El 22 de julio de 1894 tuvo lugar la que podríamos considerar como primera competición automovilística de la historia.
La carrera se disputó entre Paris y Rouen con un recorrido de 127 kilómetros.
Un año antes el periodista Pierre Giffard de la revista Le Petit Journal organizó un evento al que bautizó con el nombre de «la carrera de carruajes sin caballos» [Concours des Voitures sans Chevaux], en la que se podía apuntar todo aquel que quisiera y para ello se abrió un plazo de inscripciones entre diciembre de 1893 y abril de 1894.
Fueron más de un centenar los participantes inscritos, pero para poder participar primero tuvieron que pasar una serie de pruebas eliminatorias hasta la fecha en que se disputó, por lo que tan sólo 21 vehículos tomaron la salida.
Entre las extrañas normas que se pusieron para poder participar estaba la de que cada vehículo debía tener un mínimo de cuatro plazas que debían estar ocupadas por el conductor, un mecánico (que en la mayoría de casos era el constructor del auto) y dos jueces de carrera.
La competición no premiaba únicamente a quién fuese capaz de ir más rápido sino que se valoraban otros factores como la comodidad de los pasajeros durante el trayecto.
El ganador de aquella primera competición automovilística fue el conde Albert de Dion que realizó el recorrido en 6 horas y 48 minutos.
Un año después, el conde de Dion organizó la famosa carrera París-Burdeos-París. El París-Rouen fue considerado como el primer rally de la historia.
Curiosidad que forma parte del libro “Ya está el listo que todo lo sabe” (Una curiosidad para cada día del año) de Alfred López
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Llama la atención ver las diferencias entre una época y otra.
10 abril 2013 | 13:08
Sí, esa es la primera, aunque durante mucho tiempo se creyó que fue un antepasado mío el primero en conducir un coche. Como era muy veloz y le había puesto el zapatero (un antepasado de ZP) suelas de rueda de coche en los zapatos, las huellas perfectamente marcadas en la carretera no ofrecían dudas: eran huellas de automóvil, de ahí la confusión. Fue gracias a que un día le dió por ir andando en vez de corriendo que se descubrió el inocente engaño.
10 abril 2013 | 14:32
Hola , llego tarde a hacer el comentario porque he viajado toda la tarde en un autobús que apostaría un calcetín azul con puntitos blancos del que se perdió su compañero,a que iba más despacio que el que gano el primer rally de la tu historia.
Clica sobre mi nombre
10 abril 2013 | 21:46