Ecologismo, urbanismo y galos… La divertida aventura de Astérix y La residencia de los dioses

Por Pablo Lozano es director del Festival Internacional de Cómic Europeo (en Facebook,  Twitter e Instagram) y colaborador especializado en cómic histórico en XX Siglos. Le podéis seguir en Twitter, Facebook e Instagram, y escuchar en el podcast de cómic La buhardilla de Venger.

Hace un par de semanas comentábamos en el club de lectura de cómic del Festival de Úbeda el conocido título de Astérix y la residencia de los dioses. Era la primera vez que muchos de los participantes leían una de las aventuras de los famosos galos de Goscinny e Uderzo.

La mayoría de los integrantes conocían a los personajes por referencias, pero no se habían planteado nunca leerlos. Como suele pasar en otras ocasiones, pensaban que quizá tendría un tono demasiado infantil y probablemente fuera una lectura alejada de sus gustos o preferencias actuales. Tengo que revelar que algunos de nuestros pupilos comiqueros piensan que quizás estos cómics son ya algo “viejunos”.

El que escogiésemos Astérix y la residencia de los dioses como tarea no fue algo aleatorio por nuestra parte, sino que estuvo muy pensado y meditado. Probablemente, el título trate gran cantidad de situaciones de nuestro momento, así como problemas que siguen estando presentes en nuestra sociedad cincuenta años después. Esto nos permitía establecer un debate en profundidad sobre la obra y mostrar a nuestros jóvenes lectores que los irreductibles galos no son desde luego una lectura infantil o desfasada.

Con motivo de que, además, se cumplen dos años de la muerte de Uderzo, pensé que también sería interesante el que recuperásemos la obra para los lectores de XX siglos. Recordad que justamente hace un año hicimos un artículo homenaje a Uderzo.

Astérix y la residencia de los dioses

Esta aventura es la nº 17 de la colección y fue publicada en Francia en el año 1971. Pertenece a la etapa en la que disfrutábamos de los guiones de Goscinny y los dibujos de Albert Uderzo, el tándem creador de las aventuras de Astérix y Obelix.

En esta ocasión, Julio César contrata a un arquitecto para que construya, al lado mismo de la famosa aldea gala de los irreductibles, un conjunto residencial que se llenará de romanos. Julio cree que así logrará expulsar a sus enemigos de una vez por todas, pero el ingenio de Astérix y la poción de Panorámix triunfarán de nuevo.

Una vez más, el centro de la historia no se sitúa en un enfrentamiento directo con los romanos, sino en una lucha de los valores que defiende cada bando. La principal problemática de los galos es llegar a derrotar a los romanos sin producir posibles daños a terceros. Los galos no quieren que los esclavos que están trabajando en la construcción del nuevo centro residencial tengan que sufrir el conflicto o que los civiles (aunque sean romanos) se vean también afectados por un enfrentamiento. En esta ocasión Goscinny ofrece en el guion una faceta psicológica interesante de los protagonistas, porque a pesar de contar con su particular fuerza sobrenatural, tienen un comportamiento muy humano ante lo que está ocurriendo. Podrían solucionar el problema de manera directa liándose a mamporros y tortas o destruyendo de un solo plumazo el complejo residencial con la fuerza que les otorga la poción mágica. Pero su lucha interior es no dejarse seducir por el camino de la violencia y producir con ello daños colaterales para solo y exclusivamente defender sus intereses.

Esta circunstancia nos dejará algunos de los momentos más graciosos de la trama. No puedo parar de acordarme y reírme del arranque de las obras del complejo. El que durante la noche se retirasen los árboles por parte de los esclavos y por la mañana volvieran aparecer de nuevo los mismos árboles en su posición, gracias a la magia de Panorámix, me ha robado más de una sonrisa.

No quiero olvidar tampoco la imagen caricaturesca que se ofrece de los esclavos procedentes de las distintas regiones de Europa. Toda una ensalada de tópicos con respecto a costumbres y formas de ser que hace que uno no pueda parar de reírse.

El otro aspecto interesante de este álbum es la confrontación entre dos visiones totalmente opuestas sobre el urbanismo. Una aplastante de las nuevas ciudades construidas por voluntad política sin respeto por la naturaleza (y el ser humano) y la otra más modesta donde cada uno tiene su lugar con una ciudad que crece de manera sostenible en función de las necesidades del municipio.

Este cómic apareció en la época en que se estaba construyendo en Francia el centro comercial Parly II y arrancó también la construcción desde cero de nuevas ciudades como Evry, produciendo un fuerte impacto en zonas rurales situadas cerca de París. El efecto inmediato de estos proyectos acabó provocando la desertización de los pueblos periféricos a estos espacios y también acabó con el comercio tradicional y local de ellos, convirtiendo poco a poco las pequeñas poblaciones tradicionales y rurales francesas en ciudades dormitorio. Imagino que esto no es algo ajeno a nuestros lectores y que hoy en día sabemos que sigue produciéndose. Solamente hace falta fijarse en los grandes cinturones urbanos de poblaciones como Madrid o Barcelona.

Sin embargo, a pesar de que el álbum trata temas que incitan a la reflexión, el humor sigue muy presente y la trama de Astérix no olvida ninguno de los ingredientes clásicos (bofetadas, piratas, juegos de palabras, etc…) que tanto caracterizan a esta serie.

Quiero destacar también que en este álbum, más que en ningún otro, vemos también la tendencia ecologista de los autores, mostrada principalmente a través del comportamiento del compañero canino de aventuras de Obélix. Nos referimos a Ideafix. Cada vez que se corta o tala un árbol el aguerrido canino rompe a llorar o aullar. Hablamos del año 1971 y ya se están haciendo referencias a esta problemática que hoy ya es un grave problema sobre la mesa.

Desde luego no le falta un detalle o guiño a nuestra sociedad en cada una de sus páginas. Luchas sindicales por mejorar las condiciones de trabajo, especulación inmobiliaria, subida de precios desorbitadas debido a la demanda del mercado (como actualmente estamos sufriendo con los precios de la energía o la gasolina) o la lucha medioambiental convierten desde luego la obra, desde mi punto de vista, en una de las mejores historias de Astérix y Obélix en lo que a contenido y desarrollo se refiere.

Como han demostrado continuamente, tampoco nos dejan de obsequiar con sus tradicionales píldoras históricas. Quiero destacar especialmente la labor de reconstrucción de las insulae romanas, bloques de viviendas de varios pisos normalmente en régimen de alquiler. Estas eran utilizadas por los ciudadanos que no podían permitirse tener viviendas particulares (como le estaba pasando también a los ciudadanos franceses de las grandes urbes). Aunque como lectores de novela histórica estoy seguro de que hemos leído mucho sobre las insulae, recordar como las describe magníficamente Lindsey Davis en sus novelas de Marco Didio Falco.

Por otro lado, me encanta como se presenta la forma de hacer campañas publicitarias en la Antigua Roma. Ante la necesidad de conseguir inquilinos para la nueva residencia de los dioses, acuden a los espacios donde se desarrollaban grandes espectáculos del momento como los circos y teatros.

Como ocurría realmente e históricamente, allí se sorteaban todo tipo de regalos. No solamente se daba pan a la plebe. Qué mejor que conseguir un «pisito» pegando al mar en el nuevo complejo que se estaba construyendo en la Galia. Lo que no sabían los pobres inquilinos, era lo que les esperaba.

Para aquellos que no lo sepáis, el animador y presentador que aparece durante el sorteo es el famoso Guy Lux, un afamado personaje de la televisión francesa del momento.

Creo que con todo lo anteriormente mencionado y siendo la efeméride en la que nos encontramos, os invito a rendir homenaje a sus creadores, leyendo y volviendo a reír con alguna de sus aventuras.

Por cierto, este cómic fue el único en el que Uderzo modificó el guion que había realizado Goscinny. Pero eso ya os lo contaré en otro artículo.

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