Es nuestro cerebro quien nos convierte en esnobs: el vino no sabe mejor solo porque sea más caro

Es nuestro cerebro quien nos convierte en esnobs: el vino no sabe mejor solo porque sea más caro

Muchos han sido los estudios que se han realizado en los que se ponía a prueba la capacidad de varios voluntarios para apreciar un buen vino o distinguir a éste entre otros de menor calidad. Una de las muchas pruebas consistía en hacerles probar varias copas conteniendo el mismo tipo de vino en todas pero indicándoles que se trataba de diferentes caldos y con calidades y precios distintos.

Evidentemente, la inmensa mayoría de voluntarios marcaba como el mejor de todos aquel al que se le había asignado un precio más elevado e incluso, para rizar más el rizo, a algunos participantes se les comentó que procedían de diferentes años de cosecha. Aquellos voluntarios que tenían algún pequeño conocimiento sobre el tema y sabían que una añada había sido mejor que otra rápidamente indicaban que ese era el mejor vino de todos.

Y es que se ha demostrado que es realmente nuestro cerebro quien nos hace convertirnos (inconscientemente) en esnobs, activándose en la corteza orbitofrontal el mecanismo de procesamiento del placer y la recompensa en el momento en el que creemos que estamos disfrutando de algo exclusivo, como por ejemplo beber un vino caro –aunque en realidad se trate de uno barato- o cuando nos damos un capricho caro (ir a degustar un menú con estrella Michelin, acudir a un evento exclusivo o que nos dejen entrar a un reservado o zona vip).

Esto también ocurre con frecuencia al adquirir y vestir ropa de marca. Si le quitásemos a una prenda exclusiva la etiqueta por la que se distingue, el hecho de vestirla no nos produciría esa placentera sensación de elitismo sobre los demás.

 

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Fuentes de consulta y más info: nature / vinetur / ‘El ladrón de cerebros’ de Pere Estupinyà / medlineplus / readcube / ‘Economía 3D’ de Martín Lousteau
Fuente de la imagen: pixabay

2 comentarios

  1. Dice ser Linu

    Erase que se era un emperador que era más presumido que inteligente.
    Cuando le propusieron hacerle un traje con una tela hecha de rayos de sol, que sólo los muy inteligentes podían ver, se puso muy contento y lo encargó.
    Cuando se mostró ante su imperio vestido con tal sublime traje, todo el mundo lo elogió y dijo que lo veía.
    Unos porque tenían tantas ganas de verlo que lo confundieron con una nube de polvo que por un momento rodeó al emperador.
    Otros porque no querían parecer tontos y mintieron descaradamente.
    Otros porque los sastres les pagaron para que dijeran que lo veían.

    De la materia de ese traje, están hechas hoy en día muchas cosas.
    Eso incluye los vinos caros y muchas obras de arte que no son otra cosa que tristes trajes de emperador.
    Es lo que hay.

    20 octubre 2017 | 12:58

  2. Dice ser REPELIS

    Un gran articulo, muchas gracias!

    20 octubre 2017 | 23:09

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