Tras su debut con La ciudad de los libros prohibidos (Kailas), la escritora Maribel Carvajal (Calamonte, Badajoz, 1970) regresa literariamente a la ciudad donde reside, Mérida, para novelar otro momento histórico. De la ciudad romana de los tiempos de Nerón que relató en su primera ficción, Carvajal se adentra con su segunda novela en un momento tan apasionante como complejo, el siglo IV y las luchas entre las religiones cristiana y pagana. Lo hace en El imperio de la religión verdadera (Kailas, 2019)
La novela está ambientada en el siglo IV, en pleno cambio religioso hacia un imperio cristiano, ¿por qué decidió situar a sus personajes y su trama en este momento?
Confluyeron varios hechos: Primero, me pareció muy interesante mostrar los conflictos originados por la nueva ideología imperante, el cristianismo, dentro de una sociedad pagana cuyas estructuras internas y externas empiezan a desvanecerse. Externas por la presión de los bárbaros e internas porque el cristianismo por ej.: prohibía la profesión de auriga, sin embargo el circo de Augusta Emerita siguió en activo hasta el siglo VI d.C. El cristianismo tampoco aceptaba las procesiones de culto imperial que divinizaban a los Emperadores, sin embargo no será hasta el año 382d.C. cuando el emperador Graciano renuncie a su condición de Sumo Pontífice. O por ejemplo: el hecho también de que no se pudiera creer en multitud de dioses, como proponía el cristianismo, cuando el paganismo era politeísta por excelencia, era revolucionaria esa concepción de un Dios excluyente y único. Segundo, Augusta Emerita ya era la capital de Hispania en el siglo IV y yo deseaba destacar el hecho. Y tercero, coincide la emisión del Edicto de Tesalónica en el año 380d. C., con la aparición en ese momento del anacoreta Prisciliano, un aristócrata que renuncia a sus riquezas y predica por las zonas rurales de Hispania y que si bien se proclama seguidor del Credo Niceno, sus actos no respetan las normas de la Iglesia, por ej.: él otorgaba a las mujeres un lugar destacado en las liturgias, en su comunidad se leían los evangelios apócrifos prohibidos por la Iglesia, o criticaba el lujo y la posición de la Iglesia junto a los poderosos, entre otras diferencias