues, brotes verdes, cría (de ahí pimpollo, pollo pera, pollito…etc). La expresión ‘pollas en vinagre’ se usa pues como expresión irónica y dubitativa. 

Pero estas no son las únicas explicaciones que hay en la red sobre el posible origen de las ‘pollas en vinagre’. Hay quien lo sitúa en los bajos fondos de algunas ciudades, entre ellos el ‘Barrio chino’ de Barcelona, y explica que tiempo atrás, debido a un brote de contagios de enfermedades venéreas (sobre todo infecciones por hongos), muchas eran las prostitutas callejeras que llevaban una botella de vinagre encima y con ella lavaban los miembros (pollas) de sus clientes antes de mantener relaciones sexuales (sabido es que el vinagre de manzana se ha utilizado desde hace muchísimos años como desinfectante y para realizar los llamados baños de asiento).

Y ya para terminar quiero hacerlo con la que a mi parecer está más cerca de ser el origen correcto o al menos es la explicación que encuentro más acertada. Para ello debemos recuperar el término ‘pulla’, pero no en el sentido mencionado anteriormente de lo brotes verdes en la Roma Clásica sino en la acepción que le da el diccionario de la RAE al vocablo en castellano y en la que señala que se trata del dicho con el que indirectamente se humilla a alguien. Muchos son los expertos que sostienen que, a esa frase o palabra que se dice para herir a alguien verbalmente (pulla, pullita) si se le añade vinagre (o sea, sarcasmo o ironía mordaz) escuece/duele todavía aún más, de ahí que posiblemente esa ‘pulla con vinagre’ terminase convirtiéndose en la conocida expresión ‘pollas en vinagre’ que se usa para responder descortésmente.

Señalar que en inglés existe el término ‘pickled dicks’ que viene a traducirse como ‘pollas en vinagre / en conserva’  y la mayoría de fuentes señalan que dicha expresión está tomada y traducida desde el español.

Por cierto, cabe destacar que hace aproximadamente una década el artista Miguel Ezpania diseñó y elaboró unos penes (creo que son de yeso) y que pintó convenientemente de color carne y van introducidos en unos frascos de conserva etiquetados con el nombre de ‘Pollas en vinagre’ y que desde entonces se vende (entre otros sitios) a través de su web al precio de 60 euros el tarro: http://www.ezpania.com/pollas.htm

 

 

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Post realizado a raíz de la consulta realizada por Guillermo Peris (@waltzing_piglet) a través de twitter y Alicia Alarcón y Santi Macias mediante el apartado de contacto de este blog
Fuentes de consulta: Insólita Murcia de Ismael Galiana / avescesar.blogspot.com / jimmy-estoespaverlo / Carlos Rivera (elpelao.com) / cordobapedia / ‘Con dos huevos’ de David Sánchez y Héloïse Guerrier / Taringa / Strambotic / rae (1) / etimologias.dechile / cvc.cervantes.es / ezpania
Fuente de la imagen: David Sánchez @amorlangosta  (con expresa autorización del autor para la utilización en este post)

El curioso origen etimológico del término ‘músculo’

El curioso origen etimológico del término ‘músculo’

Conocemos como ‘músculo’ al tejido compuesto de fibras mediante el cual podemos contraer nuestras articulaciones y que, dependiendo de lo ejercitado que esté, proporciona mayor o menor fortaleza a nuestro cuerpo.

Tras el término ‘músculo’ nos encontramos con una curiosa etimología que, como otras muchas palabras de nuestro vocabulario actual, nos traslada hasta tiempos de la Antigua Roma, pues este vocablo proviene del latín ‘muscŭlus’ siendo su significado literal: ‘ratoncito’ (‘musratón y ‘culuspequeño).

Y es que los antiguos romanos, cuando observaron el curioso movimiento hacia delante y hacia atrás que hacía la bola bajo la piel (lo que nosotros conocemos hoy en día como músculo), les recordó a como se movía un ratoncillo cuando está atrapado y quiere escapar.

Parece ser que en un principio se le otorgó el término a los músculos de los brazos y las pantorrillas y con el tiempo se generalizó para todo el cuerpo. Curiosamente a la parte superior de la pierna se le llamó ‘muslo’ que es la contracción del mencionado ‘muscŭlus’.

 

 

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