José Soto Chica: «La novela histórica tiene el poder avasallador de transformar nuestra mirada sobre el pasado»

El escritor y novelista José Soto Chica.

Durante los últimos años, José Soto Chica ha irrumpido en el panorama de las narrativas históricas como un ciclón. Primero fue con sus ensayos – aunque no eran los primeros, han sido Imperio y bárbaros y Visigodos, hijos de un dios furioso los que le han hecho triunfar, publicados ambos por Desperta Ferro- y después con sus novelas, género que ya llevaba tiempo practicando, con el premio Narrativas Históricas Edhasa que ganó con El dios que habita la espada. Este historiador de pasado militar e increíble historia personal ha derribado la puerta con su enciclopédico conocimiento de la Antigüedad Tardía y su poderosa forma de narrar tanto en ensayo como en ficción. Y va a seguir dando guerra en los próximos años.

El pasado Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda coincidí con él cuando acudía a presentar su flamante novela ganadora del Premio Edhasa de Narrativas Históricas 2021. Él, siempre amable y interesante, me dio la ocasión de compartir agradable rato de charla sobre sus ideas y convicciones sobre la novela histórica.

«La novela histórica tiene el poder de modificar nuestra mirada sobre el pasado», me aseguró este historiador. «Y lo tiene, porque llega a todo el mundo; al ensayo se acerca uno por obligación o por interés de saber algo. Pero a la novela se acerca la gente por atracción, por la época o un personaje, sin ser necesariamente grandes aficionados a la Historia. Pero cuando cierran la novela, ya tienen una idea bastante clara».

Ejemplifica Soto Chica: «Con Yo, Claudio, Robert Graves fijó para siempre quién fue Claudio y nadie es capaz de abstraerse de ese Claudio. Y no fue el real: el de verdad fue más duro y cruel; esa imagen del señor bondadoso que durante su vida se ha hecho el tonto entre comillas para sobrevivir no se corresponde con el personaje real. Pero da igual, Graves logró que alguien que no existió sea el emperador Claudio. Tampoco sería el más famoso, y ahora es uno de los emperadores más célebres».

Acerca más en el tiempo su mirada y afina la puntería el historiador. «Fíjate en Yo, Julia, de Santiago Posteguillo: el Septimio Severo que crea no tiene nada que ver con el real; no era un pusilánime, era un halcón que jamás se habría dejado influir por su esposa. Una Julia Domna en la que traslada la imagen de una mujer del presente, no de la época. Pero ya da igual, porque Posteguillo les ha dado la fama y ha fijado sus imágenes en el gran público».

Ante ese comentario, le pregunto su opinión sobre esa novela ganadora del premio Planeta. «No me gustó, Yo, Julia«, me contesta», me parece una muy buena novela y entiendo lo narrativo, pero no comprendo por qué tiene que falsear la imagen de Septimio Severo. Y pienso que es consciente, porque creo que Posteguillo es un excelente historiador, y cuando digo esto, no me refiero a alguien que tiene el título, porque él no es historiador de carrera, sino a alguien que hace historia, y creo que él, con sus novelas, por ejemplo con la trilogía de Escipión, lo ha hecho y muy bien».

Cierra el círculo este especialista en mundo bizantino y visigodo. «El poder de la novela histórica es avasallador», reitera, «si lo haces bien y no engañas, ayudas al público a comprender el pasado. Todo poder se puede usar bien o mal. Cuando escribes tienes una gran responsabilidad. Para mí esa exigencia existe y cuando la traicionas, puedes seguir siendo un excelente novelista, pero deberías quitarte la coletilla de histórico».

Le pregunto por el tratamiento que del mundo visigodo hace en El dios que habita la espada, que ambos creemos que está aún por explotar en la novela histórica española. «Creo que lo está por tres razones», me analiza», primero, porque es un periodo difícil de historiar y novelar: hay pocas fuentes y son poco accesibles, vidas de santos, actas de concilios, fuentes poco agradables para quien no sea historiador. Segundo, ha sido muy manipulada políticamente, primero por el franquismo y después, más tarde, por las ideologías contrarias. Y después, por la famosa lista de los famosos reyes godos que todo el mundo repite pero pocos aprendieron, y que cae como una losa sobre la imagen plúmbea que tenemos del periodo los españoles».

Los españoles tenemos una relación muy extraña con nuestro pasado: somos unos destrozamitos de cuidado

Sin embargo, el autor reivindica esa época como «agitadísima y brillantísima». «Cuando hablo de Sisebuto, que tiene un nombre horrible claro, hablo de un rey humanista, que se carteaba con grandes sabios, era un gran guerrero, capaz de calcular eclipses… Un personaje auténticamente fuera de contexto en el 621, que no tiene una sola novela. Y eso que, en Occidente, más allá de san Isidoro, no había nadie tan culto como él, y menos un monarca».

Además de las tres razones que esgrimía antes, Soto Chica cree que «los españoles tenemos una relación muy extraña con nuestro pasado»: «Somos unos destrozamitos de cuidado«, afirma. «Mitificar la historia es un error», asegura, «pero también lo es negar que hay personajes y hechos que tienen ese halo».

«Cuando me preguntan sobre el reino de Asturias, ahora que vamos a celebrar el centenario de la batalla de Covadonga, siempre digo lo mismo: no importa que fuera propaganda, lo importante es que fue propaganda del siglo VIII y así surge la épica», explica. Y remata: «Surge por la necesidad empatizar y atraer, eso era la épica para un rey o un caudillo. No podían pedir a la gente que muriera por algo abstracto, necesitaban algo a lo que seguir. Nuestra historia está llena de casos similares, como Leovigildo o Pelayo. Desde otra óptica la cosa era muy triste: un grupo de señores desarrapados, pasando frío en las montañas de Asturias, intentando sobrevivir a las algaradas de los musulmanes».

Soto Chica tiene el poder de la fascinación, al igual que en su lectura, con su voz tiene la capacidad de retener. Podrías estar todo el día escuchándole. Pero llega el momento de concluir. Me confirma antes de terminar, eso sí, que en este 2022 volverá, si nada se tuerce, por partida doble: nuevo ensayo con Desperta Ferro y nueva novela con Edhasa. No quiere avanzar nada salvo que ambos trabajos seguirá en «su época, entre el año 300 y el 900» y que la novela será otra «novela histórica de aventuras muy realista, porque para mi, la historia es aventura».

Puedes seguirme en FacebookTwitter y Goodreads.

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese…

1 comentario

  1. Dice ser el pasado para no repetirlo

    Si las novelas y las películas históricas presentaran a las gentes como eran seguramente las censurarían en este presente tan amante de limpiar todo y cambiar todo para hacerlo más amable y vendible.
    El ser humano tiene un pasado atroz, y no se hace bien alguno al presente cuando se presenta como el tiempo de las dulces aguas cristalinas y poéticas y solidarias costumbres.
    Si supiéramos cómo eran nuestros antepasados tal vez en muchas comunidades dejaban de tener ese orgullo a seer descendiente suyos.
    El pasado para dejarlo en su sitio pero bien plantado, sin camuflajes ni edulcorantes de este presente. Menos contaminarlo..

    13 abril 2022 | 12:06

Los comentarios están cerrados.