‘Tierra Vieja’: la España rural de la Edad Media, ayer y siempre de Antonio Pérez Henares

CEDIDA POR PENGUIN

Regresa a las librerías el periodista y novelista Antonio Pérez Henares con su última novela y, sin duda, su obra más personal. Se titula Tierra vieja (Ediciones B, 2022). Vaya por delante que, probablemente, Pérez Henares es uno de los autores más singulares y personales de nuestra narrativa histórica nacional y que lo ha demostrado con todas sus novelas, ya sean de ámbito medieval o prehistórico, sus dos grandes temáticas, con su estilo, prosa, mirada al pasado y en su fidelidad a los valores del autor. Ello hace que sus novelas, a pesar de contar con una fiel legión de lectores, no sean para todos los públicos y cuente también con un buen puñado de detractores.

¿Cómo, entonces, puede ser esta Tierra vieja su obra más personal? Por varios motivos, pero el principal es que está escrita desde el corazón del autor. Se desarrolla la historia en su lugar de nacimiento, la localidad guadalajareña de Bujalaro, situada cerca del más conocido pueblo de Jadraque, aunque se expande por todo esa provincia entre Atienza, Sigüenza, Zorita… y se despliega ocasionalmente por León, Córdoba, etc.

Pérez Henares construye una especie de ‘cara B’ de una de sus novelas más conocidas, El rey pequeño, y reconstruyendo, más o menos, la misma época y hechos de aquella, da el protagonismo a los labradores, a los colonos y habitantes anónimos que poblaron aquella Extremadura castellana de la época. Y esa apuesta, le permite ahondar al autor, hijo y nieto de labradores como ha expresado en varias ocasiones, en muchos temas y preocupaciones que ha expresado habitualmente sobre el mundo rural.

Tierra Vieja nos adentra en Bujalaro, un pueblo abandonado tras la llegada de los conquistadores castellanos y que, poco a poco, va a ser repoblado por labradores y pastores; sus vidas diarias, sus familias, el sufrimiento de vivir en una frontera en guerra, cómo van desarrollando, levantando y creciendo su municipio, sus problemas y sus participaciones en la ‘gran historia’, como anónimos milicianos en batallas como las de Alarcos y las Navas de Tolosa.

Hay en esta reconstrucción de la vida rural de la Edad Media una apuesta inteligente. Pérez Henares conoce el tema y el terreno, pero prepara un cuadro mixto, un retrato de un mundo rural perpetuo, basado en el contexto medieval en el que transcurre la novela, pero que recuerda indudablemente a ese mundo rural que todavía muchos de nosotros recordamos de padres y abuelos. Incluso en su mirada a las relaciones en los pueblos, que hace bueno aquel dicho que se escuchaba, de «pueblo pequeño, infierno grande», pero también explora las fuertes relaciones de solidaridad y vencidad de los pueblos pequeños.

Y esa mirada a un pasado rural imperecedero, permanente, situado en la Edad Media pero que mira a los siglos XX y XXI, en pleno debate sobre la España Vaciada cobra vida. La visión de Pérez Henares es rabiosamente actual, claramente posicionada y combativa. Hay nostalgia y amor por la tierra y por un mundo que se resiste a desaparecer, pero también hay posición política y social. Y a eso se una prosa sobria, que rezuma esencia castellana y rural, que sabe captar y usar la terminología del campo.

Más allá, también hay emociones. El autor transmite el amor por la tierra, su conexión con el lugar que le vio nacer, por los pueblos, campos, castillos y gentes. Son sus antepasados, es su gente, su tierra. Lugares que describe y mapea en la novela con ternura y fuerza. Y que es fácil sentir, al menos en mi caso, que el pueblo de mis abuelos se encuentra cerca de Bujalaro -Hijes, próximo a Atienza- y percibí cercanas elementos y lugares de las que la novela habla y describe.

No es esta novela para todos, como decía al principio. Me resulta difícil creer que conecte, por estilo y mirada, con un público joven o asentado en determinadas posiciones ideológicas, pero a un ‘perro viejo’ del género como Pérez Henares eso le da igual. Podría haber escrito una historia más comercial, más de gran público; podría haber comprimido la constelación de personajes a aquellos más funcionales narrativamente, pero no. Esta novela no va de eso, o al menos no solo.

Como ocurre con los autores tan personales y posicionados públicamente, habrá quien suba Tierra Vieja a los altares y quien la condene a las llamas del infierno, pero parece claro que esta novela es de esas por las que un autor quiere ser recordado, de las novelas que construyen legado.

Puedes seguirme en FacebookTwitter y Goodreads.

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese…

1 comentario

  1. Dice ser Por tener una foto más clara

    Habría que desglosar también los estamentos de poder en las áreas rurales de aquellas edades, el papel de la mujer, de la razón, del amor a la inclusión, a la democracia…

    12 mayo 2022 | 12:18

Los comentarios están cerrados.