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«Ya no se sostiene eso del supuesto carácter fratricida de los españoles» | Entrevista con Javier Rodrigo y David Alegre, autores de ‘Comunidades rotas’

De Bundesarchiv, Bild 183-H25224 / Desconocido / CC-BY-SA 3.0, CC BY-SA 3.0 de, Enlace

Los historiadores Javier Rodrigo y David Alegre han logrado crear un colosal estudio sobre los conflictos civiles del siglo XX en su libro Comunidades rotas: una historia global de las guerras civiles. 1917-2017 (Galaxia Gutenberg, 2019). Un ambicioso repaso de conflictos civiles a lo largo y ancho del planeta, durante un siglo, en el que apuestan, según sus palabras, «más por la complejidad, que por el impacto». En su relato, las soluciones fáciles, las respuestas rápidas o las explicaciones fáciles no abundan, sí el análisis profundo y el tratar ir más allá de los tópicos.

Charlo con estos historiadores y nuestra larga conversación va de lo general a lo particular y nos lleva a la guerra civil española, a los debates actuales sobre nuestra memoria, a los Balcanes, a África y a la siempre espinosa cuestión de cómo el historiador vive al tratar estos temas…

El siglo XX, el de las dos guerras mundiales y la Guerra Fría, fue para ustedes, también el de las guerras civiles… ¿No es una afirmación paradójica?

David: No, en absoluto, si algo hemos visto a lo largo de la investigación que ha culminado en este libro es que tanto la Segunda Guerra Mundial como la Guerra Fría fueron una suerte de paraguas bajo los cuales proliferaron un sinnúmero de guerras civiles de diversa naturaleza e intensidad donde se dirimieron problemas puramente domésticos. Si nos centramos en la Segunda Guerra Mundial, la sucesión de conflictos internos entre resistencia y colaboracionismo (es decir, entre autóctonos) que se suceden ante nosotros es apabullante: la Italia septentrional de 1943-1945, algunas regiones de la Francia ocupada en ese mismo periodo, la propia Grecia desde 1941 hasta finales de la década, por no hablar de los enfrentamientos entre múltiples agentes y con alianzas cambiantes en la Yugoslavia ocupada entre 1941 y 1945 o en la retaguardia de los territorios soviéticos ocupados por Alemania y después recuperados por la Unión Soviética.

Hemos intentado dar cuenta de todas estas cuestiones en la obra. Lo mismo puede decirse de ese parteaguas histórico que fue la Gran Guerra, por mucho que quizás resulte menos evidente, pero nunca hay que perder de vista que en su seno y en buena medida a causa de ella estalló la revolución rusa, que tuvo como correlato la primera gran guerra civil del siglo XX, la rusa, y que es un poco la que abre el libro, con permiso de la finlandesa. En términos generales, además, por sus características la Gran Guerra acabó abriendo la puerta a complejos procesos eliminacionistas y conflictos armados de diversa naturaleza, algunos como el finlandés fratricidas, y muchas veces antes del armisticio de noviembre de 1918.

Javier: Efectivamente, coincido con David en señalar que bajo la primacía de los grandes conflictos por la hegemonía entre superpotencias se han obviado, de manera consciente o no, la infinidad de conflictos internos que estallaron por todo el globo a lo largo del siglo XX, y que siempre fueron tanto o más decisivos que las grandes conflagraciones a la hora de determinar el aspecto actual de las sociedades y de los sistemas políticos y económicos del mundo del mundo actual, de nuestro presente. De hecho, y esto sí es paradójico, la guerra civil es casi siempre el aspecto que cobró la Guerra Fría cuando alcanzó la dimensión de conflicto armado en toda regla, muchas veces agudizado por intervenciones militares extranjeras y casi siempre con el apoyo logístico y material desde el exterior. Vayan a Vietnam, a Myanmar, a Centroamérica, al Cuerno de África o a Afganistán y díganles a los autóctonos que los años que fueron de 1945 a 1989-91 fueron una Guerra Fría. Es importante tener en cuenta que las tensiones propias de esta coyuntura, donde los principales jalones históricos han venido marcados por la evolución de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en casi todas las regiones periféricas del globo cobraron antes o después una dimensión bélica en extremo cruel, siempre en el marco de las luchas internas por la creación, expansión y consolidación de los nuevos estados surgidos de la descolonización y, también, de los intentos paralelos de las grandes superpotencias por expandir sus áreas de influencia y preservar sus intereses. Por el contrario, y desde el punto de vista del relato, al explicar la Guerra Fría han primado las visiones donde los grandes sujetos políticos han sido los estados occidentales, y digo políticos porque habitualmente se ha olvidado la dimensión social de la guerra, que es otra cuestión que nos ocupa de manera muy evidente en Comunidades rotas.

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