Pedro Ángel Fernández Vega: «La persecución contra las Bacanales entrañó una recesión de los avances de emancipación femenina en Roma»

Sacrificio a Baco, óleo de Massimo Stanzione (c. 1634). / MUSEO DEL PRADO

Sacrificio a Baco, óleo de Massimo Stanzione (c. 1634). / MUSEO DEL PRADO

No hay muchas dudas: las novelas históricas ambientadas en la antigua Roma tienen éxito entre el público y las editoriales las buscan y apuestan por ellas. Lo vemos mes a mes y este 2022 va a suponer una nueva demostración. Sin embargo, como suele ocurrir, al final los grandes personajes y los hechos más conocidos acaban repitiéndose, convirtiéndose casi en lugares comunes. Es difícil huir y escapar de las tendencias, de los Julio César, de las batallas y las intrigas… pero hay autores que lo intentan. Uno de ellos es el historiador Pedro Ángel Fernández Vega, profesor de Patrimonio Histórico-Artístico y de Arte Antiguo y Clásico en la UNED, que ya conocíamos por su labor ensayística y que en este año debuta en ficción.

Su estreno es Bacanalia (Espasa, 2022) una novela protagonizada coral y transversalmente por distintas mujeres que le permiten trazar un mosaico sobre la persecución a los cultos báquicos en el siglo II a. C. Fernández Vega acepta el reto de aunar su labor como historiador especialista (ya dedicó un interesantísimo ensayo sobre esta persecución de las Bacanales hace unos años, del que os hablé en su momento, Bacanales, el mito, el sexo y la caza de brujas) y novelista en esta historia. «Acepté el reto de novelar la historia. Y no es sencillo. El historiador enuncia hipótesis y las sopesa y argumenta. El novelista toma decisiones, elige entre opciones», explica el autor en esta conversación con XX Siglos.

Publicó hace pocos años un ensayo sobre las bacanales y ahora una novela. Como historiador, ¿qué le ofrece escribir novela?

Al leer el relato de Livio sobre la persecución de las Bacanales intuí la novela. Y sentí el impulso. Un historiador es un intelectual como lo es un novelista, y ambos son escritores. Yo además soy profesor y he sostenido en toda mi vida profesional un reto de enseñanza, de comunicación finalmente. El historiador llega a un público minoritario. Se leen poco los ensayos de historia y ese reto de comunicar historia al gran público, de algún modo lo ha suplido la novela histórica. En ella hay más de novela con frecuencia, que de historia: la historia es más ambiental que documental. Acepté el reto de novelar la historia. Y no es sencillo. El historiador enuncia hipótesis y las sopesa y argumenta. El novelista toma decisiones, elige entre opciones.

¿Qué supuso para la República romana la persecución a los cultos de Baco?

La persecución procuró un rearme moral de una sociedad que el poder sentía corrupta o en proceso de descomposición. La guerra anibálica había desestructurado el equilibrio entre sexos, con al menos un centenar de miles de varones muertos. Además, había puesto a prueba las costuras del entramado imperial, había provocado manifestaciones en las calles, secesiones de territorios e insumisión de aliados. El decreto de persecución entrañó una manifestación del poder senatorial, una intromisión reaccionaria en la autonomía de los aliados, una reordenación civil de los órdenes sociales establecidos y una recesión de los avances de emancipación femenina que la guerra había alumbrado.

La novela tiene un carácter social transversal, desde los estratos más bajos a los más altos, ¿aquella crisis política afectó a todas las capas de la sociedad?

En principio, solo a los participantes y en la medida en que estaban involucrados, aunque pertenecían a todos los órdenes. Pero a eso se añade un papel ejemplarizante. La represión se activó por medio de las denuncias, de las delaciones, de modo que se desató un reactivo que catalizó un proceso de depuración social, y toda la sociedad, los seguidores del culto y los no implicados, entendieron el mensaje disciplinario y ejemplarizante que pretendía un rearme de la moral tradicional y un fortalecimiento civil del entramado social de dominadores, dominados, libertos y esclavos. Hubo terror, juicios sumarios y condenas a muerte por millares.

Y ¿qué efecto pudo tener directamente sobre las mujeres de la época?

Todo ocurre en la generación en que las madres viudas de la guerra empiezan a desaparecer y en que la de sus descendientes, hijos e hijas resulta muy deficitaria. Faltan todos los no nacidos por culpa de la guerra. Muchas romanas no logran contraer matrimonio. Además, durante la guerra, un elevado número de mujeres habían quedado sin tutores directos vivos y habían cobrado una inusitada libertad de acción. Los senadores se incomodaron viéndolas manifestarse en las calles durante la guerra, o buscando consuelo en magos, astrólogos y cultos alternativos a los oficiales. Y más tarde se manifestaron y protagonizaron escraches para lograr abolir una ley Opia que modulaba el lujo y reprimía el modo de presentarse en público para las matronas. El culto báquico era femenino, pero se había tornado en esos años mixto y nocturno. Se arrojó sobre él la sombra del escándalo sexual. La persecución entrañó un modo de reconducir a los niños romanos iniciados en los misterios del culto, hijos de las madres báquicas, al redil de los deberes de un ciudadano; de encerrar a los itálicos en el reducto de la dominación romana; y en cuanto a la mujer, la persecución sirvió para rearmar la imagen moral de la matrona casta, sometida al yugo de la tutela patriarcal tradicional. La depuración entrañó ejecuciones de ciudadanas en el seno de los hogares a manos de sus padres, esposos o tutores, y en público si se trataba de mujeres sin tutelar.

Pedro Ángel Fernández Vega (cedida por el autor)

Da todo el protagonismo a varias mujeres para contar esta historia, ¿es necesario que las ficciones expongan y realcen el papel olvidado y minusvalorado de las mujeres en el pasado?

En este caso, las mujeres fueron las verdaderas protagonistas de lo que se narra. Yo no me propongo reescribir la historia. Ese papel menoscabado se lo otorgó una literatura grecolatina patriarcal y prosenatorial, y sobre ello actuó además el filtro de una transmisión monástica selectiva en época medieval. Se conserva por tanto una información sesgada que depara a la mujer romana referencias marginales. Para reconstruir el rol de la mujer romana ha habido una historiografía en las últimas décadas del siglo XX muy equilibrada. Muy recientemente ha irrumpido un relato reivindicativo y sesgado, comprometido sin duda, pero con el presente, pues se muestra irreverente y desconsiderado con el pasado. Se hace preciso trabajar con empatía hacia esa época, identificar, reconocer, y también rehabilitar, a esas mujeres sin presentismo. Se puede poner sobre ellas el foco de la ficción desde la base documental y no desde la recreación de un relato preconcebido y reprobatorio, conforme a planteamientos anacrónicos. Parece más ecuánime.

¿Cómo se podría definir la posición de la mujer en la Roma Republicana?

La novela desvela que no hay una mujer romana. Hubo ciudadanas romanas, patricias y plebeyas, hubo itálicas dominadas, y también libertas y una ingente masa de esclavas. Para las ciudadanas y las ingenuas libres, la posición no dejaba de quedar subordinada al poder patriarcal. Para las libertas y esclavas, como para libertos y esclavos, se imponía la autoridad del patrono o la dueña de la casa. Por lo demás, la situación de dependencia de las matronas romanas evolucionó. La guerra de Aníbal, y la expansión por Oriente a continuación, tendieron a modificar la situación de la mujer para el último siglo de la República hacia posiciones relativamente más emancipadas. En el siglo I cristaliza un ideal de moral conyugal que preconiza la fidelidad y anticipa la moral matrimonial cristiana. No se trata de igualdad obviamente, pero ha habido evolución.

En el mundo romano, ¿es más complejo documentarse para crear protagonistas femeninas que masculinos?

De los primeros tiempos, solo conocemos a Lucrecia, que se suicida tras ser violada por no poder soportar la vergüenza, y a las sabinas raptadas por los secuaces de Rómulo. Para el momento en que se ambienta esta novela, las protagonistas principales quedaron mencionadas: la liberta Hispala, la patricia Sulpicia, la sacerdotisa Pacula Ania y la bacante plebeya Duronia. El resto, las esclavas, sobre todo, son fruto de la ficción. El relato y la articulación de una trama verosímil se funda además en la historia de las mentalidades: valores y modos de pensar evolucionan muy lentamente. Para ese periodo concreto, hay una fuente de inspiración alternativa: las comedias de Plauto. Con todo, el enfoque es literario. He variado el tono de la narración trabajando desde varios registros literarios: el relato, el discurso político, los himnos religiosos conectados con la tragedia de Eurípides, el diálogo por momentos deudor de la comedia, y también el género epistolar.

Y, ¿para personajes femeninos de baja extracción como Hispala? ¿Qué fuentes tiene para dotar de vida y personalidad a esa protagonista?

Existió y fue esclava y liberta según Livio. De ella conocemos su rol en la detonación del proceso de persecución de las Bacanales. Nada más. Luego existe una amplia bibliografía sobre la mujer, la sociedad romana y la esclavitud. Pero esto es una novela. El ensayo histórico ya lo escribí. Todo lo que se podía documentar lo explicité entonces. Ahora se trataba de hacer literatura. Hispala es un personaje marcado y predestinado que permite al novelista evocar una Hispania que está siendo sometida, un toro sacrificado que se rebela aunque se desangra. Los lectores entenderán a qué me refiero. He construido una trama donde los personajes responden a necesidades narrativas desde un trasunto histórico: lo que he pretendido es iniciar al lector al culto báquico, adentrarlo en los misterios religiosos acompañando a las protagonistas de la novela, gozar con ellas del éxtasis libertador de Baco y asistir finalmente al trauma de una represión anunciada.

Del mismo modo, parece claro que resulta más fácil centrarse en los grandes hombres y las batallas, que en la vida cotidiana, en la masa de personas anónimas que protagonizaron la historia diaria, ¿qué pueden aportar estas visiones más cercanas al suelo, a la calle, a la ficción histórica?

He escrito una historia también de líderes de la Republica Clásica (titulado La sombra de Aníbal). Me interesa la vida corriente no la militar. No me interesa la épica de las legiones, ni el recurso literario de la violencia bélica. Me interesan la política y su corrupción, el entramado social y el misterio de la religión. Esto, para el novelista como para el historiador, son opciones. Reconozco, sin embargo, que me preocupan los códigos de conducta que mi obra contribuye a transmitir. Rescato los valores civiles de la Roma republicana. En todo ello, es cierto que el común de los mortales no gozó de fama, y que su recuerdo no ha perdurado. El reto de recuperar la memoria de todos los que no fueron líderes políticos, ni grandes generales, sino gente corriente y casi todas las mujeres, es tarea del historiador si se trata de colectivos o grupos sociales, y del novelista si se trata de individuos, de personajes. Pero este no se encuentra libre en la tarea si tiene un mínimo de afán de veracidad. Debe conocer todo un legado grecolatino y dominar un bagaje bibliográfico. Y luego crear y decidir.

El tema de la antigua Roma es tremendamente popular en la ficción, pero ¿resulta fácil salir de los temas habituales y las reconstrucciones más tópicas?

Roma ha servido de inspiración, o de excusa, para un amplio repertorio de novelas, algunas muy interesantes. Se ha convertido en decorado de cine, en ambientación para novelas extemporáneas de crímenes y detectives, y también en escenario histórico para edificar especulaciones militares y estratégicas. Los vacíos documentales se pueden llenar meritoria o impunemente con ficciones muy diferentes.

Mi reto concreto como escritor concilia al novelista con el historiador a la hora de reconstruir la información que falta en las fuentes mediante el aporte acreditado de las mentalidades, los modos de vida o los escenarios arqueológicos. Tengo un compromiso adquirido con la didáctica de la historia de Roma y creo haber abierto un camino alternativo, y desmitificador, acerca de las bacanales.

Es muy habitual que se busquen paralelismos y conexiones entre la antigua Roma y el presente, las novelas históricas lo hacen constantemente, “somos romanos” es una frase habitual… ¿Es correcto? ¿Debemos poner el acento en lo que nos acerca a aquel pasado lejano y muchas veces, a nuestros ojos, cuestionable, o en las diferencias?

Es preferible ponerlo en valor sin utilitarismos. Conviene identificarlo sin presentismos, sin proyectar adherencias propias. En todo caso, conocer para apreciar, y apreciar para proteger, como se debe hacer con todo nuestro patrimonio, el material y el inmaterial. Reconocer en el legado clásico, no los ecos del presente, sino las raíces prístinas de nuestra civilización occidental.

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1 comentario

  1. Dice ser la CENSURA es nuestra "cultura"

    La represión de la mujer ha sido y es la piedra angular de las creencias y filosofías que culpa a la naturaleza humana sexualizada de todos los males del Universo. Esto nace de la ignorancia de los humanos ante fenómenos naturales cuyo origen desconocía unido al temor a perder el grupo, y ese grupo era generalmente atado a base de fuerza e imposición, aparte de las necesidades vitales. La mujer era un objeto al que censurar, al que ocultar bajo ropajes y muros para que ese lado bestia e ignorante humano siguiera gobernando en la hipocresía de sus creencias.
    ¿Es así o no es así?
    No hay más que ver el miedo con que las mujeres esconden su pezón en el instagram de marras y lo que tardó el humano en aceptar que no era ni centro de Universo ni casi nada de lo que pensaba.

    21 marzo 2022 | 12:35

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