Elena Bargues: «Soy una intérprete del trabajo del historiador y se lo entrego al lector en forma de aventura»

La escritora Elena Bargues (CEDIDA)

Francisco de Goya encarga una misión a tres hermanos: salvar un cuadro de Murillo que ha caído en manos de expoliadores franceses en plena Guerra de Independencia. Para ello, esa peculiar familia trazará un plan maestro para robar y estafar a los propios saqueadores en pleno Santander ocupado. Esos son los mimbres principales del argumento de la novela El encargo del maestro Goya (Ediciones Pàmies, 2021) con la que la escritora Elena Bargues se alzó el pasado año con el premio de novela histórica Ciudad de Úbeda.

Con buenas dosis de intriga, aventura y romanticismo, esta historiadora asentada en Santander y reconvertida a novelista, traza un retrato de la Cantabria de la época y por los duros efectos de la guerra.

¿Cuánto hay de Historia y de ficción en la historia de la novela?

Es la segunda novela que escribo en la que la Historia representa más de la mitad de la trama: todo lo que cuento que sucede en la ciudad y las autoridades, tanto españolas como francesas, son reales. La historia del general de brigada Barthélémy es real y, sin cambiar una coma sobre los datos que conseguí de este militar, me sirvió de antagonista. También es real el bandolero y su forma de actuar y, por supuesto, la resistencia de la División Cántabra, acuartelada en Potes. Yo me he limitado a situar a mis protagonistas dentro de este escenario proporcionado por la historia.

Con el asunto del cuadro de santa Casilda de Zurbarán ha sucedido lo mismo: la historia me proporcionó un vacío que yo llené con mi imaginación. En contrapartida, el encargo de Goya y su paseo por Liébana son falsos, aunque procuré que fueran factibles para dar verisimilitud a la trama.

¿Cómo surgió escribir esta historia? ¿De dónde nació la idea?

Hace años, cuando empecé a escribir, tuve noticias de la magnitud del expolio artístico durante la guerra de la independencia. En mi novela En el corazón del imperio español hube de reconstruir la iglesia de La Blanca en Sevilla, tal y como era en el siglo XVII, porque la rapiña del general Soult la dejó limpia.

Más tarde, decidí acercar la historia de la ciudad de Santander a los ciudadanos y he escrito una serie de novelas que reconstruyen la vida en diferentes momentos históricos. Cuando me planteé el Santander de 1810, me alejé de las batallas y me incliné por presentar otra cara de la guerra: el expolio artístico, del que ya tenía conocimiento, y el sufrimiento de la población civil.

La ficción sobre la Guerra de Independencia siempre ha girado sobre los grandes acontecimientos y lugares Madrid, Bailén, Vitoria… ¿Es ya momento de poner el foco en otros lugares que también sufrieron aquellos acontecimientos? ¿Da otra perspectiva de la historia mirarla, por ejemplo, desde Cantabria?

La Guerra de la Independencia afectó a toda la península; sin embargo, la Historia ha focalizado el recuerdo en unos hitos, como muy bien has señalado. Es tarea de todos rescatar la historia olvidada en favor de sucesos de mayor repercusión.

En la resistencia a los franceses parece que Cádiz fue el único bastión que se les atragantó, pero no es cierto. Hubo más puntos en España a los que los franceses no pudieron acceder, como Liébana.

En cuanto a lo de otra perspectiva, lo dudo: la historia se repite con su resistencia en guerrillas. Los valles de la cornisa cantábrica, no se limitó a los de Cantabria, fueron un infierno para los galos, como lo fueron anteriormente para los romanos y los musulmanes.

¿Cree que la novela histórica tiene responsabilidad a la hora de divulgar el pasado a sus lectores?

Por supuesto. Ante la retirada de la Historia en los currículos de enseñanza o de su uso partidista, ha aumentado la demanda del género en las librerías, incluso ha crecido la publicación de revistas especializadas en el tema. El peso de la tarea de tratar de queno se olvide la Historia ha recaído sobre los escritores. La responsabilidad es enorme, pues nos hemos convertido en los difundidores de los estudios de los eruditos en historia. Es un círculo muy exigente, de ahí que yo mantenga abierta una web que completa mis novelas con datos, fotos y bibliografía. El lector es curioso y, si una obra le gusta, quiere saber más y yo le remito a las fuentes.

¿Cómo se define Elena Bargues como escritora?

Soy una narradora, una fabuladora de tramas sobre escenarios reales y con un fondo histórico. Soy una intérprete del trabajo del historiador y se lo entrego al lector en forma de aventura. Porque la historia, fuera de los datos, es interpretación.

¿Cuánto tardó en idear y crear esta novela?

Antes de idear una trama, necesito un soporte histórico. Una vez escogido el año, me documento y, sobre la documentación, elaboro la trama. Por eso mis personajes se ajustan como un guante a los acontecimientos históricos. Me llevó un año, y otro año escribirla.

¿Cree que en España a las autoras todavía les cuesta más publicar y ser consideradas en la novela histórica?

La presencia de la mujer en el campo histórico es bien visible hoy día; no sólo en el literario, sino también en el académico. Otra cuestión es cuántas escritoras alcanzan el volumen de ventas exigido por las editoriales para resultar rentable. Actualmente, no creo que sea un obstáculo ser mujer.

¿Qué le ha supuesto ganar un premio como el de Úbeda?

Una enorme satisfacción. El haber pasado un filtro de tantísimos lectores quiere decir que no lo estoy haciendo mal, que mis novelas, si les dan una oportunidad, gustan. El problema -volvemos a lo de siempre- es la visibilidad, y ésa sólo te la da un premio, la prensa o lo que la editorial esté dispuesta a gastar en publicitar tu obra. Espero que el premio me abra esas puertas para llegar al lector de la calle.

¿Está escribiendo algo nuevo? ¿Seguirá en la novela histórica?

Siempre he escrito novela histórica, ya sea narrativa o romántica, y seguiré en ello. Soy licenciada en Historia, así que no puede ser de otra forma. Recalco el género romántico, porque soy una rara avis que defiende la novela romántica histórica basada en la historia de España y no en la inglesa.

En esta ocasión, seguiré con la narrativa. El año elegido es en función de un hecho histórico que ha captado mi atención: 1891. Como te comentaba antes: primero el año; luego, la documentación sobre la época, construyo líneas temporales para visualizar mejor el momento; y mi cabeza comienza a imaginar los personajes y tramas a partir de los datos. Lo que me ofrece la historia determina la novela, en este caso una intriga política. Y no cuento más.

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