‘El mar de las penas’: cuando la locura, el terror y la búsqueda de un submarino de la Primera Guerra Mundial se dan la mano en un cómic

Por Pablo Lozano es director del Festival Internacional de Cómic Europeo (en Facebook,  Twitter e Instagram) y colaborador especializado en cómic histórico en XX Siglos. Le podéis seguir en Twitter, Facebook e Instagram, y escuchar en el podcast de cómic La buhardilla de Venger.

El otro día estuve comentando con las compañeras del podcast la adaptación al cómic realizada por Gou Tanabe de la conocida obra de H.P. Lovecraft La sombra sobre Innsmouth (1936). Única obra de la autor publicada íntegramente como novela en vida.

La verdad es que disfrutamos mucho su lectura, y nos quedamos con ganas de seguir leyendo más obras de Lovecraft. Si os interesa el cómic, podéis adquirirlo fácilmente, ya que es una novedad de 2022. Si por el contrario os decidís por la novela, también la vais a encontrar sin problemas y al tener 240 páginas os la liquidáis rápidamente.

Al día siguiente de grabar, recibí las novedades de Planeta Cómic y entre ellas se encontraba un título que llamó bastante mi atención… Su título es El mar de las penas y leyendo la sinopsis me dio la sensación de que tenía un aire también lovecraftiano.

Así que me puse sin más dilación a leerlo, y aunque evidentemente contiene elementos fantásticos, pensé que el titulo encajaría bien en nuestra sección. Ya me diréis vosotros si estáis de acuerdo.

El mar de las penas

Aunque el título y la maravillosa portada no nos dejan imaginar exactamente el contenido de la obra, ya veréis que la Historia está muy presente en lo que nos van a narrar.

Para empezar, os dejo la sinopsis que acompaña al título:

Unos años después de la Gran Guerra, el Atlántico Norte lo recorren tripulaciones independientes ansiosas por encontrar tesoros. Un antiguo oficial de la marina contrata los servicios del barco de vapor Vagabundo y lo lleva hasta un submarino hundido en el que hay una fortuna en oro. Las tensiones van en aumento a medida que unos y otros en la tripulación van ideando cómo traicionarse. No obstante, la oscuridad del fondo marino esconde terrores terribles ¡para los que no están preparados!

El equipo creativo formado por Rick Douek y Alex Cormack se vuelve a juntar tras el cómic La carretera de los huesos (2021), un álbum anterior en el que nos contaban las vivencias de Román Mozorov, un preso político de la URSS de Stalin condenado a trabajos forzados por la Central Administrativa de los Campos de Trabajo Correccionales, más conocida por su acrónimo, GULAG. Su título hace referencia a la Autopista de Kolimá, que tiene 2.025 kilómetros que se construyeron con trabajos forzados de todos los prisioneros de los GULAG. La llaman La Carretera los Huesos y la consideran una carretera maldita, porque los huesos de los presos que fallecían durante su construcción eran colocados bajo el camino o se utilizaban como material poroso.

Ambos autores, en su nueva obra de la que hoy os hablo, nos trasladan esta vez al año 1926, a la búsqueda de un submarino alemán de la Primera Guerra Mundial que desapareció misteriosamente con un gran cargamento de oro. De la tripulación del pecio solamente sobrevivió un miembro que es quien se encargará de indicar el paradero del submarino a los protagonistas.

La tripulación encargada de la búsqueda y extracción del oro está conformada por personajes muy diferentes y con intereses enfrentados, debido a que sus motivaciones para participar en esta expedición de “saqueo” son dispares: unos se ven motivados a participar por dinero, otros por lealtad y algunos simplemente por saldar deudas.

El problema de la extracción del cargamento de oro estriba principalmente en la profundidad a la que se encuentran los restos del pecio en el Atlántico Norte. Por lo que para la operación necesitaran a buceadores muy preparados para la tarea. Veremos que la profundidad no será única y exclusivamente el problema al que se deberán enfrentar.

Hay que tener en cuenta que los sistemas de buceo del momento no están tan evolucionados como ahora y que por ejemplo el suministro de oxígeno se producía directamente desde el exterior y el propio barco a través de tubos.

Con este planteamiento, los autores nos sumergirán en una trama entre claustrofóbica y, en algunos momentos, terrorífica, en la que la tripulación no solo tendrá que enfrentarse a los problemas esperados, sino también a elementos sobrenaturales vinculados con las leyendas del mar y los océanos que se han contado siempre entre marineros.

Todo planteado con una ambientación y con un dibujo muy bien elegido por parte de Cormack: la oscuridad del mar, los grises de tormenta, el aire que respira el barco o la locura que se refleja en algunas caras nos trasladan y trasmiten de manera adecuada una historia con una constante tensión narrativa.

Me encantan las historias en las que los personajes parten hacia lo desconocido y no saben a lo que se van a enfrentar. Me trasladan mentalmente a películas de mi imaginario cinematográfico como King Kong (1933), me invade el espíritu de embarcarse en un viaje de lo que todavía es un mundo en algunos casos desconocido y al final encontrar la Isla de la Calavera con todos sus misterios.

De hecho, la ambientación en vestuario, tipo de barco y época es similar en ambas historias.

Como disparador de la historia, y para no pillarse los autores los dedos, es fácil jugar con la desaparición de un submarino en la Primera Guerra Mundial. De los 375 submarinos alemanes que entraron en combate en la Primera Guerra Mundial, se perdieron 202, es decir el 54 % de los U- Boot.

En el propio siglo XXI, seguimos teniendo noticias de submarinos que han reaparecido casi 100 años después. Son el caso por ejemplo del HMAS AE1, el primero de los dos submarinos Class E fabricados por la Marina Real australiana que había desaparecido el 14 de septiembre de 1914 cerca de las islas Duke of York en Papua Nueva Guinea y que fue localizado en el año 2017.

Otro acontecimiento parecido sucedió en 2016 en la Zona de East Anglia, frente a la costa de Norfolk y Suffolk. También aparecieron restos de un submarino. A partir de los dibujos alemanes que conservaba se identificó que se trataba de un submarino alemán de la Primera Guerra Mundial: Tipo U-31.

De este tipo podemos encontrar bastantes noticias en las hemerotecas, si ya son submarinos de la II Guerra Mundial todavía siguen apareciendo muchos más.

He de recordar y advertir, como ya se ha dicho a lo largo de la reseña, que la historia cuenta con elementos sobrenaturales. Por lo que hay que coger el cómic con la mente abierta y dispuestos a fantasear junto con los autores. No quiero contar nada de este aspecto ya que quizás perjudicaría vuestra lectura.

Por mi parte, tengo que resaltar que pase un buen rato leyéndolo y que además, quede satisfecho de esa dosis de  historias tipo Lovecraft que andaba buscando.

No quiero dejar de mencionar que la traducción de la obra la ha realizado V.M. García de Isusi.

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